Francisco echó al cura Karadima, símbolo de los abusos en Chile
El papa Francisco expulsó ayer del sacerdocio, la mayor condena dentro de la Iglesia Católica, al pederasta chileno Fernando Karadima, confirmando su voluntad de querer acabar con los abusos sexuales dentro de la institución.
Karadima, de 88 años, formador de varios obispos, había sido suspendido de por vida de sus funciones por el Vaticano en 2011 tras ser condenado por abuso sexual a menores cometidos en las décadas del 80 y 90.
El anuncio fue hecho con una nota oficial por el Vaticano y responde a los pedidos de las víctimas de abusos para que el sacerdote recibiera un castigo ejemplar.
“El papa Francisco ha dimitido del estado clerical a Fernando Karadima” y “ha tomado esta decisión excepcional en conciencia y por el bien de la Iglesia”, sostiene la nota.
“La dimisión del estado clerical es un paso más en la línea férrea del papa Francisco ante los abusos”, explicó el portavoz del Vaticano, Greg Burke.
“Estábamos ante un caso muy serio de podredumbre y había que arrancarlo de raíz”, agregó.
“Se trata de una medida excepcional, sin duda, pero los graves delitos de Karadima han hecho un daño excepcional en Chile”, recalcó.
El caso de los abusos sexuales cometidos por el cura Fernando Karadima es uno de los más emblemáticos en Chile por la influencia del sacerdote dentro de la Iglesia.
Desde la parroquia de El Bosque, situada en un barrio acomodado de Santiago, que dirigió desde 1980 hasta 2006, Karadima forjó sólidos nexos con sectores de la elite política y económica de Chile.
Emocionante.
Juan Carlos Cruz, una de los principales denunciantes de Karadima, dijo que la noticia fue “un momento tremendamente emocionante” y agradeció a Francisco en nombre de los miles de sobrevivientes de abusos que hay alrededor del mundo, porque “aligera la carga y da esperanzas de Justicia”.
En conversación con ANSA desde Estados Unidos, donde se radicó hace años, y sin poder evitar las lágrimas, el periodista afirmó que “hoy día es Karadima, me afecta directamente a mí, pero sé que hay muchísimas personas que sufren horrores con todo esto, estamos todos juntos, y esto no puede parar en una sola persona sino que esto debe ser una norma”.
Cruz, que junto al médico James Hamilton y el filósofo José Andrés Murillo fue de los primeros en hacer públicas sus denuncias en 2010, se alegró también porque “todo lo que hemos conversado con el Papa, lo está cumpliendo y no solo a nosotros”.