Emociones a orillas del mar más azul
En la bahía de San Antonio, Río Negro, puede vivirse el mar a pleno, las mejores vistas sobre el Atlántico, saborear la pesca del día y sorprenderse con la fauna marina.
“El aceite de oliva elaborado en la región perfuma recetas gourmet.”
Lo llaman el “más azul del mundo” y basta llegar al nordeste de la Patagonia argentina para comprobar semejante afirmación, porque las aguas del Golfo San Matías son azules, transparentes y mucho más cálidas, incluso al atardecer. En la bahía de San Antonio es posible disfrutar las localidades de San Antonio Oeste, San Antonio Este y Balneario Las Grutas. Bautizada “ambiente de emociones”, Las Grutas es un destino joven que prospera al pie de los acantilados junto a cálidas y transparentes aguas de un celeste intenso y hábitat de delfines, pingüinos, lobos marinos de uno y dos pelos, petreles y albatros de vuelo rasante y, desde agosto hasta fines de octubre, la colosal ballena Franca Austral.
En el parador náutico Serena, Puerto del Este, el convite es hacer avistaje de fauna marina y desde el aeroclub San Antonio, volar sobre el Golfo San Matías y fotografiar el paisaje marino. Los más arriesgados pueden bucear o practicar kayaking, snorkeling o paseos náuticos y la pesca deportiva. También se puede veranear en agrestes y silenciosas playas o en las vibrantes y animadas del centro. El aceite de oliva elaborado en la región perfuma pulpos, vieiras, almejas, abadejo, salmón, merluza entre otros productos marinos en innovadoras recetas gourmet.
Hay muchas propuestas para alejarse del estrés, sorprenderse con el cambiante escenario de la bahía observando las mareas o respirar la atmósfera del barrio ferroviario y la Casa de Jacobacci, el Museo más joven de la Patagonia declarado Monumento Histórico Municipal. El lugar lleva el nombre del ingeniero que llevó el ferrocarril a esas tierras y en sus salas temáticas muestran la historia y el patrimonio arqueoétnico regional, junto a una máquina con motor de vapor portátil vestigio del ferrocarril que uniría San Antonio Oeste con el Lago Nahuel Huapi. “Conocer la historia de un lugar enriquece el viaje” afirma Anahí Valverde quien junto a su esposo Horacio y sus hijas Vanesa, Florencia y Julieta invitan a conocer Jahuel, el Parador Nativo donde saborear desayunos, meriendas y almuerzos con los sabores típicos de la cocina campestre frente al mar, la destacada pastelería o el inconfundible aroma del cordero patagónico al asador son moneda corriente. Enclavado en el Área Protegida Bahía de San Antonio, entre San Antonio Oeste y Las Grutas, es el refugio de las aves migratorias que viajan miles de kilómetros. El cálido recibimiento de la anfitriona y su familia genera el deseo de descubrir historias del lugar y ese enigmático “jahuel” que perteneció a don Rafael Silvano Otero hasta 1997, hombre dedicado a la cría de chivas y a “pulpear” Aquí los pueblos originarios honraron la naturaleza que los rodeaba: las aves, el humedal marino, las dunas y el monte. Las visitas guiadas vinculadas con la conservación de la naturaleza llegan al Museo de Sitio, donde es posible reconstruir parte de la historia de los tehuelches.