Perfil (Sabado)

CON EL SOL RASANTE

- ELAINE GLUSAC*

Famosa por sus impecables reconstruc­ciones de los pueblos del Lejano Oeste donde corrían las balas y el alcohol, el cielo prístino de esta ciudad de Arizona es la meca de los astrónomos. Además, Unesco premió su gastronomí­a, que reúne sabores coloniales y aborígenes.

Lo mismo que representa Austin para Texas, es Tucson para Arizona. En esta extroverti­da ciudad universita­ria, artistas, intelectua­les y atletas comparten sus pasiones por la buena comida y la diversión al aire libre. En el caso de Tucson, su ubicación al sur del desierto de Sonora divide en dos el pintoresco Parque Nacional del Saguaro donde están los bosques de cactáceas con múltiples ramas que le dan nombre al parque. Hace dos años, la Unesco declaró a Tucson la primera Ciudad de la Gastronomí­a del país, subrayando su mezcla de influencia­s nativas estadounid­enses, españolas de la Conquista y fronteriza­s con México. Día 1. Primer recorrido El clima casi siempre seco y la variedad topográfic­a lograron que Tucson sea un destino popular para ciclistas. Para disfrutar con un primer vistazo puede alquilar una bicicleta en Tucson Bike Tours (US$ 50). Visitará los barrios de casas antiguas de adobe que rodean el centro de la ciudad. La ruta hace un recuento de la historia de Tucson antes y después de la llegada del ferrocarri­l en 1880, cuando la ciudad dejó de ser un pueblo tranquilo con un fuerte español para convertirs­e en un centro de envíos. No debe perderse las zonas residencia­les restaurada­s Presidio y Barrio Viejo; tampoco la Universida­d de Arizona, repleta de palmeras. La fuerza de la gastronomí­a en Tucson, celebrada por la Unesco, también abarca destilería­s y cervecería­s que ofrecen algo muy local. Por ejemplo, la cervecería Iron John’s Brewing Co. trabaja con elementos tan variados como la harina de mezquite local, las flores de gobernador­a o nopal (la degustació­n con cuatro muestras de cuatro onzas tiene un costo de US$ 8). El Charro se precia de ser el restaurant­e familiar mexicano que más tiempo operó de forma ininterrum­pida en Estados Unidos –desde 1922–. El menú combina sabores mexicanos con una dosis vaquera y cosechas locales provenient­es de Arizona Stronghold Vineyards (un plato principal, US$ 36). Día 2. Hacia arriba Para ganarle al calor constante en Tucson hay que madrugar. Podría unirse a los atletas en una caminata cuesta arriba hacia Tumamoc Hill, una reserva ecológica de 348 hectáreas operada por la Universida­d de Arizona y el condado de Pima que funciona como un gimnasio público (gratuito). Algunos corren la ruta de 2,4 kilómetros que serpentea hasta la cima, pero otros solo caminan. Allí, la vista de Tucson, las montañas circundant­es y los saguaros que salpican la colina ayudan a olvidarnos del esfuerzo del ascenso. Con sus muros encalados y un patio con suelo de ladrillo, el Mercado San Agustín nos recuerda a uno de la era colonial española, si bien se construyó en 2010. La mezcla de restaurant­es y

tiendas minoristas incluye a la popular La Estrella Bakery, conocida por sus panes mexicanos y el café de la marca Presta Coffee. Si quiere una comida más completa, pida los sustancios­os chilaquile­s (US$ 9) de Seis Kitchen. Luego camine entre las tiendas y en San Augustin Trading Co. encontrará mocasines de piel realizados a mano. Para entender mejor el patrimonio agrícola de Tucson –una de las principale­s razones por las cuales la ciudad se ganó su nombramien­to de la Unesco– haga una escala en Mission Garden. El espacio urbano sin fines de lucro de 1,6 hectáreas recrea el jardín de una misión amurallada de la época de la Colonia española con invernader­os adaptados al desierto y canteros con cultivos de los pueblos hohokam, barriendo 4 mil años agrícolas en la región. Abierto de miércoles a sábado. El lado bohemio de la ciudad se explora en Cuarta Avenida Norte, donde una serie de boutiques y restaurant­es independie­ntes se alinean entre las calles Octava Este y Cuarta Este. Entre sus muchas fortalezas, que incluyen el Mirror Lab de alta tecnología que produce enormes espejos para telescopio­s, la Universida­d de Arizona opera dos museos pequeños, pero importante­s: el Centro de Fotografía Creativa y el Museo de Arte de la Universida­d de Arizona (entrada US$ 8). Este último posee una impresiona­nte colección del Renacimien­to, además de una de Arte Moderno que incluye obras de Mark Rothko y Jackson Pollock.

Los cielos sobre el desierto del sur de Arizona atraen a astrónomos profesiona­les y amateurs (el Observator­io Nacional de Kitt Peak está a una hora en automóvil desde Tucson). Para que se dé una idea de qué sucede ahí, visite el Centro de Ciencias y Planetario Flandrau (entrada US$ 16), cuyas proyeccion­es en el auditorio exploran el Sistema Solar y el cielo nocturno de Tucson. No se pierda el sótano, donde el Museo de Minerales de la Universida­d de Arizona alberga piedras de colores fantástico­s. Las dos divisiones –este y oeste– del Parque Nacional del Saguaro rodean a Tucson de bosques de cactáceas caricature­scas. Camine los 3,2 kilómetros del sendero circular Mica View Loop en la región este para ver de cerca los saguaros con brazos que parecen señalar, saludar e incluso abrazar. Si la temperatur­a es demasiado elevada, tome el recorrido en automóvil de 12 kilómetros conocido como Cactus Forest Scenic Loop Drive que sube y baja por las colinas y los lechos de arena con abundantes oportunida­des de estacionar­se al lado del camino y disfrutar el dramatismo del desierto.

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AVENTURA.
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Los barrios, Presidio y Viejo, reconstruy­en la época de los buscadores de oro.(Arr.) Parque rque Nacional del Saguaro. guaro.
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TOP. La gastronomí­a de Tucson T co combina sabores mexicanos con tradicione­s de aborígenes americanos

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