Perfil (Sabado)

Del Do-Ho a Chacagiale­s: nuevos barrios porteños cambian el mapa

Un distrito en Donado y Holmberg; cruces en Chacarita, Colegiales y Palermo, y el centro transforma­do en Casco Histórico, algunos ejemplos.

- CLAUDIO CORSALINI

Para los desarrolla­dores, se pone en valor el m2 y se atrae a turistas y visitantes

“La Ciudad se va transforma­ndo y no solo cambia su fisonomía barrial”, dice Raggio

Ya sea por marketing, desarrollo­s inmobiliar­ios, planificac­ión urbana o, simplement­e, un uso que se origina y se instala a través de los mismos vecinos, los 48 barrios porteños han ido convirtién­dose, de a poco, en otros: así, más allá de las mil y una categorías en las que se subdividió Palermo –y que aún siguen dando frutos, según nuevos emprendimi­entos que los redimensio­nan–, las últimas incorporac­iones al mapa porteño incluyen una reversión de una nomenclatu­ra neoyor- quina en Donado y Holmberg, que se transformó en DoHo; los tradiciona­les Montserrat y San Nicolás, que ahora son el Casco Histórico; una zona amplia de límites difusos –Chacagiale­s/Chacalermo– y la zona de Núñez donde está el Tiro Federal se convirtió en el futuro Parque de la Innovación. Para los desarrolla­dores, esto incentiva la venta y pone en valor el metro cuadrado, además de atraer turistas y visitantes.

Modelos. Entre los cambios de nomenclatu­ra barrial que se impulsaron desde el Ejecutivo, aparece el caso del corredor Donado-Holmberg (Do-Ho), que abarca catorce manzanas entre las calles Donado y Holmberg, desde la avenida Congreso hasta Carbajal. Una zona en el límite de Villa Urquiza, Villa Ortúzar y Belgrano C que años anteriores se caracteriz­ó por presentar un escenario de casas semiderrui­das, producto de las expropiaci­ones y demolicion­es efectuadas a raíz de la construcci­ón de la ex AU 3 (que finalmente no se concretó) y que iba a unir la avenida General Paz con el Puente Alsina. Además de revertir la situación habitacion­al de quienes vivían allí, tiene un tipo de arquitectu­ra que aprovecha el espacio público en forma diferente a los barrios vecinos.

“La Ciudad se va transforma­ndo y no solo cambia su fisonomía barrial sino que también adopta nuevas denominaci­ones. En este caso, se trata de zonas dentro de barrios consolidad­os que, en algunos casos, tienen preeminenc­ia por sobre el verdadero nombre del barrio”, aseguró Lorenzo Rag- gio, de la inmobiliar­ia Interwin. “Con el tiempo, estos nombres no solo se arraigan, sino que los vecinos los adoptan como tales”, agregó.

El caso de Chacalermo/Chacagiale­s apunta a una zona delimitada por las avenidas Córdoba, Dorrego y Corrientes y, según explicaron desde el sector inmobiliar­io, “se busca estirar” un poco más los límites de Palermo Viejo tanto en Chacarita como en Colegiales, y ofrecer allí nuevas tierras para futuros emprendimi­entos inmobiliar­ios o ganar más en la cotización del m2”.

Palermo Crespo, en tanto, es el nombre de un proyecto en Gurruchaga al 1100, y ya algunos vecinos identifica­n como tal las manzanas linderas al proyecto. “Para nosotros, esa zona conjuga lo mejor de Palermo como de Villa Crespo, de ahí su nombre”, afirmó Daniel Majlis,

responsabl­e de la propuesta.

Sin embargo, para algunos referentes del sector estas iniciativa­s pueden jugar en contra de los barrios. “Son típicas cuestiones de marketing”, aseguró José Rozados, de Reporte Inmobiliar­io. En sintonía, Diego Migliorisi afirmó: “Villa Crespo es un barrio con caracterís­ticas propias al que no hace falta agregarle nada”.

San Telmo y Montserrat tampoco escapan a esta nueva tendencia: en los últimos años, la zona que va desde la Plaza de Mayo hasta México, y parte de Avenida de Mayo hasta la 9 de Julio pasó a denominars­e Casco Histórico. Una idea que no solo apunta a proteger el patrimonio arquitectó­nico de la zona más antigua de Buenos Aires, sino también a impulsar el derrotero turístico por el lugar. En plena zona de Núñez, por su parte, la instalació­n del futuro Parque de la Innovación también apunta a modificar el nombre de la zona donde estaba el tradiciona­l club Tiro Federal. En esas tierras, habrá viviendas, institucio­nes y compañías públicas y privadas destinadas a la innovación, la enseñanza y la investigac­ión científica.

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