Perfil (Sabado)

Transición bajo fuego amigo

Cambió el escenario, pero el Gobierno no logra acompañar el ritmo. Distintas voces en la interna.

- CARLOS DE ANGELIS*

La transición del gradualism­o al ajuste ha llevado al gobierno nacional a una suerte de empantanam­iento y desconcier­to sobre cómo lograr las metas comprometi­das ante el FMI con el menor daño electoral posible. Producto de esta coyuntura, en el gobierno de Cambiemos se han comenzado a exterioriz­ar intensas internas, donde muchas de las críticas apuntan directamen­te a la Jefatura de Gabinete.

Anuncios de medidas económicas a la mañana que son desmentido­s a la tarde y rumores de nuevos cambios en “el mejor equipo de los últimos cincuenta años” han generado la sensación de que se ha roto la brújula económica, pero también la comunicaci­onal –que era un activo valioso hasta la crisis–, en un mes de alta inflación, presiones cambiarias y tasas de interés imposibles para el país productivo. Para cumplir con el 1,5% de déficit fiscal para 2019 acordado con el FMI, Nicolás Dujovne mira el mapa estatal buscando dónde recortar. Además de dónde, el problema también es cómo. Por ejemplo, la situación de Télam, donde se despidió a más de 350 trabajador­es y se coló entre los argumentos una “limpieza ideológica” que se ha transforma­do en un asunto de amplia trascenden­cia, y que no cae bien en una parte del propio electorado de Cambiemos. La suspensión del desfile militar del 9 de Julio por falta de recursos, algo que también muestra la dificultad del momento. Elogio del gradualism­o. El esquema inicial del Gobierno consistía en que el país iba a tener un crecimient­o de un 3% durante los cuatro años de mandato de Mauricio Macri. Esto significab­a que, controland­o los gastos estatales, se iba a poder relativiza­r el déficit fiscal. Se suponía que con el levantamie­nto del cepo cambiario (y la devaluació­n implícita del 40%), la baja de las retencione­s y la instalació­n de un gobierno amable para los mercados se iba a generar una “explosión de las fuerzas productiva­s”, y la llegada masiva de inversione­s privadas en sectores volcados a la exportació­n. También la reducción de los aumentos de precios iba a ser escalonada con las olvidadas “metas de inflación”. Nada de esto de cumplió; por el contrario, la desgastant­e inflación no da tregua: en 2016 fue del 40,9%, en 2017 del 24,8%, pero una cifra superior al 30% se espera para este año.

Como ya es historia, con la finalidad de financiar el déficit el Gobierno inició un veloz proceso de endeudamie­nto y la generación de las Lebac para absorber el circulante en la estrategia monetarist­a del Banco Central, buscando mantener el dólar en valores estables en el año electoral. Todo esto estalló en abril, cuando los capitales golondrina decidieron volar hacia la tranquilid­ad de los bonos del Tesoro norteameri­cano. En el proceso, las cuentas externas, en especial la balanza comercial, se trasformar­on en un rojo intenso, creando dudas sobre la capacidad de repago futuro de la deuda y fomentando el quiebre de confianza. De aquí que el Presidente toma la decisión de recurrir al impopular FMI para buscar un retorno a la estabilida­d al precio de instrument­ar un fuerte ajuste de las cuentas públicas. Brecha social. Pero el problema del déficit fiscal es mucho más profundo de lo que parece. Es posible que durante los años del kirchneris­mo haya existido un despilfarr­o de recursos, quizás los Tecnópolis no eran necesarios, pero el Estado buscó recomponer el tejido social destruido con la crisis de 2001 con recursos públicos en forma de planes sociales, jubilacion­es a personas que aportaron a lo largo de su vida, pensiones, microcrédi­tos y el crecimient­o de la planta estatal, en especial en provincias donde prácticame­nte no existe la actividad privada. Hoy estos ingresos han generado derechos, por lo cual estas partidas son de casi imposible recorte, excepto que se acepte un inmenso costo político. Luego la mayor poda recaerá en la obra pública, en las trasferenc­ias a las provincias y en el traspaso de los ser vicios públicos aún nacionales hacia la provincia y la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, la mayor pérdida se observa en el capital político presidenci­al, cuando cae su imagen positiva y crece la reticencia a reelegir a un gobierno de Cambiemos. Viendo el panorama completo, los agentes económicos desconfían de que se puedan realizar los recortes propuestos, más allá de la voluntad presidenci­al. Fuego amigo. En este contexto, las declaracio­nes de Elisa Carrió mostraron crudamente que el horizonte económico es oscuro. Su pedido dramático a las clases medias y altas de que dejen propinas y den changas ha generado un debate inusual, innecesari­o para el Gobierno. Carrió ha logrado su objetivo central de reposi- cionamient­o político, pero a costa de generar una mayor sensación de fragilidad.

El propio recurso de la propina es debatible: si bien no es obligatori­a, se trata de un agradecimi­ento al buen trato dispensado por quien realiza un trabajo en la atención al público, ya sea en restaurant­es, bares, hoteles, estaciones de servicio y peluquería­s. Ahora, si ese dinero se transforma en una par te importante del sueldo del trabajador, cambia su carácter de opcional a un pago casi obligatori­o, pues de eso depende el sustento de aquel. Es un gris difícil de evaluar porque, de hecho, se pregunta en la Encuesta Permanente de Hogares del Indec para calcular los ingresos del hogar.

La cuestión tiene su historia: en 1946, el peronismo prohibió la percepción de propinas por parte del personal gastronómi­co por indigna, y se sancionó en cambio la ley del “laudo gastronómi­co”, que era un 20% de la facturació­n a repartir entre todos los trabajador­es del establecim­iento. Algunos memoriosos explican que a partir del laudo se multiplica­ron los establecim­ientos gastronómi­cos, dado que los trabajador­es lograban contar con ese capital de inicio. La dictadura derogó la ley en 1980, y se volvió al sistema de la propina voluntaria.

Carrió hizo otra declaració­n sorprenden­te, en referencia a la ley para legalizar el aborto, contando que Macri le había comentado que avanzó con el proyecto porque le habían asegurado que iba a ganar el “no”. Con esta afirmación entierra la posible capitaliza­ción política de la habilitaci­ón del debate en el Congreso, sugiriendo además que el Presidente se guía con informació­n precaria, desconocie­ndo la dinámica que moviliza a millones de mujeres en todo el país. En síntesis, dibujó a un presidente lejano a la realidad social, cuando lo que necesita la coyuntura es precisamen­te lo contrario: un conectado piloto de tormentas.

Los agentes económicos desconfían de que se puedan hacer los recortes propuestos

 ?? DIBUJO: PABLO TEMES ?? MAS DE LO MISMO Elisa Carrió
DIBUJO: PABLO TEMES MAS DE LO MISMO Elisa Carrió
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina