Oreiro logra que su ángel contagie
RE-LOCA
Dirección: Martino Zaidelis Guión: Andrés Aloi y Martino Zaidelis Intérpretes: Natalia Oreiro, Diego Torres, Gimena Accardi, Fernán Mirás, Pilar Gamboa y Hugo Arana Origen: Argentina (2018) Duración: 100’
Natalio Oreiro posee esa luz, esa potencia que la hace no solo una estrella (en un mundo donde los instagrammers pueden serlo, ¿cuál es el valor de la palabra?) sino una presencia distinta en una pantalla de cine. Donde otros actores o actrices parecen pelear contra su presente musical o su estereotipo, Oreiro es dueña de la escena que pisa, de la película que encara. Tal es el caso de Re-loca, un objeto que apunta directo a las pelotas del día a día (burocracia, falta de respeto machirula, envidia y encasillamiento profesional, y alguna que otra caricatura a sumar a esos males –por ejemplo, la ducha fría o el marido “aaaarrrrtista”–). Sí, la caricatura rodea a su personaje enojado, agotado, frustrado, pero es ella la que eleva la revancha que nacerá por un truquillo (hay mucho de comedia de los 80 inocente en la ópera primera de Martino Zaidelis).
La película logra ser efervescente, pero eso lo logra gracias a Oreiro y lo hedonista que puede ser verla hacerse dueña de un personaje así. Las situaciones, claro, quedan servidas en bandeja para que ella resalte: desde los instantes agobiantes hasta los volcánicos (donde la comedia radica principalmente en alguien que dice basta a miserias bastantes cotidianas aunque, como dijimos, pasadas por la fritura de la exageración). Se siente que Zaidelis y Oreiro querían divertirse, querían ser ligeros, aunque también morder (al menos con los letales colmillos de la comedia) la cotidia- nidad y saludar con ganas a la comedia clásica, esa que siempre ha sido querida pero que ha dejado de hacerse. Cuando es predecible, lo sabe, y brilla con ello. Cuando esquiva la rutina del género, a veces da unos pasos un poquito más allá (llegando a tropezar con su propia alegría).
Re-loca parece siempre saber lo que hace, y cuando no lo sabe, es porque ese milagro en el cine llamado Natalia Oreiro logra que su magia contagie a la película.