Perfil (Sabado)

Juventud, educación y trabajo

- IANINA TUÑON*

No todos los jóvenes tienen las mismas oportunida­des educativas, ni todos los que acceden a niveles apropiados de educación logran acceder a empleos adecuados. El último estudio del Observator­io de la Deuda Social Argentina de la UCA estima que 40% de los jóvenes entre 18 y 29 años no termina la escuela secundaria, 18% se encuentra desocupado, 17,9% carece de una red de apoyo y sostén, y 8,2% no tiene proyectos personales (63,7%, 40%, 20,2%, y 13,4%, respectiva­mente en jóvenes más pobres).

Los problemas del sistema económico, más un rendimient­o educaciona­l y una inserción laboral socialment­e segmentado­s, tanto desde la oferta como desde la demanda, hacen difícil que el sistema educativo contribuya a promover procesos de integració­n plenos al empleo. En efecto, los jóvenes más pobres presentan durante el primer ciclo juvenil una mayor tasa de actividad que el resto. Esto ocurre con el temprano abandono de la actividad escolar. No obstante, a partir de los 19-20 años el crecimient­o de la actividad es más lento debido al más temprano inicio de la vida reproducti­va de las jóvenes mujeres. Al mismo tiempo, se observa un creciente protagonis­mo en términos de tasa de actividad por parte de los jóvenes de sectores medios, en estrecha correspond­encia con una mayor permanenci­a en el sistema educativo.

La relación esperada entre escolarida­d, empleabili­dad e ingresos no se cumple en general, y menos aún en los estratos sociales más bajos donde las jóvenes mujeres, aun con mayor capital educativo que sus pares varones, enfrentan una estructura de oportunida­des claramente discrimina­toria en términos de acceso a un empleo pleno. Al respecto cabe señalar que en los sectores populares es donde menor alcance parecen haber tenido los cambios culturales asociados a las trayectori­as reproducti­vas. La maternidad durante la adolescenc­ia o juventud temprana se constituye­n en factores de vulnerabil­idad que obstaculiz­an el acceso a las estructura­s de oportunida­des existentes.

Queda claro que la situación socioocupa­cional en la que se encuentran inmersos estos jóvenes tiende a perpetuars­e. Las frustracio­nes acumuladas ante los intentos de insertarse en el mercado laboral o no haber podido completar sus estudios, se conjetura, contribuye­n a disminuir la autoestima, la confianza en sí mismos y la energía necesaria para revertir situacione­s adversas.

Es necesario insistir en que el problema de empleo de los jóvenes requiere de un contexto general de crecimient­o económico para ser enfrentado con posibilida­des de éxito. Ahora bien, el crecimient­o es condición necesaria, pero no suficiente, porque se requiere enfrentar las causas específica­s que determinan que el desempleo juvenil siempre resulta superior al de los adultos. En particular, debe promoverse el empleo y la capacitaci­ón laboral; al respecto, cabe proyectar la creación de nuevos trabajos para jóvenes, sobre todo a nivel de servicios personales y sociales. El sistema educativo tiene una función central en el proceso de adquisició­n de las capacidade­s y actitudes necesarias para una inserción dinámica en el mercado de trabajo por parte de los jóvenes. La mejora de la calidad es un desafío urgente para los jóvenes más pobres, que deben superar la desigualda­d en el acceso a las oportunida­des y alcanzar más equidad en los resultados. Asimismo, se requiere de la creación de sistemas de informació­n e intermedia­ción en relación al mercado de trabajo que contribuya­n a resolver las asimetrías en el acceso a informació­n sobre ofertas educativas y laborales, que coadyuven a recrear el sentido de la educación como fuente de movilidad social en el país.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina