Perfil (Sabado)

Si no sabe cante

O Py Comodor de más visto programa El

- ¡SALUD, ARRIBA ESOS FRASCOS! PATRICIO BARTON

Buenos Aires se ha convertido en una ciudad que queda en las afueras de Palermo. Ya no hay barrios porteños que no sean Palermo Algo. Y en los bares de Palermo Hollywood, Palermo Soho, Chacalermo y La Paterlermo se desconoce la existencia de copas y vasos. Allí, a la hora del brindis, la gente levanta sus frascos y los hace chocar. Posan sus labios sobre la rústica rosca rugosa, mientras acuden a la memoria imágenes de antiguas germinacio­nes escolares con porotos y papel secante. Todo sea para evadir el pasado de mayonesa que tuvo ese mismo frasco algunos meses atrás. Y ahí están los frascos puestos a ser vasos, los vasos puestos a ser floreros, y los floreros puestos a ser los mozos, que atienden en los bares vintage y se mueven entre silllas y mesas de distintas procedenci­as (quizás de familiares cercanos que quedaron sentados en el piso). Se trata de una tendencia indie que brega por un mundo más copado y sustentabl­e, en el que las cosas viejas –y no tanto– pueden reciclarse hasta obtener el brillo de lo vintage. Todo eso es hermoso, y me seco las lágrimas de emoción (me seco con la mano, porque tampoco hay servilleta­s). Pero hay una sola cosa que no es vintage en esos templos gastronómi­cos: ¡la cuenta! Esa sí que está actualizad­a y no es muy sustentabl­e para quien debe pagarla. Frente a tal situación, con lo que se ahorran en crema de afeitar los muchachos hipster de Palermo y aledaños podrían comprar vasos; que son unos utensilios de vidrio sin rosca especialme­nte diseñados para beber líquidos. Es comprensib­le que la tendencia se instale en un país vintage que a cada rato recicla su pasado. Con problemas viejos pero actualizad­os: inflación vintage, dólar vintage, ajuste vintage… Y soluciones también vintage ¡Las mismas que ya usamos antes y de ineficacia comprobada! Porque una de las caracterís­ticas más sombrías de lo vintage es que es disfuncion­al. Pero la persistenc­ia de un halo de presunto pasado de gloria inhibe cualquier manifestac­ión de rechazo. Y allí se avanza un nivel en este juego cool, se accede a la categoría de “boutique”. Cualquier cosa que no pueda justificar su pequeñez se arroga el título de “boutique”. Por eso, muchachos, si a la hora del amor hay algo que no resulta suficiente, no se preocupen, solo digan: “No te confundas hermosa, yo soy boutique”.

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