“Luego de trabajar durante un año, probamos que no somos un paisito”
Como “sherpa”, el embajador Pedro Villagra Delgado es quien mejor puede prever hoy el posible éxito o fracaso de la cumbre.
MARIANO BELDYK Como “sherpa” del Gobierno en el G20, el embajador Pedro Villagra Delgado es el argentino que hoy sabe, con mayor certeza que nadie, cuán cerca se está del éxito o el fracaso en la cumbre de líderes que se jugará la semana próxima en Buenos Aires. Y jura sentirse “optimista” al respecto. —¿Cómo explicar la importancia de lo que se viene?
—La Argentina siempre estuvo en el G20, nunca con este papel. El haber hecho todo bien le muestra al mundo que podemos tomar este compromiso y cumplir aun en el núcleo de una crisis que nos explotó en el medio. —¿Se va a lograr todo lo que la Argentina pretendía?
—Hay temas que queríamos instalar y otros más “entregables”. Esos puntos estarán citados como compromisos en la Declaración Final y luego figurarán en los anexos técnicos. —¿Qué tan cerrado está el documento final?
—Cerrado no hay nada todavía pero los puntos con alguna dificultad no pasan de dos o tres párrafos. En lo demás, hay consenso. Siempre hay una coma que a algunos les gusta aquí en lugar de allá, pero para eso los diplomáticos manejamos las “ambigüedades constructivas”. Los párrafos complicados, en cambio, no son tema de palabras sino de trillones de dólares. —¿La meta es reducir al mínimo los asteriscos?
—El objetivo es que no haya. Ni corchetes ni asteriscos. Si no se logra el consenso, no es porque la Argentina no lo va a intentar hasta el final. Ya les advertí a mis colegas que si no tenemos un texto para el 28 la sala seguirá disponible el 29, el 30 y el 1º también. Así que si quieren conocer algo de Buenos Aires, mejor que hagan gala de voluntad política. —¿Y cuánto pueden alterar ese consenso luego los líderes?
—La cumbre privada de los líderes, el “retiro”, puede ayudar mucho, salvo que se lleven muy mal, claro, y pase todo lo contrario. En lo personal, creo mucho en el factor humano, no por nada son líderes, la gente los votó. Ellos tienen el olfato de saber lo que importa. Al final, van a hacer ese balance y puede que caigan cosas que parecen indispensables pero entorpecen el acuerdo. —¿Qué rol jugará Macri? —Como moderador, puede actuar guiando el debate, dando la palabra y haciendo comentarios, o interferir lo menos posible si el curso de la reunión viene bien. No hay una regla fija. Depende de cómo viene el clima, “the sense of the room”. —¿Con qué resultado se irá a dormir tranquilo el sábado?
—Después del trabajo de este año, con cualquier resultado me voy a ir a dormir, eso seguro, y tres días seguidos. Luego podré soñar pesadillas o algo lindo (risas). No sería real pensar en un acuerdo que nos ponga en otro mundo maravilloso el 2 de diciembre. En cambio, culminar un buen año de trabajo con la idea de que la cooperación es mejor que la confrontación y seguimos buscando de qué manera se pueden arreglar las diferencias, eso es válido. No solo para esta mesa sino para los que están afuera también. —¿Cómo queda la Argentina luego de un año de G20? —Probamos que no somos un paisito, mero receptor de la comunidad internacional. Hicimos grandes aportes en la historia y podemos dar más. No hay que achicarse, tampoco creerse los mejores del mundo. Pero que estamos en el top twenty, eso es seguro. Y la agenda que propuso Argentina avanza. ¿Significa que saldremos campeones de la Champions League del G20? Eso no lo sé, pero la estamos jugando, lo cual ya es estar en una postura mucho mejor que otros países. Somos Huracán, yo soy hincha de Huracán (risas), y como en toda Champions, bueno, quizás alguna vez le podamos ganar al Barcelona, al Manchester United o a quien sea, aunque la metáfora no es tan justa porque lo mejor es que ganemos todos juntos.