CULTURA ESPRESSO
El café al paso es iconografía indispensable de la tentadora postal neoyorquina. Sin embargo, en Midtown Manhattan, el fenómeno del buen café es bastante reciente.
Encontrar un café en el downtown de Manhattan, donde están los dos tercios de la oferta hotelera de la ciudad de Nueva York, y una buena cantidad de oficinistas que arrancan el día con sed de cafeína, es tan fácil como caminar por la calle. Pero hallar un café bien hecho (con granos delicadamente tostados y esbeltas cafeteras vertiendo el líquido con precisión sobre los Kalinda Waves (el Ferrari de los filtros japoneses) siempre ha estado reservado para un viaje al downtown, o Brooklyn. No más. En el último par de años ha florecido en todas partes del midtown una impresionante fila de ambiciosas cafeterías, con camareros preparados. “Nos gusta pensar que somos un oasis”, dijo Richard Shaer, jefe ejecutivo de Taylor Streets Baristas, una marca popular con asiento en Londres e inspiración australiana que abrió el año pasado una sucursal en Nueva York, sobre la menos transitada calle 40 East. Junto a un puñado de operadores independientes del midtown, Shaer dice que una cafetería no necesita funcionar en una esquina cara y lujosa. Si la preparación es la correcta (idealmente, con granos tostados por expertos de cafetales de Bolivia o Etiopía), los clientes vendrán. Y vaya si vienen a gemas ocultas como Ninth Street Expresso, junto al lobby del Hotel Lombardy; o a Toby’s Estate, un puesto en el Espacio Urbano del Mercado Vanderbilt; y al Blue Bottle, importado de San Francisco, con un local enterrado en los pasillos del Rockefeller Center. Sobre la Av. Lexinton, entre 58 y 56, Little Collins, un diminuto café de estilo australiano con un menú internacional de sándwiches y el riguroso Down Under, un espresso con leche hirviendo y el “píccolo” (la latte infantil). Antes de que Leon Unglik abriera su local en 2013, era un abogado corporativo en midtown y se deprimía por las opciones que el negocio le presentaba. Hasta que instaló su local de espresso “en serio” en su departamento de Tribeca y el vecindario respondió. Pero ninguno fijó tanto su dominio en el midtown como Culture Espresso. El primer local abrió en 2009, cerca de la 38 y Av. de las Américas, un área camino de ser distrito emergente. A unas pocas cuadras, cinco años después inauguró un segundo local perdido en el medio de la calle 36 Oeste, en el llamado Garment District, teniendo por único recurso una máquina Synesso de US$ 25 mil. Pronto tuvo sus fans. “El café corto está bien, el espresso agradable, las cookies le ganan a cualquiera”, dijo Matt Buchanan, editor de Eater, sitio web de restaurantes y cultura. Sus dueños intentan construir la cultura del café en serio, trabajando exclusivamente con empresas de culto como Heart, de Portland, Oregon, y sirven una acotada lista de clásicos como el de filtro, el espresso y el café frío. El gerente general de Culture, Johny Norton dijo que los tres locales de midtown –el último abierto en Hell’s Kitchen, en febrero– fueron concebidos al recorrer las calles y ver en qué zonas faltaban cefeterías. “Cuando vas en contra de las grandes marcas, como Starbucks y Prêt à Manger te reciben como a un héroe universal”, aseguró. ¿Qué otro vecindario necesitará un boom de café? “El World Trade”, dijo Buchanan, quien predijo que “Para el Café, downtown podría ser el nuevo midtown”.