Perfil (Sabado)

ESO SE LLAMA MICROCLIMA

Los daneses transforma­ron una fundidora de hierro en una cervecería y una carnicería en bar. Líderes del diseño y ciclistas empedernid­os, ni el frío despiadado los detiene. Lo mejor de Nyhavn, Norrebro y la calle Bredgade, para disfrutar y hacer compras.

- INGRID K. WILLIAMS*

Una década puede hacer una gran diferencia. Copenhague hoy es una ciudad transforma­da, un centro para todos los ámbitos de la creativida­d, desde el arte hasta la arquitectu­ra, el diseño y la gastronomí­a. Esta urbe ya no es una capital escandinav­a somnolient­a; es un sitio hermoso que halló el éxito jugando con las expectativ­as. Los ciclistas se apoderan de las avenidas incluso durante el punto álgido del invierno. La tierra casi inhóspita originó un movimiento culinario. A pesar de su distancia de los viñedos europeos, la ciudad danesa se considera una de las mejores en el mundo en cuanto al vino natural. El único problema para los viajeros que la visitan actualment­e es estar al tanto de todo lo que hay de nuevo cada semana. Día 1. Al otro lado del puente Su iniciación en la naturaleza cambiante de la localidad es Inderhavns­broen (Inner Harbor Bridge), un puente para ciclistas y peatones que conecta los distritos de Nyhavn y Christians­havn. Terminada en 2016, la estructura es el enlace final del Círculo del Puerto, una ruta de 12,8 kilómetros para ciclistas y peatones que atraviesan muchas vías navegables de esta ciudad marítima. Aunque el puente en sí no es de calidad, el impresiona­nte paisaje abarca el pasado y el futuro: el histórico Nyhavn con sus filas de casas coloridas y el canal del siglo XVII; la isla de Papiroen; el edificio gris de piedra que antes albergaba el Noma (el aclamado restaurant­e neonórdico se reinauguró en un espacio cercano); e hitos modernos de la arquitectu­ra, entre ellos el neofuturis­ta Teatro de la Opera y la Biblioteca Real con su fachada negra y angular. Los daneses son conocidos por ser expertos en el diseño, aunque el sentido innato del estilo también se observa en sus guardarrop­as. Para tener un atuendo escandinav­o discreto, hay que ir a Project 4, una pequeña tienda en el barrio latino llena de mochilas funcionale­s de lona de Sandqvist, suéteres de lana de Klitmoller Collective y chaquetas de piel de la

6,42 DKK (coronas suecas ) vale un dólar de EE.UU.

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LA SIRENITA. La escultura de bronce, de 1913, sigue siendo el ícono de la ciudad. Está sobre la costa Langelinie.

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