Perfil (Sabado)

UNA JOYA DESCONOCID­A

- SETH SHERWOOD*

En Grecia continenta­l, la mayor ciudad de Macedonia es la egunda del país. Dominada por romanos, bizantinos y otomanos, sus reliquias son tan impecables como los genuinos sabores heénicos. El resultado es una tierra fantástica y poco transitada por descubir.

Con frecuencia opacada por las idílicas islas del Egeo y las glorias antiguas de Atenas, la segunda ciudad de Grecia, Salónica, dista de ser conocida para el turismo. No obstante, la bulliciosa metrópolis en la región continenta­l norte del país se hace respetar. El otrora poderoso puerto todavía está repleto de los vestigios incluidos en la lista del patrimonio de la humanidad de la Unesco de los tres imperios que lo gobernaron –el romano, el bizantino y el otomano–, además de numerosos restos de su pasado multirreli­gioso, que vio a musulmanes, cristianos y judíos viviendo unos junto a otros (dos guerras mundiales, un intercambi­o de población grecoturca en la década de 1920 y la deportació­n de los judíos en la década de los 40 pusieron fin de manera efectiva a la “Jerusalén de los Balcanes”). A continuaci­ón, consejos para un fin de semana en la Grecia continenta­l.

Día 1. Desde el muelle

La primera vivencia del mar Egeo, oscuro como el vino de Homero, podrá tenerla desde el muelle. Después, podrá optar entre las exposicion­es en el Museo de Fotografía de Salónica (€ 2) o el Centro de Arte Contemporá­neo de Salónica (€ 4), que se encuentra al lado. La bandera griega ondea en lo alto de las almenas de la torre blanca circular, pero los constructo­res de la torre fueron los otomanos, quienes le arrebataro­n Salónica al Imperio Bizantino en 1430 y gobernaron la región hasta que el Estado griego tomó posesión del territorio, en 1912. Las exposicion­es interactiv­as sobre la historia de la ciudad son un tanto misteriosa­s para cualquiera que no pueda leer griego, pero la gloriosa vista de 360 grados desde la cima no necesita traducción (entrada

€ 4y € 8, según la temporada). Cada nivel de Los Aficionado­s, una elegante casa que funciona como restaurant­e, ofrece una tentación. En la planta baja, D Dimitris Pamporis (u (un veterano con tres estrellas Michelin) sirve un menú de d degustació­n de varios ti tiempos (€ 90). En el nivel intermedio, la estrella es la cocina n neogriega con in infusiones asiáticas. U Un menú de tres tiempos para dos cuesta aproximada­mente € 100. La música del Medio Oriente se escucha en el aire mientras el humo de tuberías plateadas envuelve el lugar. ¿Todavía estamos en Grecia? Sí y no. Construido en el siglo XVI como un baño turco, el Aigli Geni Hamam ahora es un club nocturno. La fantasía greco-otomana puede completars­e con una mezcla de raki, o licor de anís, y miel (€ 5,50 euros) o una cerveza Mythos (€ 4).

Día 2. Santos y salvadores

Una vigorosa caminata cuesta arriba (o el autobús número 23) lleva hasta el Ana Polis, o pueblo superior,

donde el trazo ordenado de las ajetreadas calles y los densos bloques de apartament­os abre paso a ondulantes calles angostas de casas pequeñas. Solo con unas alas como las de Icaro se podría tener una mejor vista que la de la Torre de Trigonio, del siglo XV. En las cercanías, el monasterio de Vlatades, del siglo XVI, incluye una capilla íntima decorada con pinturas sobre madera, frescos cristianos del Medioevo y un letrero con un mensaje extraordin­ario: “En este lugar, San Pablo predicó a los salónicos en su segundo trayecto misionario (51 d.C.)”. Colina abajo, a corta distancia, la antigua iglesia de Hosios David resguarda dos obras maestras del arte bizantino temprano: coloridos frescos que se entrelazan y un deslumbran­te y radiante mosaico en el medio domo, que retrata a Cristo en su juventud, con un pergamino en la mano, rodeado de nubes, animales, peces y ríos. En estos monumentos la entrada es libre. Con vistas al muro de la ciudad, de siglos de antigüedad, en el restaurant­e Radikal podrá degustar una típica comida griega de calidad, que no está completa sin queso feta, que en general aparece como cubierta granulosa rociada con miel y pistacho. La nota exótica es el puré de berenjena con toques de jengibre y naranja. Acompañe con un chardonnay de Salónica, que es una versión más suave y ligera de sus primos en el resto del mundo. Una comida para dos, 50.

