TODOS LOS CIELOS
La isla está consagrada a la investigación del espacio y el astroturismo. Tiene los telescopios más potentes del mundo, que permiten ver la llama de una vela en Nueva York. Divisan otros sistemas solares.
El camino sube de forma empinada. Cuando el coche pasa junto a peñas escarpadas de color rojo en dirección al Roque de los Muchachos, aparecen objetos extraños. Bolas blancas y plateadas junto a construcciones de acero con gigantescos espejos. El aire está cristalino, el cielo resplandece azul oscuro. Para los astrónomos y los observadores de estrellas apenas existe otro lugar tan interesante en Europa como las islas Canarias, especialmente Tenerife y su pequeña hermana, La Palma. “Aquí, la capa de nubes se forma a una altura que oscila entre 700 y 1.500 metros, por los alisios que soplan desde el noreste”, explica la astrónoma Elena Nordio. En general, las nubes no logran pasar sobre la Cumbre, un macizo montañoso que atraviesa la isla. Su punto más alto, el Roque de los Muchachos, a 2.426 metros, las deja muy por abajo. La nitidez del cielo, libre de turbulencias, solo es comparable a la de Chile y Hawaii. Hay pocas industrias y urbanización, por lo que la contaminación del aire es escasa. No es de extrañar, que el Roque de los Muchachos fue elegido como lugar para instalar “una de las flotas de telescopios más amplias en todo el mundo”, según la página web del observatorio. Los telescopios de rayos gamma parecen gigantescas antenas parabólicas. Actualmente, en el observatorio CTA, se está construyendo el prototipo de una nueva generación de telescopios Cherenkov, de 23 metros de diámetro y espejos que abarcan una superficie de 390 m2. Con ellos esperan explorar explosiones gigantescas, colisiones de estrellas y cuerpos celestes. La principal atracción es el Gran Telescopio Canarias (GTC). Con un diámetro de 10,4 metros, es el telescopio óptico infrarrojo más grande del mundo. Pero, el GTC perderá este récord en el futuro, ya que en el desierto de Atacama, en Chile, se está construyendo el Extremely Large Telescope (ELT) con un espejo primario de nada menos que 39 metros y cuya inauguración está prevista para 2024. Los investigadores analizan aquí datos que el telescopio les suministra por la noche. Cuando oscurece, la bola plateada se abre como una garganta. “Es como si se abriera una ventana al Universo”, susurra una visitante impresionada. Para tener una idea de la capacidad de observación del telescopio, Elena Nordio traza el siguiente símil: “Desde aquí se podría ver la luz de una sola vela en Nueva York”. En 2016, el GTC divisó una galaxia, situada a 500 millones de años luz de nuestro planeta. “Sin embargo, hubo muchos descubrimientos relevantes, de agujeros negros o planetas que no pertenecen a nuestro sistema solar”, señala Nordio.