La Academia busca subir su propio rating
Es sabido que la Academia de Artes y Ciencias Cinematog rá f icas de Hollywood tiene su forma particular de elegir ganadores del Oscar. Nadie en su sano juicio supone, a esta altura, que la película que haya ganado la estatuilla al mejor film de un año sea, en efecto, lo mejor que se produjo en ese período. Los premios, se sabe, rara vez condicen con la calidad.
Quizás como forma de dejar más en claro que nunca que a la Academia le interesa sobre todo el negocio del cine –eso que suele llamarse “la industria”–, esta semana dio a conocer a sus miembros dos cambios que se van a producir en breve –se desconoce si para los galardones que se entregarán el año próximo o si será a partir del 2020–. Uno de ellos es que decidieron que las transmisiones de la ceremonia durarán un máximo de tres horas, y que para lograrlo algunas estatuillas –se estima que aquellas destinadas a los rubros más técnicos– se entregarán en los cortes publicitarios y luego se pasarán pantallazos con los discursos de los vencedores. La otra novedad es que se abrirá una categoría destinada a Película Popular, sin aclarar en el comunicado a qué se refiere por algo así. –¿El resultado en la taquilla?, ¿el presupuesto de la competidora?, ¿la temática menos controvertida?, ¿va a haber un jurado específico que determinará qué es popular y qué no?, ¿no se supone que el cine de por sí es una expresión artística popular, comparada con la literatura o el teatro?, ¿la categoría de película animada no apuntaba ya a lo más popular?–.
“Estamos comprometidos a hacer un show entretenido de tres horas, para que los Oscar sean más accesibles para la audiencia de todo el mundo”, señaló el presidente de la Academia John Bailey en el comunicado donde se daba cuenta de los cambios que se vienen.
Lo cierto es que las dos medidas anunciadas fueron leídas por los principales medios especializados como una estrategia en una misma dirección: el manotazo de ahogado, hablando en criollo.
Si algo desespera a los directivos de la Academia –no necesariamente a sus miembros– es la forma en que la transmisión ha ido perdiendo audiencia con el correr de los años. Este 2018 el show de más de cuatro horas fue visto por 26,5 millones de personas, un 20% menos que el público del 2017. Menos rating en estos casos significa menor valor del segundo publicitario, lo que redunda en una baja en los montos que los canales de televisión le pagan a la Academia por los derechos de emisión.
Se presume que la nueva categoría permitirá que sean nominados films fundamentalmente de superhéroes, que nunca hubieran aspirado a ser considerados lo mejor del año, pero que cuentan con tantos fans en el mundo que se pondrán a ver la entrega para ver la suerte de sus favoritos. Una forma de que la Disney –cuya señal Abc suele transmitir la ceremonia– esté contenta.