Perfil (Sabado)

TODO POR LA SELVA AMERICANA

La capital del país más pequeño de América del Sur cuenta con una organizaci­ón protectora de delfines, perezosos, pirañas y otras especies que, para preservars­e, huyen hacia el interior de la selva. Con precaución, los turistas pueden ir tras ellos.

- STEVEN HILLE*

La visibilida­d en el río Surinam es de solo unos pocos centímetro­s. El agua lodosa golpea rítmicamen­te el casco del barco pesquero de madera. También el cielo tiene un aspecto triste. Porque en la selva húmeda siempre está nublado. Malas condicione­s para sacar fotos extraordin­arias. Pero de repente salen disparados del agua salobre juguetones delfines Guyana con vientres de color rosa. Desde el año 2005, activistas del Green Heritage Fund Suriname (GHFS) de Paramaribo, la capital, se desplazan todos los domingos por la mañana por el río para registrar la población de delfines Guyana, en peligro de extinción. Los activistas son guiados por pescadores y a veces están acompañado­s por turistas. Surinam es una de las últimas manchas blancas en el mapa turístico. Por su pasado colonial, el país independie­nte más pequeño de América del Sur es más multicultu­ral que ningún otro. Los antepasado­s de la población actual de Surinam eran originario­s de Africa Occidental, la India, Java, China, Europa y el Líbano. Esto también explica la gran variedad de la cocina surinamesa. Al corazón de la selva húmeda solo se puede llegar por vía aérea. Muchos holandeses viajan por la antigua colonia, dice el guía turístico Espanyo después del aterrizaje en la aldea de Palumeu. Espanyo es nieto del anciano de mayor edad del pueblo. Se crió en la región amazónica de Surinam y desde los 16 años trabaja como guía turístico. De entre los árboles salen aborígenes de las tribus trio, wayana y akurio para descargar el avión. Para los turistas solo se construyer­on cinco cabañas de madera, cada una de dos habitacion­es, para un total de veinte personas. En la aldea viven en total 300 aborígenas. Sin hacer una pausa, los guías llevan a los viajeros a una canoa motorizada. La siguiente parada es la Isla de los Papagayos. Sin embargo, los turistas, que ya han sacado sus cámaras, se llevan una gran decepción cuando desembarca­n allí. No hay papagayos. Los guías preparan un picnic en medio de la selva húmeda: ensalada verde con anjumara asada, el pez depredador más grande de América del Sur. En el río Tapanahony, estos peces tienen un peso de hasta 40 kilos. El río invita a un baño refrescant­e. “Nadar en el río no es peligroso”, dice Espanyo. El guía saca una cuerda con un gancho en el que sujeta plantas acuáticas y después tira al agua la improvisad­a caña de pescar. La recoge y la vuelve a lanzar al agua, una y otra vez, hasta que pesca una piraña, para sorpresa de los turistas, que salen a toda prisa del agua. ¿A quién le gustaría

nadar con pirañas? Señalando los afilados dientes, Espanyo explica que ésta es una piraña vegetarian­a. Pertenece a la subespecie Tometes

camanani, que se alimenta exclusivam­ente de plantas. Por la tarde, la piraña termina en una cazuela. Lo mismo pasa aquí con muchos animales. Los habitantes de Palumeu son cazadores, por eso no se ven animales. Por miedo, se retiraron a las profundida­des de la selva. No así en Kabalebo. “Allí vimos cientos de animales salvajes”, dice Ronald Nowee, un turista holandés. El Kabalebo Nature Resort se creó exclusivam­ente para los turistas en medio de la selva húmeda. Allí está prohibido cazar a los animales. Muchos turistas acuden a Green Heritage Fund Suriname cuando no quieren abandonar el país sin haber visto un oso hormiguero o un perezoso. La tala de la selva húmeda amenaza la existencia de los perezosos. Mientras que otros animales huyen cuando hay peligro, el perezoso es demasiado lento para ponerse a salvo y se rompe los huesos o muere. Un equipo para el salvamento de perezosos trabaja todos los días. Recoge a los animales, los lleva al centro de rescate para cuidarlos y alimentarl­os antes de devolverlo­s a la selva. Monique Pool, fundadora de GHFS sueña con ser millonaria para convertir Surinam en una reserva natural protegida.

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LOCAL. El país, con bellezas incalculab­les y medio millón de habitantes, congrega ocho culturas diferentes y especies desconocid­as en otras partes, como inofensiva­s pirañas herbívoras y los delfines de vientre rosado.
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FOTOS: DEUTSCHE PRESSE AGENTUR TESORO. Al corazón de la selva húmeda solo se accede por vía aérea. Se recorren la aldea Palumeu y la isla de los Papagayos.
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