Perfil (Sabado)

PREGUNTAS DEL G20

- Christian Camblor

Esta historia del G20 es nueva para nosotros los argentinos, y en mi caso particular, me dispara muchos interrogan­tes este periódico encuentro de los mandatario­s de los países más importante­s del mundo (más la Argentina, claro). Es así, da para pensar. Por ejemplo: ¿no da para que los muchachos y las muchachas que mandan se armen un grupito de Whatsapp unos días antes, como para ir agilizando las cosas? Obvio que existirían, además de los intereses, dificultad­es idiomática­s, pero para eso están los emojis, siempre tan claros en lo que quieren significar. Un pulgar para arriba a tiempo o una sonrisa en una cara amarilla puede allanar muchas cosas. Durante el encuentro mismo, cada vez que se ponen de acuerdo en algo, ¿qué les conviene hacer? ¿Hablamos de un “acuerdo entre caballeros” como el de Daniel Angelici y Rodolfo D’Onofrio, o se necesita de un escribano público que le de un cariz un poco más formal a todo el asunto? Otro caso es el de la famosa foto oficial o “foto de familia”. ¿Cómo se eligen las ubicacione­s? ¿Hay peleas, como sucede con la tapa de los personajes del año de la revista Gente, donde nadie quiere salir al lado de los ganchitos o de la solapa de afuera? Estar cerca de Donald Trump ¿te da más estatus o es un quemo? Ponerse cerca del príncipe saudí ¿amerita una visita a su inodoro de oro? Sacarse una foto con Justin Trudeau ¿mejora el levante? El que lo empuja a Putin ¿está más cerca de sufrir un terrible accidente? Otra cuestión: si un presidente varón va al baño y, mingitorio mediante, se encuentra con otro, ¿da para armar ahí mismo un encuentro bilateral? ¿Alcanza lo que dura un pichín para frenar una escalada con misiles? La intimidad quizá la tienen asegurada, aunque no sé si da para que se saluden con la mano. En el caso de la comida, ¿pueden repetir? ¿Les cobran los cubiertos? No queremos olvidarnos del “bebé” de Trump, muñeco gigantesco que pasearon sus detractore­s: ¿no podría gobernar él? Finalmente, pero no menos importante, ¿los presidente­s cuentan con wifi o deben cargar datos antes, en algún kiosco de la zona? La verdad que eso sería un papelón internacio­nal, y no los incidentes del River-Boca.

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