COSTA NORTE EN 34 PUERTOS
Los barcos parecen hechos para el verano, sin embargo, un crucero por la costa escandinava derriba los prejuicios. De Bergen a Kirkenes, paisajes de ensueño con la aurora boreal incluida.
En el horizonte asoma un leve brillo verde y Thorstein da la voz de alarma: ¡una aurora boreal! Este es el momento que han esperado ansiosamente los pasajeros del Kong Harald. Muchos dejan su asado de vacuno en el restaurante, corren al camarote para buscar su campera, gorro, guantes y suben a la cubierta de paseo, al lado de babor, como había recomendado Gaustad, el guía de la expedición. Casi todos los pasajeros reservaron este viaje en invierno con la naviera Hurtigruten a lo largo de la costa de Noruega para contemplar el famoso fenómeno celeste. “Quería ver una vez en mi vida las auroras boreales”, dice una mujer soltera de Australia. También hay japoneses entre los pasajeros. “Ellos creen que procrear un hijo bajo una aurora boreal trae buena suerte”, dice Gaustad. También para Gaustad, que lleva seis años trabajando como guía en los barcos de Hurtigruten, las auroras boreales siempre son una experiencia especial. Cuando las noches están claras, muchas veces mira al cielo con la esperanza de poder dar la voz de alarma a los pasajeros. “Sí. Ellos pueden sacar fotos, desde luego, pero siempre les decimos que es mucho más importante vivir y absorber esta experiencia”. Durante la primera noche al norte del círculo polar no pasa gran cosa. Sin embargo, a la siguiente tenemos suerte. Ya no es un leve brillo verde sino un baile de colores, desde amarillo hasta lila pasando por verde y azul. Quien haya visto alguna vez este fenómeno difícilmente podrá olvidarlo. Los pasajeros permanecen esta noche mucho tiempo en la cubierta del barco, que navega de Tromsö a Honningsvag. Quien emprenda este viaje por mar en invierno sabe que debe estar muy bien preparado: ropa funcional, térmica, gorra y guantes son indispensables para aguantar el frío
que es realmente intenso. En los barcos que hacen este recorrido no hay un spa, una pared de escalada o un teatro como en un crucero normal. No hacen falta, porque no hay nada más bonito que contemplar en febrero, en la cubierta, el espectáculo de colores en el cielo. Por la mañana, cuando lentamente amanece, el sol produce una luz mágica en todas las tonalidades de azul mientras que las montañas heladas en la costa resplandecen con colores rosas y rojos. Cada dos o tres horas, el barco atraca en una de las ciudades situadas a lo largo de la costa noruega. Las escalas raras veces duran más de 15 minutos, poco tiempo para desembarcar y dar un paseo. Solo hay escalas más largas en ciudades grandes como Tromsö, donde están programados tours en trineos tirados por perros o caminatas guiadas. El fin del mundo, o al menos el fin de Europa, está muy cerca. Poco más de 30 kilómetros separan el puerto de Honningsvag del Cabo Norte. El viaje en autobús por la carretera cubierta de hielo y nieve entre la pequeña ciudad y las montañas ya es toda una experiencia. El último tercio del tramo es muchas veces tan peligroso en invierno que solo está permitido el paso del autobús detrás de una máquina quitanieves. Para muchos turistas que hacen este viaje en barco, el Cabo Norte es un sueño largamente acariciado. No pocos tienen lágrimas en los ojos, y no es solo por el viento gélido, cuando miran al horizonte desde la famosa escultura de un globo terráqueo que domina el Cabo Norte.