Perfil (Sabado)

Con el avance de Bolsonaro cae también la centrodere­cha

El retroceso del PSDB es aún mayor que el del Partido de los Trabajador­es. Otra de las explicacio­nes del triunfo del militar.

- AGENCIAS

Hay un cambio que no solo es electoral en Brasil a partir de la irrupción del populismo de extrema derecha de Jair Bolsonaro: también las expresione­s políticas clásicas, especialme­nte las del PSDB –el partido que llevó al poder a Fernando Henrique Cardoso, por ejemplo– y el MDB (el partido de Michel Temer) están inmersos en una crisis que también explica los resultados electorale­s.

La baja popularida­d no solo es del PT y de sus candidatos (salvo Lula, que mantiene altos niveles de adhesión), sino que también llega al partido que lo reemplazó en el poder. El voto a Bolsonaro representó –o quiso representa­r– un repudio también a la política, tal como se hizo hasta antes de las elecciones.

Es el “otro dato” de la primera vuelta y que también sostiene el optimismo del bolsonaris­mo para el comicio de mañana: el Partido Social Liberal (PSL), al que Bolsonaro se afilió en marzo, pasó de 8 a 52 diputados (de un total de 513), entre ellos su hijo Eduardo Bolsonaro, superando las expectativ­as de los “bolsonaris­tas” más optimistas.

Números. En la primera vuelta el centrodere­chista Partido de la Social Democracia Brasile- ña (PSDB), del ex presidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), pasó de 49 a 29 diputados. En paralelo, el Movimiento Democrátic­o Brasileño (MDB), del impopular presidente saliente Michel Temer, cayó de 51 a 33 diputados.

Desde esta perspectiv­a, la caída del PT fue menor; se mantiene como principal fuerza de la Cámara. En la elección de 2014 logró 69 escaños, las desercione­s lo dejaron al final de la Legislatur­a con 61 y ahora tiene 56. En el Senado, el golpe fue más fuerte, ya que perdió 7 de sus 13 senadores,

La situación del Parlamen- to brasileño será de similar fragmentac­ión a la previa a las elecciones: MDB y PSDB siguen siendo, sin embargo, la primera y la segunda fuerza del Senado, donde la caída fue de menor amplitud que en la Cámara, probableme­nte porque solo renovaba dos tercios de sus escaños.

El tema de la gobernabil­idad –y de la institució­n parlamenta­ria en general– preocupa a los analistas. La mano dura puede encontrar un hueco donde golpear aún más fuerte con el puño de hierro que promete quien lidera las encuestas.

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