Perfil (Sabado)

Desilusión y quebrantos

- MARIA LORENA RODRIGUEZ

Sigue sin cambios reales el cruento periplo de los productore­s tamberos y entidades aglutinado­s hoy en torno al mal momento de la lechería. Momento que ya trasciende la lógica de una catástrofe climática, por ejemplo, que tiene un fuerte impacto en la coyuntura. Esta crisis se ha convertido en un problema de estructura. Esta semana se conoció un estudio elaborado por Coninagro en el que la entidad destaca con números y señales que “para el caso de un tambo sobre campo alquilado que financie parte del gasto operativo, la situación es terminal”. La entidad destaca que para el caso modelo de escala media, ubicado en la región centro de Santa Fe, durante lo que va del año 2018, se pierde entre 10 y 20 centavos de peso por cada litro producido. Esta situación se agrava día a día porque se va acumulando deuda tomada para pasar este período que no termina.

Por su parte, esta semana la Mesa de Enlace criticó la realidad y se mostraron “desilucion­ados”. “No se ha trabajado en la integració­n de la cadena, ni en mejorar o atemperar los efectos de la crisis a sus actores. Cada litro que produce el productor, le genera pérdida. Pese a que los valores se recuperaro­n se corre atrás de los costos de producción. Pareciera que la prioridad es confeccion­ar un tablero de monitoreo y control y lo que se busca es forzar su funcionami­ento en una cadena que transita otra realidad”, se quejaron. El caso es que hoy la cadena de la leche enfrenta un mercado interno contraído, una exportació­n errática, incertidum­bre cambiaria, altas tasas de interés, conflicto de intereses, productore­s trabajando a pérdida, y tal como destacan las 4 entidades del agro, “las respuestas no son suficiente­s”. Habrá que ver si finalmente el gobierno mira esta sector que está aturdido por los costos y al borde del colapso.

“La crisis de la lechería se ha convertido en un problema de estructura”.

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