Romances enlatados que vienen de Turquía
El fenómeno que comenzó con Las mil y una noches sigue, actualmente, con cinco títulos que le suben el rating a Telefe. Moral anticuada y otros secretos de la fórmula para exportar a más de 140 países.
HANALÍA MELGAR abida cuenta que, en la última década, y sobre todo en los últimos dos años, el público que se sienta frente al televisor viene disminuyendo en todo el mundo, los puntos de rating se han vuelto menos relevantes que el porcentaje de audiencia (share) que un programa obtiene. Vistas así, el gran fenómeno que se ve en las pantallas de la Argentina son las telenovelas turcas.
Desde comienzos de este milenio, diferentes canales de televisión en Turquía produjeron unas 65 series románticas. Pero hace unos cinco años se han vuelto producto internacional, que se vende en parte de Europa del Este, Asia y Latinoamérica. En la Argentina, la eclosión arrancó en 2015 con Las mil y una
noches –si bien la producción se realizó entre 2006 y 2009– que le rindió unos 19 puntos a El Trece. Actualmente es Telefe el canal que las concentra y que se beneficia con ellas. Desde
¿Qué culpa tiene Fatmagül? y Mar de amores, Telefe captura el mayor porcentaje de televidentes con estas propuestas teñidas de exotismo y traducidas a un español artificioso.
Ahora Todo por mi hija, que empezó el 7 de mayo, se ve de lunes a jueves a las 23:15, y los viernes a las 21:45. Además, los domingos a las 21, Paula Chaves conduce Todo por mi hija: el adelanto, con fragmentos de lo que se verá en la semana. Durante su primer mes, tuvo un rating promedio de 12,6; llegó a un pico de 15,1; en agosto se estableció en un promedio de 12,9. Lidera su franja horaria con el 45% del share, y hasta llegó, en algunos de sus capítulos, a ocupar la friolera del 55%. Así pues, esta telenovela turca convoca aproximadamente a la mitad de las personas que, en la Argentina, deciden ver televisión poco antes o después de la cena. Muchas de ellas, no se detienen y empalman con
Kara para Ask –de lunes a jueves a las 23:55 y los viernes a las 23:15–, que también lidera su franja horaria con un rating promedio de 8,2, desde su estreno el 14 de febrero.
Otra de las series turcas que es actualmente líder de su franja horaria es Elif, que apunta al perfil de público a la hora del mate de la tarde, en su emisión de lunes a viernes a las 18:45. Desde su estreno el 1° de enero, el promedio de rating es de 9,6 (con un pico de 12,5 en junio, lo que implicó llegar a reunir el 54% del share). También en la tarde, más temprano, a las 17 arranca La venganza de Iffet, y a las 17:45 sigue Una parte de
mí, que viene posicionándose, desde su estreno, más reciente, el 21 de agosto pasado: rating promedio de 9,2 (pico de 10,4) y share de 44%.
La fórmula del éxito.
Independientemente de la época y ámbito en que transcurren los argumentos de estas novelas, comparten el modo de concebir y de narrar el amor. Este cumple con los requisitos del géne-
La exportación de telenovelas aporta a los turcos US$ 350 millones anuales
ro rosa y se cruza con algunos valores culturales vigentes en parte de Turquía. Todo ello redunda en criterios morales y estéticos que se corresponden, en el promedio de las ficciones de la Argentina, a unos 50 años atrás. Los besos son la tibia conclusión de una larga espera. El sexo sin amor, en caso de existir, es aludido, y siempre será una suerte de tropezón, un error o un acto violento, y siempre por parte de un macho deseante y una hembra sometida. Para las escenas de felicidad: labios apenas entreabiertos y pulcramente secos; en cambio, largos sufrimientos, desbordes frente al mundo maniqueamente organizado entre pobres y ricos, entre buenos y malos, que secuestran, matan y disfrutan con el padecimiento ajeno; confusiones, matrimonios por conveniencia, amores furtivos, hijos ocultos, identidades reveladas en un golpe de efecto, luchas cuerpo a cuerpo, disparos, y finales felices que, como debe ser, equivalen a matrimonio.
Este compendio moral se filma en algunos lugares de gran belleza en Turquía, como los que abundan en Estambul o Esmirna. La Embajada de Turquía en la Argentina reconoce que, aunque estas series “se basan en la ficción, reflejan la imagen de la forma de vida en Turquía y dan una idea de cómo viven, sienten y comen los turcos. Por lo tanto, podemos llamarlos como una especie de poder blando de Turquía”.
Este poder es, ta mbién, muy concreto, pues, agrega la Embajada, “las telenovelas turcas se exportan a más de 140 países del mundo y se estima que aportarán más de 350 millones de dólares estadounidenses anualmente a la economía turca”, a lo que se suma el efecto turístico, dado que “además de Estambul y Esmirna, hay muchas series de televisión rodadas en el sudeste de Turquía (en ciudades como Mardin o Urfa), en la región de Capadocia (en Nevehir), o en el sur (en la ciudad de Adana). Entonces, a través de estas telenovelas, incluso los turcos tienen la oportunidad de conocer y ver las tradiciones y paisajes de las diferentes partes del país”.
Pero no todo son exteriores. Muchas telenovelas turcas centran la mayor parte de sus escenas en estudios cerrados: hogares, oficinas. Una excepción destacable es El sultán, que se estima invirtió 500 mil dólares por cada uno de sus 139 episodios. Sus fastuosos vestuarios intentan reconstruir los del siglo XVI, cuando vivió Solimán el magnífico, sultán del Imperio otomano. Una de las escenografías es la réplica del Palacio Topkapi, que se fabricó para la telenovela, dado que el original, una de las mayores atracciones para el turismo en Estambul, solo puede visitarse como museo.
Mientras ta nto, la masividad de las novelas turcas sigue creciendo y generando polémica. Los sectores religiosos más conservadores las objetan por incitar al erotismo y por las vestimentas modernas de sus personajes mujeres. Los colectivos feministas denuncian el machismo que tiñe las relaciones entre los personajes. Por ejemplo, en ¿Qué culpa
tiene Fatmagül?, la protagonista es obligada a casarse con uno de los cuatro hombres que la violó; y el punto de partida de la famosa Las mil y una noches es el sexo por dinero, con el que Sherezade consigue fondos de parte de Onur, para pagar la operación de su pequeño hijo enfermo.
Son ficciones con moralidad anticuada y altas dosis de machismo