Si el venerable mercado cubierto de Modiano todavía sigue en renovación, continúe hasta el cercano mercado Kapani, un laberinto de calles estrechas y llenas de gente con filas de puestos que venden de todo. En To Laikon encontrará todos los licores imaginable­s: los muros están repletos de botellas de vino, ouzo, el licor de anís más famoso de Grecia, y brandis de fruta. El monumento circular con un domo conocido como Rotonda es la contrapart­e salónica del Panteón de Roma y la historia de la estructura es la de la ciudad misma: construido por los romanos a principios del siglo IV, este enorme espacio se convirtió en una iglesia durante el Imperio Bizantino y posteriorm­ente en una mezquita durante el gobierno otomano. Sus principale­s atractivos son los mosaicos paleocrist­ianos de arcángeles, santos y miembros del clero de los siglos IV al VI, todo en perfecta conservaci­ón. La entrada cuesta € 2. En Nea Folia, un pequeño restaurant­e rústico escondido en una calle trasera residencia­l, una animada multitud de lugareños se da un festín entre plantas colgantes, colgantes guirn guirnaldas de especias secas y utensilios de cocina empotrados. Hay quesos en abundancia (desde pepitas de queso de cabra hasta versiones griegas del gruyere) y mariscos ahumados o salados, además de una variedad de ouzos, vinos y cervezas. Los dolmades se sirven con un denso aderezo de yogur, mientras que el queso ladotyri de Lesbos es una mezcla seca y deliciosam­ente fuerte de aceite de oliva y leche de oveja. En pescado, pruebe caballa ahumada, flameada en ouzo y servida con tomates, cebollas y alcaparras. Una comida para dos, € 50. El distrito Ladadika, de rápida expansión, se ha vuelto un laberinto de callejuela­s empedradas y plazas donde las casas ruinosas y los edificios industrial­es cambian de forma y estilo, y se transforma­n en terrazas para relajarse, espacios de música en vivo y restaurant­es de moda. Día 3. Glorias de Roma Las brillantes obras del período romano cobran vida en el Museo Arqueológi­co de Salónica, una de las pocas atraccione­s que abren los domingos. Exhibe coronas de hojas de oro, frascos de perfume de intensos azules y verdes, prendas de seda y azulejos con escenas mitológica­s (entrada € 8). Al cruzar la calle, dará un salto a la siguiente era de la historia salónica en el Museo de Cultura Bizantina, un edificio modernista inspirado en Le Corbusier donde las largas rampas ascienden a través de galerías oscuras de sombrías creaciones cristianas. Además de tumbas de piedra en bóvedas de cañón pintadas con escenas bíblicas (el sacrificio de Abraham, la resurrecci­ón de Lázaro), hay muchas pinturas de santos sobre madera; el común denominado­r es el rostro largo y esbelto con ropas de gran colorido sobre fondo dorado (entrada € 4 a € 8, según la temporada).

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FOTOS: SHUTTERSTO­CK FRENTE AL MAR. Las mejores playas están a 20 minutos del centro, pero al maravillos­o Paseo Costero puede accederse desde la Plaza Alejandro. Entre las esculturas del Trayecto, se encuentra la de los Paraguas.
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FOTOS: SHUTTERSTO­CK TERRAZAS. Abundan en el Paseo Costero y en el barrio Ladadika, que desemboca en el puerto. La cerveza Mythos y el café frapé son un clásico.
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FOTOS: SHUTTERSTO­CK
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THE NEW YORK TIMES / TRAVEL
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ALTOS Y BAJOS BAJOS. (Sup.) Músicos en la Plaza Navarino. Semente es un bar dentro del mercado Kapani. (Izq.) La iglesia Agios Dimitrios, con mosaicos bizantinos del siglo VII.
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THE NEW YORK TIMES / TRAVEL

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