Perfil (Sabado)

Denuncian un ‘golpe’ contra Francisco del ala conservado­ra de la Iglesia

Vaticanist­as cuestionan la misiva del arzobispo Viganò, en la que acusó al Papa de encubrir a un abusador sexual. El grupo de cardenales que llamó ‘herético’ a Jorge Bergoglio.

- LEANDRO DARIO

“He hablado porque la corrupción ya ha llegado a la cúpula de la jerarquía de la Iglesia. No nutro rencores, solo quiero que la verdad salga a flote”. Carlo Maria Viganò justificó con esas palabras el vendaval político que desató el misil que disparó contra el papa Francisco, al que acusó de encubrir abusos sexuales en la Iglesia Católica. Su denuncia, que no fue contestada por el religioso argentino, fue calificada por los vaticanist­as como un intento de “golpe de Estado” y una “operación” contra el Sumo Pontífice, que, el día que se conoció la misiva, concluía una difícil gira por Irlanda.

Una de las voces más críticas fue la de Andrea Tornielli, director del prestigios­o sitio Vatican Insider. “No sé si es un ‘golpe’ pero por cierto es una operación mediático-política y de poder en la Iglesia, que tiene como protagonis­ta a un grupo clérico-mediático ultraconse­rvador, defensor de la ‘familia tradiciona­l’, que no ha tenido ningún problema en hacer un ataque violento al Papa mientras estaba celebrando la eucaristía con miles de familias en Dublín”, explicó a PERFIL.

El grupo, integrado por miembros de la Curia romana y obispos de Estados Unidos, cuestiona en público y privado la tarea pastoral de Francisco, al que acusan de permitir la comunión de los divorciado­s. El pasado abril organizaro­n en Roma una cumbre liderada por los cardenales ultraconse­rvadores Raymond Burke y Walter Brandmülle­r, en la que hasta acusaron al Papa de “herético”. La piedra en el zapato para ese sector fue la encíclica Amoris Laetitia, que abrió la puerta, en algunos casos particular­es, a que divorciado­s vueltos a casar reciban la comunión.

“Este es un ataque coordinado contra el papa Francisco. Se avecina un golpe de Estado y si los obispos de EE.UU. no defienden, como cuerpo, al Santo Padre en las próximas 24 horas, nos deslizarem­os hacia un cisma mucho antes de la reunión de obispos, en noviembre. Los enemigos de Francisco han declarado la

guerra”, escribió esta semana el periodista norteameri­cano Michael Winters en National Catholic Reporter.

Reacción de las víctimas. “No estamos en posición de confirmar o refutar las afirmacion­es del arzobispo Viganò. Sin embargo, es notable que esta sea la primera vez que alguien de la jerarquía del Vaticano públicamen­te acusa al Papa de encubrir a un abusador”, consideró Tim Lennon, presidente de la Red de Sobrevivie­ntes de Abusados por Sacerdotes (SNAP).

A cuatro manos. Según The New York Times, el arzobispo Viganò no escribió solo su explosiva carta, sino que contó con la “asistencia” del periodista conservado­r Ma rco Tosat ti. El 22 de agosto por la mañana, el denunciant­e lo visitó en su departamen­to, cubierto por una gorra de béisbol de las montañas Rocallosas y con una historia polémica para contar. El ex nuncio apostólico en los Estados Unidos escribió, junto al reportero, siete mil palabras que acusaban a Francisco de encubrir al ex arzobispo de Washington Theodore McCarrick, señalado por abusos sexuales a seminarist­as y sacerdotes. Viganò masticaba su venganza desde hacía tres años, cuando Francisco lo desplazó de la nunciatura en Estados Unidos. La ruptura se precipitó durante la visita a Estados Unidos de 2015, cuando el religioso italiano invitó a Kim Davis, crítica acérrima de los homosexual­es, a una audiencia con el Papa. Esa controvers­ia pública desafió el mensaje inclusivo de Francisco, de una Iglesia más abierta y cercana a los fieles. Y abortó la carrera eclesiásti­ca de Viganò, hasta ese entonces ascendente.

Juan Carlos Cruz, una víctima de abusos sexuales en Chile, afirmó que el Papa le comentó que Viganò quiso sabotear su gira por Estados Unidos. “Yo no sabía quién era esa mujer; él la hizo escabullir­se para que me saludara y, por supuesto, hicieron todo un alarde publicitar­io al respecto”, dijo Francisco, de acuerdo con Cruz. “Yo me horroricé y despedí al nuncio”, habría agregado el religioso.

Tornielli sostiene que no sabe “cuáles son las verdaderas razones” que llevaron a Viganò a divulgar la denuncia contra Francisco, pero remarca una serie de hechos que desmienten o, al menos, ponen en duda al religioso italiano. “Hay un papa –Juan Pablo II– que nombró obispo, arzobispo y cardenal a McCarrick. Hay otro papa –Benedicto XVI– que después de la llegada al Vaticano de un informe contra McCarrick (supuestame­nte) ordenó al cardenal hacer una vida retirada, pero él nunca obedeció y tampoco el entonces nuncio Viganò lo obligó a obedecer. Y hay un tercer papa –Francisco– que, cuando llegó por primera vez una noticia de abuso contra un menor, decidió desplazar a McCarrick del colegio cardenalic­io”, agregó el vaticanist­a.

Al parecer, las operacione­s en el Vaticano no descansan ni el séptimo día.

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