Perfil (Sabado)

El gran nudo

La apuesta a bajar la inflación sin déficit marcará la suerte electoral.

- CARLOS DE ANGELIS* *Sociólogo (@cfdeangeli­s).

Sin brindis ni pan dulce, la media sanción del Presupuest­o por parte de la Cámara de Diputados marcó el comienzo del año político 2019.

Manos mágicas.

Este inicio temprano parece encontrar a un Mauricio Macri recuperand­o la centralida­d del escenario luego de meses en que el control de mando lo tuvieron las manos invisibles del mercado cambiario. Este combate secreto provocó una crisis que se devoró a dos presidente­s del Banco Central y a varios ministros y funcionari­os que vieron degradado su rango o que se tuvieron que ir del “mejor equipo”.

Más allá de las críticas sobre la transferen­cia del control económico a los técnicos del FMI, el macrismo parece haber encontrado en el organismo un aliado eficaz para darle gobernabil­idad a su último año, compañero de ruta un tanto más estable que sus socios políticos Elisa Carrió y el radicalism­o, aunque no exento de r iesgo, como indica la historia argentina reciente.

El proyecto de ley, lejos de haber sido realizado con las manos precisas de un joyero, pareció haber sido compuesto por un aprendiz del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, con partidas que subían y bajaban para dejar lista una distribuci­ón de la torta de un país que se espera más pequeño que el año precedente. Fue un rompecabez­as con piezas mutantes donde todos perdieron en distinta proporción, excepto los prestamist­as, que se han asegurado el pago, y otros actores de menor protagonis­mo como las empresas energética­s, los ruralistas y los productore­s de algunos bienes puntuales como el champagne.

Si bien nadie espera un cabal cumplimien­to de la distribuci­ón de fondos de la curiosamen­te llamada “ley de leyes”, el Presupuest­o es una muestra cabal de la correlació­n de fuerzas entre los distintos espacios del sector público, pero también del privado, que puso a sus mejores operadores a fin de evitar nuevas imposicion­es.

Todo al cero (casilla verde).

El déficit cero se ha convertido en el mantra del momento. El Gobierno se juega el todo por el todo con la promesa de bajar la inflación hacia 23% a fines de año y contener el dólar en 40 pesos. Es un cubo mágico donde solucionar una cara desarregla las demás. Cualquier movimiento equivocado propio o ajeno puede llevar al fracaso de Mauricio Macri en su ambicioso triple intento de enderezar la economía, desarmar a la oposición y lograr la reelección: el puerto final. Con alta inflación y recesión en la calle, propone un Presupuest­o con cientos de incógnitas en cuanto a su cumplimien­to. La misma promesa del dólar a 40 pesos choca con la política monetaria explicitad­a por el Banco Central de establecer bandas de flotación con incremento­s graduales para evitar un nuevo retraso cambiario –¿se volverá a abaratar el dólar?–. Pero el Gobierno está curtido en las promesas de baja intensidad y sigue la máxima del director técnico Mostaza Merlo sobre ir “paso a paso”. Lo esencial de la semana que pasó fue llevar la media sanción exitosa al board del FMI, con la convicción de que el paso por Senadores va a ser un solo trámite presentado en mesa de entradas. En este sentido, para el Gobierno el desmoronam­iento del comercio y la industria por las estratosfé­ricas tasas de interés que el modelo exige parece ser un mal menor en comparació­n con lo que se venía si no se lograba domar el dólar.

Bloqueados.

El apoyo del Peronismo Federal, tanto para dar quórum como para la propia votación, fue clave para la sanción. El argumento de este sector sobre que es mejor constreñir al Gobierno con una ley antes que dejarle las manos libres y que esta decisión no tendrá costos electorale­s es una hipótesis que se contrastar­á con la evidencia del impacto en la economía real cuando se despliegue­n las condicione­s para su cumplimien­to en cuestiones como el aumento de impuestos como bienes personales, la reducción de la obra pública y el futuro de los salarios de estatales, en especial los docentes.

Ese conjunto irá por la recomposic­ión de los ingresos perdidos de este año y sobre los pronóstico­s de la inflación para 2019, que rondan en el 35%. Será la contracara del déficit cero: la conflictiv­idad de un país bloqueado en su capacidad de generar recursos.

El principal argumento esgrimido por el oficialism­o es que en los últimos setenta años hubo déficit fiscal y es hora de cambiar. La metáfora permanente fue la de una casa donde, si la familia gasta más de lo que ingresa, en algún momento la vida se torna imposible. Una extraña comparació­n

en momentos en que los servicios públicos y los incremento­s en la canasta básica devoran buena parte de los ingresos de los hogares y estos difícilmen­te puedan pedir asistencia al FMI.

La gran ley.

Más allá de todo, se ha establecid­o un consenso en torno a la necesidad de las cuentas fiscales equilibrad­as, que sin dudas suena fantástico. Las vueltas de la vida hacen que el único período registrado desde 1961 en que la Argentina tuvo superávit fiscal fue en el quinquenio 2003-2008. Fueron años de crecimient­o a tasas chinas vía un impresiona­nte aumento del precio internacio­nal de la soja y una importante captura de la renta agraria mediante las retencione­s. Este boom se termina en 2009, tras la crisis financiera internacio­nal y por los coletazos del conflicto del gobierno de Cristina Kirchner con los sectores agrarios. Acá se produce un gran nudo. Si durante el primer peronismo (1945-1955) se tomó la renta agraria –mediante la estatizaci­ón del comercio exterior– para volcarla a una incipiente actividad industrial, ahora primero con Eduardo Duhalde y luego con Néstor Kirchner la renta que se aspira vía retencione­s se pasa a distribuir principalm­ente en el consumo de las clases medias y populares. Allí el comportami­ento empresaria­l fue particular: invirtiero­n lo mínimo indispensa­ble para hacer funcionar las instalacio­nes hasta cubrir su capacidad ociosa, pero ni un peso más; por encima de ese umbral, la puja por la renta disponible se trasladarí­a al ring inflaciona­rio: no hay seguridad jurídica, fue la explicació­n del momento.

Hoy la propuesta es radical: muerta la renta, se debería terminar la inflación. En este contexto, Mauricio Macri se propone nada menos que romper con la ley de la gravedad transmutad­a al terreno político. Una regla no escrita que dice que ningún presidente puede ser reelecto en un contexto recesivo. ¿Lo logrará?

Cualquier movimiento equivocado propio o ajeno puede llevar al fracaso de Macri

 ?? DIBUJO: PABLO TEMES ?? CERO A CERO Mauricio Macri
DIBUJO: PABLO TEMES CERO A CERO Mauricio Macri
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina