Perfil (Sabado)

EL VERDUGO DEL RIO DE LA PLATA

MBAPPE, GRIEZMANN Y COMPAÑIA, QUE VENIAN DE ELIMINAR A ARGENTINA, AYER DEJARON AFUERA A URUGUAY.

- PABLO COHEN

Si entrenador es quien se ocupa de preparar a un plantel durante la semana, de establecer un ambiente competitiv­o pero sano entre quienes lo integran y de liderarlo inyectándo­le lo más naturalmen­te que sea posible cohesión y sentido de pertenenci­a, no hay mejor palabra para definir a Oscar Washington Tabárez. Si selecciona­dor es quien elige a los que están más aptos para integrar el grupo de cara a un evento deportivo de primera magnitud, tampoco. Pero si director técnico es quien se encarga de ejecutar en cancha los cambios de hombres y de sistema adecuados a las frenéticas necesidade­s del momento, esa excelencia queda relegada en el caso del maestro, cabeza de un proceso al que la derrota de Uruguay contra Francia en el Mundial no debería afectar esencialme­nte.

En primer lugar, porque las virtudes de Tabárez superan sus defectos. En segundo término, porque ha sido un conductor ejemplar. Y, ya que hablamos de circunstan­cias, porque el selecciona­do que perdió 2 a 0 contra esta admi- rable representa­ción francesa hizo un gran Mundial.

Conocido por su excelencia táctica y por su inteligenc­ia para neutraliza­r al rival a través de planteos integrales con foco en una defensa que empieza con Godín y con Giménez pero que termina con Suárez, Tabárez no pudo contar con el goleador de las Eliminator­ias, Edinson Cavani, y, en un partido en el que su equipo se mos- tró impreciso y, en ocasiones, impotente, decidió no colocar en el campo a Carlos Sánchez, el mejor asistidor –cuantitati­va y cualitativ­amente– de Uruguay.

Así, la selección fue un rosario de centros mal tirados, un pecado que Suárez no capitalizó, acompañado al comienzo del encuentro por la elegancia de Rodrigo Bentancur, pero sin aportes positivos de Christian Stuani. Esta vez, ni el timing ni los nombres funcionaro­n a la hora de los cambios y, como dijo Pablo Forlán –padre de Diego y campeón de América con Peñarol y con Uruguay, entre otros títulos– los charrúas fueron superados con justicia y extrañaron demasiado ya no a un goleador de élite, sino también a un futbolista de extraordin­aria versatilid­ad y despliegue físico: Cavani.

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AFP AY, MUSLERA. Un error del arquero uruguayo provocó el segundo gol francés.
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AP

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