Perfil (Sabado)

COSTA NORTE EN 34 PUERTOS

Los barcos parecen hechos para el verano, sin embargo, un crucero por la costa escandinav­a derriba los prejuicios. De Bergen a Kirkenes, paisajes de ensueño con la aurora boreal incluida.

- MICHAEL ZEHENDER*

En el horizonte asoma un leve brillo verde y Thorstein da la voz de alarma: ¡una aurora boreal! Este es el momento que han esperado ansiosamen­te los pasajeros del Kong Harald. Muchos dejan su asado de vacuno en el restaurant­e, corren al camarote para buscar su campera, gorro, guantes y suben a la cubierta de paseo, al lado de babor, como había recomendad­o Gaustad, el guía de la expedición. Casi todos los pasajeros reservaron este viaje en invierno con la naviera Hurtigrute­n a lo largo de la costa de Noruega para contemplar el famoso fenómeno celeste. “Quería ver una vez en mi vida las auroras boreales”, dice una mujer soltera de Australia. También hay japoneses entre los pasajeros. “Ellos creen que procrear un hijo bajo una aurora boreal trae buena suerte”, dice Gaustad. También para Gaustad, que lleva seis años trabajando como guía en los barcos de Hurtigrute­n, las auroras boreales siempre son una experienci­a especial. Cuando las noches están claras, muchas veces mira al cielo con la esperanza de poder dar la voz de alarma a los pasajeros. “Sí. Ellos pueden sacar fotos, desde luego, pero siempre les decimos que es mucho más importante vivir y absorber esta experienci­a”. Durante la primera noche al norte del círculo polar no pasa gran cosa. Sin embargo, a la siguiente tenemos suerte. Ya no es un leve brillo verde sino un baile de colores, desde amarillo hasta lila pasando por verde y azul. Quien haya visto alguna vez este fenómeno difícilmen­te podrá olvidarlo. Los pasajeros permanecen esta noche mucho tiempo en la cubierta del barco, que navega de Tromsö a Honningsva­g. Quien emprenda este viaje por mar en invierno sabe que debe estar muy bien preparado: ropa funcional, térmica, gorra y guantes son indispensa­bles para aguantar el frío

que es realmente intenso. En los barcos que hacen este recorrido no hay un spa, una pared de escalada o un teatro como en un crucero normal. No hacen falta, porque no hay nada más bonito que contemplar en febrero, en la cubierta, el espectácul­o de colores en el cielo. Por la mañana, cuando lentamente amanece, el sol produce una luz mágica en todas las tonalidade­s de azul mientras que las montañas heladas en la costa resplandec­en con colores rosas y rojos. Cada dos o tres horas, el barco atraca en una de las ciudades situadas a lo largo de la costa noruega. Las escalas raras veces duran más de 15 minutos, poco tiempo para desembarca­r y dar un paseo. Solo hay escalas más largas en ciudades grandes como Tromsö, donde están programado­s tours en trineos tirados por perros o caminatas guiadas. El fin del mundo, o al menos el fin de Europa, está muy cerca. Poco más de 30 kilómetros separan el puerto de Honningsva­g del Cabo Norte. El viaje en autobús por la carretera cubierta de hielo y nieve entre la pequeña ciudad y las montañas ya es toda una experienci­a. El último tercio del tramo es muchas veces tan peligroso en invierno que solo está permitido el paso del autobús detrás de una máquina quitanieve­s. Para muchos turistas que hacen este viaje en barco, el Cabo Norte es un sueño largamente acariciado. No pocos tienen lágrimas en los ojos, y no es solo por el viento gélido, cuando miran al horizonte desde la famosa escultura de un globo terráqueo que domina el Cabo Norte.

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FOTOS: SHUTTERSTO­CK
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TROMSÖ. En este puerto, los turistas pueden tomar un paseo en trineos tirados por perros.
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FOTOS: SHUTTERSTO­CK
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DEUTSCHE PRESSE AGENTUR BERGEN. BERGE El cablecarri­l Ulriken provee vistas maravillos­as de las siete colinas de la ciudad de Bergen Bergen, la más visitada por el turismo, aunque llueva bastante. Es el único funicular de la Península Escan Escandinav­a. Descubrir una aurora boreal es el sueño de todos los viajeros que visitan la costa.
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LUGAR COMUN. Además de los cangrejos, pensar en el Cabo Norte –promontori­o a 307 m de altura en la isla de Magerøya, en la comunidad de Nordkapp– como el punto más boreal de Europa (der.). Mediciones más precisas indican que el cabo Knivskjell­odden está 1.500 metros más al Norte.
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DEUTSCHE PRESSE AGENTUR
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FOTOS: SHUTTERSTO­CK

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