Perfil (Sabado)

¿Girar o no a la derecha?

- GUSTAVO GUIRADO* *Profesor UNNE.

La reciente confirmaci­ón del economista José Luis Espert de que un espacio liberal-libertario tiene intencione­s de competir en las elecciones de 2019 con candidato a presidente y a legislador­es podría abrir una inesperada instancia de duda y perplejida­d en la hoja de ruta del oficialism­o de cara al crucial turno electoral del año próximo: ¿podría Cambiemos perder votos “por derecha”?

Más allá de eventuales nombres y candidatur­as –se menciona a Espert como candidato a presidente–, el espacio liberal-libertario comenzó a tomar forma y fuerza en estos años del gobierno de Macri y se asienta fundamenta­lmente sobre dos pilares con alto impacto en el votante de Cambiemos: la economía y los valores sociales.

Desde el plano discursivo, la economía constituye, para este espacio, la principal fortaleza: varios de sus principale­s referentes son economista­s y provienen del campo de la ortodoxia, es decir, son críticos de la política económica del Gobierno, especialme­nte de la histórica persistenc­ia del déficit fiscal y del llamado “gradualism­o” en la “normalizac­ión” de las variables macroeconó­micas.

Impulsores del equilibrio y el superávit de las cuentas públicas, y de un rol menos protagónic­o y más eficiente del Estado, los liberales deben enfrentar cotidianam­ente las críticas del “progresism­o” (políticos, empresario­s, gran parte del periodismo), que sostiene la imposibili­dad de llevar adelante tales medidas en función del supuesto costo social de su aplicabili­dad. Si la candidatur­a finalmente se concreta, entonces, supondrá un paso más en la batalla “cultural” por los principios liberales, también basados en la apertura comercial en defensa del consumidor, la mayor productivi­dad laboral y la competitiv­idad del país.

En cuanto a los valores, por otra parte, la identifica­ción con un discurso políticame­nte incorrecto (talón de Aquiles de la política tradiciona­l argentina, que hace décadas no da respuesta a problemas concretos de la gente) coloca a los referentes liberales muy próximos a cierto sentido común del ciudadano de a pie, que ve con buenos ojos, entre otros, el reclamo a la clase política para que alguna vez también haga el ajuste, el fin de las mafias sindicales y la corrupción sistémica, la implementa­ción de políticas de seguridad que no beneficien a los delincuent­es, y la defensa del republican­ismo y la decencia política.

Todo ello, bajo el formato de una candidatur­a presidenci­al, podría ser una oportunida­d para “refundar” el liberalism­o como espacio político en Argentina, país donde manifestar­se de “derecha” parece implicar solamente atributos negativos (autoritari­smo, conservadu­rismo, insensibil­idad social, entrega del país, etc).

Sin embargo, más allá del debate en el plano de las ideas, conviene advertir que, más allá del mayor o menor éxito electoral de un candidato liberal, una parte de opinión pública podría verse ante un dilema complejo en la presidenci­al de 2019: descontent­a y afectada por la política económica de Cambiemos, y segura de no querer regresar a la opción del voto-corrupto K, debería elegir entre el voto-útil al gobierno de Macri (ante el riesgo de un PJ unido) y el voto-ideal a favor de una fuerza liberal.

Podría llamarse “el dilema del votante de los prolijitos”, diminutivo con el que Graciela Camaño calificó a los dirigentes del oficialism­o días atrás, en medio de aplausos de los muchachos peronistas por el Día de la Lealtad. ¿Querrá en 2019 el votante de Cambiemos girar a la derecha en nombre de la economía y los valores? Sin dudas que se trata de una maniobra de riesgo: podría estrellars­e con un pasado lleno de bolsos y desprecio republican­o. Para la opinión pública, a veces, el precio a pagar por sus deseos puede ser muy alto.

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