Perfil (Sabado)

WATERLOO

- SERGIO OLGUIN*

Antes que nada, comencemos derribando un mito originado en el marketing: el próximo Boca-River no es el partido más importante de la historia de estos dos equipos. Boca ya lo jugó el 28 de noviembre de 2000 con el Real Madrid y lo ganó. Ese partido puso a Boca en la más alta categoría del fútbol mundial junto a los grandes europeos, un lugar que simbólicam­ente sigue ocupando desde entonces (porque los grandes también pue pueden estar años sin ganar, s sobran ejemplos). River también ta ya lo jugó el 26 de junio de 2011 con Belgrano Be de Córdoba b y perdió (no el partido, p la categoría). rí A sí y todo es imposible posi no dejarse invadir por la euforia y la ansiedad ansie que significa jugar la l final de la Copa Libertador­es Libert contra el clásico rival. Ni los hinchas cha de Boca ni los de d River podemos concentrar­nos en otra cosa que en esos dos partidos históricos. Yo me duermo pensando en cómo tiene que formar Boca y me despierto haciéndole uno o dos cambios al equipo imaginado durante la noche. A esta altura YouTube me ofrece solo videos de los clásicos anteriores. El algoritmo le indica que no me interesa otra cosa. El torneo local volverá a existir recién en diciembre. Serán semanas obsesivas de leer todo lo que se escriba sobre el superclási­co, de ver esos programas tóxicos de los canales deportivos, de volver a escuchar radio AM.

Van a ser dos partidos duros, peleados. El que se ponga más nervioso pierde. Boca tendrá que tener cuidado de las malas artes riverplate­nses. El paso por la B le cambió el ADN a River, hizo que Bilardo se convirtier­a en un DT ejemplar al lado de las actitudes riverplate­nses. Las patadas rastreras en los clásicos de copas (Libertador­es y Sudamerica­na), jugadores de Boca quebrados sin que el árbitro sancionara, la negativa a jugar un partido arruinado por un idiota ajeno a los futbolista­s valiéndose de algo legal, la inclusión durante siete (¡siete!) partidos de un jugador no habilitado en esta copa, el partido robado a Independie­nte y el e punto culminante del bilardismo ex extremo: la trampa de Gallardo de dirigir diri a su equipo contra Gremio. Todo eso ya es parte de su ADN. Por esa razón, si Andrada vuelve al arco habrá ha que tener cuidado de los golpes en la cara de Pinola y Maidana, dos especialis- esp tas en esas lides. Por algo a G Gallardo le dicen Napoleón, un general gene que no se caracteriz­ó por el e juego limpio. Y a todo Napoleón Napo le llega su Waterloo, Waterloo tarde o temprano. Se vienen dos partidos d inolvidabl­es. El que gane g tendrá tend envión por un u buen tiempo para p cargar a su rival. Pero será se una final que pasará a formar forma par te de su historia, hi una historia histo que ya tiene t triunfos y derrot derrotas que tampoco se pueden borrar. borr

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