COLONIZADOS POR LA PELOTA
EL FUTBOL NACIO COMO PRETEXTO PARA DISCIPLINAR A LOS OBREROS BRITANICOS Y SE EXTENDIO CON LAS CONQUISTAS. HISTORIA DE UN DEPORTE DE CLASE ALTA QUE SE MASIFICO.
Con la aparición del tiempo libre entre la clase obrera británica –el descanso sabático–, distintas instituciones comenzaron a difundir la práctica del fútbol como una herramienta ampliamente disciplinadora: las escuelas de la clase obrera, reproduciendo el modelo de las élites, pero principalmente las fábricas y las congregaciones religiosas. Las primeras (con ejemplos como West Ham, el Arsenal o el Manchester United), porque el fútbol permitía la creación simultánea de sentimientos de solidaridad entre sus obreros y a la vez de orgullo por la empresa; las segundas (cuyos ejemplos más tradicionales son clubes como el Aston Villa o el Bolton Wanderers), porque los religiosos veían en el deporte un modo de sustraer a los obreros de distracciones poco santificadoras: el alcohol, antes que nada, pero también la sexualidad mediante la convocatoria a prácticas tan atractivas como el fútbol. Todas estas pautas, en mayor o menor medida y con características particulares en el continente, reaparecen en el caso latinoamericano.
Lo cierto es que esa popularización se reveló como masiva hacia la década de 1880, por lo que la Football Association británica reconoció ese carácter de people’s game (el juego del pueblo) sancionando el profesionalismo en 1888: esto terminó de decidir la apropiación definitiva del juego por la clase obrera británica, ya que le permitía una dedicación exclusiva que, hasta ese momento, estaba limitada por los ingresos y el tiempo libre. Cuando los jugadores provenientes de la clase obrera transforman la práctica en trabajo, el ciclo de popularización está terminado. Como ocurrirá en todos los casos, en Europa o en nuestro continente, que los practicantes sean de origen obrero suele influir en sus públicos: el fútbol británico será, hasta la última década del siglo xx, una marca clave de la cultura obrera. Sin embargo, sus administradores seguirán siendo miembros de las élites progresivamente, más burgueses que aristócratas.
En pocos años, esos deportes codificados en la Inglaterra industrial invaden el mundo. En el caso del fútbol, la difusión europea permite la creación, en 1904, de una federación internacional, en la que participan Bélgica, Dinamarca, España, Francia, Holanda, Suecia y Suiza, y que será llamada definitivamente en francés Fédération Internationale de Football Association gracias a la ausencia británica los ingleses se unieron al año siguiente, se retiraron en 1920, regresaron en 1924, volvieron a retirarse en 1928, regresaron definitivamente en 1946. Para ser una potencia imperial que inundaba con fútbol el mundo, el Imperio británico fue bastante renuente a dominar las organizaciones mundiales. Al mismo tiempo, esto respalda las afirmaciones del historiador holandés Maarten van Bottenburg: aunque la invención fuera británica, cada cultura deportiva europea, pero también las latinoamericanas se desarrolló con bastante autonomía. Incluso, las dos grandes figuras de la explosión de las competencias internacionales fueron dos franceses: Pierre de Coubertin, el inventor de los Juegos Olímpicos modernos, y Jules Rimet, el creador de las Copas del Mundo de fútbol. El gran crítico literario palestino Edward Said afirma, en Imperialismo y cultura, que la historia de todas las culturas es la historia de los préstamos culturales. La expansión de los deportes modernos parece seguir, en el caso europeo, la misma pauta. Sin duda, la difusión global de los deportes modernos ocurre al mismo tiempo que la constitución de los mercados globales y los imperios coloniales, pero los países europeos que adoptaron el fútbol inglés no se vieron sujetos a dominaciones imperiales o a situaciones coloniales o poscoloniales. Parece tratarse, más bien, de una situación de hegemonía cultural, en la que el fútbol aparece como una práctica atractiva organizada por el prestigio del sistema escolar británico para la formación de las élites, y luego se difunde y populariza siguiendo el mismo modelo: desde las clases altas anglófilas se produce una masificación a cargo de las clases medias para luego completarse el proceso con la apropiación de las clases obreras y el consecuente abandono por parte de las élites.