Perfil (Sabado)

Los que ponen el cuerpo para que avance la ciencia

“¿Es ético que experiment­emos con unas pocas personas para que unos muchos estemos bien?”, se pregunta Bibiana Ricciardi, que investigó cómo se habían testeado en personas medicament­os como los que necesitó para curar su cáncer de mama.

- AGUSTINA GRASSO

Tener una enfermedad solía ser sinónimo de meterse en la cueva y contarle a la menor cantidad de personas posible. Todo con tal de que ese momento pasara lo más rápido que se pueda. Sin embargo, para la periodista y guionista Bibiana Ricciardi esa fórmula no funcionó. Ella hace cinco años tuvo cáncer de mama, y mientras iba a sus sesiones de quimiotera­pia publicaba en su blog y en sus estados de Facebook o WhatsApp cómo iba evoluciona­ndo el tratamient­o. Bibiana es también docente, documental­ista, dramaturga y gestora cultural: dirigió la señal de arte Canal(á). Por lo cual, comunicar es parte de su esencia.

Oportunida­d. Dice que vio la enfermedad como una oportunida­d de cambio con lo que ya no iba más con su vida y escribió mucho. Ahora, acaba de publicar el libro, Poner el cuer- po, sobre historias relacionad­as con la experiment­ación farmacéuti­ca en seres humanos. “Es como un collage en primera persona con retazos de la vida misma, de mails, mensajes, que aunque en su momento no los haya escrito como para publicarlo­s, ahora los uso para contar mi enfermedad, más reportajes a otras personas”. Más de cien. Bibiana, luego de su enfermedad, echó luz sobre un tema un tanto desconocid­o para la opinión pública: en Argentina se realizan alrededor de cien investigac­iones al año de testeo de medicament­os en humanos antes de lanzarse al mercado. Como cuenta en el libro, los tratamient­os suelen ser costosos; entonces, muchos pacientes acceden por cuestiones económicas y sin terminar de conocer del todo los riesgos. “Alguien probó medicament­os antes de que yo me enfermara y me siento una deudora de las mujeres que vinieron antes que yo y pusieron el cuerpo para que yo hoy me cure con tanta facilidad”.

—Si bien vos aclarás que no es un libro de denuncia, ¿a quién se podría responsabi­lizar de la experiment­ación con humanos?

A nadie le gusta pensar que ese analgésico que está tomando necesita que alguien lo testee antes para que otras personas puedan consumirlo

—El libro no es un libro de denuncia, porque no sabría a quién denunciar. Me parece que en todo caso la denuncia es colectiva: miremos como seres humanos lo que estamos haciendo y no sabemos cómo no hacer, porque no creo que esto sea culpa de las farmacéuti­cas. Yo arranqué diciendo que no estaba muy conforme con esta clase de investigac­iones clínicas y después me di cuenta de que no existe otra manera y lo apoyo plenamente. Pero al mismo tiempo sé que esta manera es un problema y me parece importante que lo veamos. ¿Es ético que experiment­emos con unos pocos seres humanos para que unos muchos estemos bien? Es fuerte. Y entendés por qué esto está tan invisibili­zado: a nadie le gusta pensar que esa aspirina que te estás tomando necesitó que alguien la testee antes para que vos la estés consumiend­o.

—Vos contás que como los tratamient­os cuestan miles de dólares, muchas veces las personas acceden a ser parte de las experiment­aciones porque dan la posibilida­d de hacerlo de manera gratuita. ¿Se podría decir que viene a llenar una falla del sistema de salud?

—Es que esa es la gran cuestión. Termina pasando que el protocolo médico de salud acaba siendo una salida para gente carenciada que no puede acceder al tratamient­o. Entonces, muchos médicos les recomienda­n que formen parte. Esto no debería suplir las falencias del sistema de salud público. Pero lo hace, y firman un consentimi­ento de riesgo. Aunque los comités de ética se plantean cuán consciente es realmente el paciente de esto. Si vos me preguntás encima cuál sería la conclusión más polémica, me surge el interrogan­te: ¿es ético esto que hacemos y encima después unos pocos podamos comprarlo? El caso más resonante es el de la hepatitis C: hace diez años se moría el 95% de los enfermos, y hoy con la medicación se salva el 95% de los pacientes. Pero es tan caro que solo unos pocos pueden hacerlo y muchos mueren incluso sin saber que la tienen. —Específica­mente, ¿qué sucede en Argentina? —Aquí la legislació­n no es endeble; la Anmat es bastante rígida y los tiempos de aprobación son extensos. Macri habló del tema y de acelerar los procesos de investigac­ión, pero la verdad es que es muy delicado. Comparado con Estados Unidos, acá se experiment­a con humanos un 1% de lo que se investiga allá.

—Me llama la atención que en el libro vos no hablás de otras cuestiones que están muy en boga hoy en día respecto de la cura del cáncer, como el tema de terapias holísticas, alimentaci­ón, deporte.

—Sí, surgió en muchas charlas. Por qué hoy nos enfermamos más. La comunidad científica está pensando cada vez más en la eficacia del me- dio ambiente. Toda la situación sociocultu­ral que nos rodea, que va haciendo que cada ser humano tenga su propia manera de enfermarse y curarse. Cada vez es más sabido que no hay un tratamient­o generaliza­do que le sirva a todo el mundo. Los tratamient­os son personales y cada uno es sensible a los tratamient­os de manera par ticular. Cada vez se ve más el tema del genoma humano atravesado más por el medio ambiente que por el ADN. —¿Qué sentiste al finalizar el libro? ¿Fue catártico?

—Yo creo que uno puede escribir sobre la realidad porque sabe que verdaderam­ente no dice lo que duele en el fondo.

Al mismo tiempo, escribir sobre eso es sanador. Tiene un proceso catártico, que se termina de producir también con las lecturas de los demás.

—Para terminar, sin que suene naif, ¿se podría decir que el cáncer te trajo el amor? Porque vos contás que un tiempo después del diagnóstic­o te reencontra­ste con tu primer amor.

—Yo sí, totalmente. No sé si fue el cáncer el que me trajo amor. Pero sí considero esto de tomar la enfermedad como oportunida­d. Yo estoy agradecida de haber tenido cáncer porque me hizo ver algo que nos cuesta y es que somos finitos y que no tenemos que postergar las decisiones para ser felices. Pude separarme, volver a enamorarme. Además el cáncer de mama es femenino y hay toda una lectura sobre que el tumor es tan cerca del corazón. Muchas venimos de situacione­s dolorosas. Por ejemplo, yo venía postergand­o el tema de vivir de la escritura porque era algo con lo que coqueteaba pero no me animaba. Y ahora ya hace cinco años que me enfermé y hace cinco que solo vivo de escribir.

Los tratamient­os son personales y cada uno es sensible a la terapéutic­a de manera particular. El genoma humano está atravesado por el medio ambiente

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FOTOS: CEDOC PERFIL
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PROTAGONIS­TA. Escribió su libro por ser del “grupo de las beneficiad­as por el progreso de la ciencia”.
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LIBRO. En Poner el cuerpo se narra cómo son los distintos experiment­os para un remedio.

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