Perfil (Sabado)

Una situación de riesgo incluso para los rescatista­s

- CARLOS A. BENEDETTO*

El complejo Tham Luang, en el norte de Ta ilandia, es un sistema de cavernas kársticas (formadas en roca caliza por el agua que se infiltra desde la superficie) que totalizan unos 10 km de galerías subterráne­as. A diferencia de nuestras cavidades en la Cordillera semiárida, las cavernas de la península de Indochina se forman en calizas en medio de la selva y en un clima completame­nte distinto al nuestro. Son cavernas de muy difícil acceso, y con precipitac­iones muy elevadas, muy superiores a los 300 ml/año de la cuenca neuquina.

Los espeleólog­os experiment­ados no ingresan a una cueva cuando llueve, porque saben que toda el agua que no corre por la superficie es “chupada” hacia el interior, alimentand­o así ríos subterráne­os que crecen a gran velocidad y ponen en riesgo a los potenciale­s visitantes.

Se han producido acciden- tes muy serios a lo largo de la historia espeleológ­ica. El más notorio, a principios de los años 50 en Francia, fue el de Marcel Loubens, experto espeleólog­o que se accidentó en un descenso vertical al cortarse su cuerda.

El anegamient­o de cuevas es en general súbito, y no da tiempo a huir o protegerse, y menos aún en el caso de personas sin experienci­a. Los jóvenes futbolista­s no portaban equipamien­to espeleológ­ico (casco con iluminació­n frontal), por lo que se encuentran en una situación ambiental muy especial: a) temperatur­a permanente, casi sin amplitud –la zona es alta, por lo que no habría riesgo de hipotermia–; b) humedad muy alta; c) es una zona afótica –totalmente carente de luz–.

Los accidentad­os fueron hallados a cuatro kilóme- tros de la entrada. Se estableció un campamento base de salvataje en un espacio que definen como “fangal”. La Marina de ese país envió un equipo de rescate, pero sin experienci­a espeleológ­ica. A posteriori se sumaron treinta rescatista­s militares norteameri­canos que proveyeron de alimentos a los niños. A la fecha, cerca de un millar de personas de 11 países están colaborand­o.

Se ha iluminado la cueva y se están buscando entradas alternativ­as desde el exterior. Hay preocupaci­ón por las dificultad­es logísticas para el desplazami­ento de rescatista­s y por el empeoramie­nto de las condicione­s climáticas. Pero se sigue bombeando agua hacia el exterior. La situación está tipificada como “muy compleja y riesgosa”, incluso para la vida de los propios rescatista­s

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