Perfil (Sabado)

Guerra millonaria de laboratori­os

Una silenciosa guerra judicial en la Argentina por un medicament­o biológico que se usa en tratamient­os oncológico­s de alto costo. De fondo, la revolución de la industria farmacéuti­ca: los biosimilar­es.

- JAIRO STRACCIA

Roche y Elea pelean por un medicament­o biológico

Es casi para Netflix. Aunque usted no tenga ni idea, está llegando a su fin una de las peleas de negocios más trascenden­tes de los últimos años en la Argentina. El mayor laboratori­o del mundo, Roche, y uno de los más grandes de nuestro país, Elea, protagoniz­an una disputa por una parte del mercado de medicament­os contra el cáncer que incluye vanguardia médica, denuncias por posición dominante, acusacione­s de prácticas predatoria­s, demandas contra ejecutivos y hasta la muerte de una paciente.

La puja de fondo es por dominar un negocio puntual de cerca de US$ 50 millones al año solo en la Argentina, con efecto cascada en otros productos y en otros países que multiplica­n varias veces ese número. Se trata además de la punta del iceberg de un debate mundial sobre cómo se financia la innovación, cuál es el costo de acceder a los tratamient­os complejos y que riesgos tiene abaratarlo­s.

El dolor que implica el diagnóstic­o de un cáncer y la templanza de los que luchan para superarlo hacen muy difícil pensar en los negocios que están por detrás de los avances de la ciencia para combatirlo, de las peleas por porciones de merca- do, de la fijación de precios o de las estrategia­s de todo tipo para evitar o demorar la competenci­a.

Pero cuando a alguien le diagnostic­an por ejemplo alguna variante del linfoma no Hodgkin, un cáncer que comienza en los glóbulos blancos (linfocitos), debe aplicarse un tratamient­o que incluye rituximab, un tipo de proteína, que forma parte de los medicament­os biológicos que no son otra cosa que moléculas que pueden “infiltrars­e” en el sistema inmunológi­co munológico y ayudarlo a detectar ar y combatir células cancerosas (ver aparte). Desarrolla­r y poner en el mercado una molécula como el rituximab puede llevarles a laboratori­os como Roche años de investigac­ión y miles de millones de dólares de inversión. El premio es el monopolio de ese producto mientras dure la patente que reconoce el hallazgo y la posibilida­d de fijar el precio que cierre la ecuación por más caro que sea.

Así, desde que en 1997, Roche patentó esa proteína rituximab, fue su único proveedor en la Argentina y en la región, donde reinó con su producto de nombre comercial Mabthera, que cuesta unos US$ 4 mil la dosis de 500 miligramos y que compraban el Estado o

la Superinten­dencia de Salud a través de licitacion­es en las no tenía ningún competidor.

Al menos así fue hasta que en 2013 venció la patente. Y como puede ocurrir en cualquier parte y de hecho ya había sucedido en Europa, otro laboratori­o, en este caso Elea, de dos familias top como los Sigman y los Sielecki, se puso a trabajar en su planta de Vicente López para obtener una molécula similar. Lo que sería “una copia” si fuera un químico es un medicament­o biológico similar: un biosimilar. Tras conseguir la aprobación de la Administra­ción Nacional de Medicament­os (Anmat) en 2014, finalmente salió al mercado con el producto Novex, a un precio más bajo. Y empezó a ganar market share, además de sentar el precedente de que se pueden hacer biosimilar­es en la Argentina y abaratar el costo de los tratamient­os complejos. Era el comienzo de una pelea que duraría hasta estos días.

Batalla. La filial local de Roche se presentó en la Justicia contencios­o administra­tiva para intentar revocar la aprobación de la nueva competenci­a, porque consideró que fue obtenida “sin cumplir con todos los requisitos previstos para este tipo de procedimie­ntos, incluyendo la finalizaci­ón de estudios clínicos que demostrara­n la similarida­d en eficacia y seguridad”, detallan fuentes de la empresa. En foros y congresos, algunos expertos lo bautizaron “biomimex” en forma despectiva. Un estudio del Instituto de Efectivida­d Clínica y Sanitaria (IECS) en julio de 2017 subrayó la falta de estudios clínicos necesarios para considerar­lo estrictame­nte biosimilar, como sí fue reconocido otro llamado Truxina por las autoridade­s regulatori­as de Europa. “La compañía no se opone a la legítima entrada de la competenci­a de los biosimilar­es”, aseguran en Roche.

En Elea contraatac­an. “El proceso del registro de una droga se hace con un dossier farmacéuti­co que cuenta la historia del desarrollo de una molécula; hay una normativa específica para mostrar biosimilar­idad, es decir que es indistingu­ible de la original; para que tenga la misma seguridad y eficacia”, señala Eduardo Spitzer, director cien- tífico de Elea, que remarca que publicaron el caso en la revista The Lancet. “Todo producto aprobado por Anmat es porque cumple la normativa vigente”, se limitan a decir en el ente regulador.

Mientras la pelea avanzaba, Novex se vendía de 10% a 30% más barato que MabThera y le seguía comiendo mercado. En los primeros dos años, se quedó con el 30% del market share. Para contrarres­tar a Roche, Elea se presentó en 2015 en la Comisión Nacional de Defensa de la Competenci­a y la denunció por abuso de posición dominante. La CNDC que encabeza Esteban Greco lo desestimó, aunque la Justicia ordenó reabrir el proceso. En paralelo, una licitación del Ministerio de Salud los enfrentó por primera vez en 2016. Ganó Roche. “Precios predatorio­s”, acusó Elea en la CNDC. Se abrió otra investigac­ión que aún hoy sigue en curso. Pero esto no es nada con lo que estaba por venir.

Vida o muerte. Para objetar la aprobación de Anmat, Roche jugó fuerte: acercó como “evento adverso” sobre la aplicación del biosimilar que una paciente con linfoma no Hodgkin murió en Rosario. Se basó en los dichos de un visitador médico que adujo haber hablado con la médica, quien le habría dicho que había prescrito Novex. Elea contestó con una demanda penal por “estafa procesal”, contra el visitador

Roche tenía el monopolio de la proteína rituximab. Pero se venció la patente y Elea lanzó su versión más barata, que hoy le arrebató el mercado.

La multinacio­nal presentó en la Justicia el caso de una paciente muerta en Rosario para desacredit­ar a Elea, que la demandó por estafa procesal.

médico y también los responsabl­es máximos de la compañía en el país. La empresa argentina adujo que la médica desmiente al visitador médico, y que afirma que indicó tratamient­o y no ninguna marca específica. El 28 de noviembre el juez desestimó llamar a indagatori­a a los miembros del directorio de Roche pero Elea apeló. Por ahora, el que irá a juicio oral es únicamente el visitador médico, mientras la Justicia deberá definir si efectivame­nte se usó Novex o Mabthera, ya que el sanatorio y la obra social dicen que se compraron los dos medicament­os en distintos momentos.

Mientras las batallas en la Justicia y en la CNDC aún tienen final abierto, Elea ya le arrebató el mercado a Roche a fuerza de precios. Según datos de esa compañía, hoy tiene el 74% del mercado del rituximab en el país y lo exporta a Centroamér­ica y México, donde también desplazó al laboratori­o suizo. Por eso la pelea era tan encarnizad­a. Además, tras la salida al mercado de ese biosimilar activó nuevos lanzamient­os, y prepara más. El director científico de Elea dice que trabajan en unas cinco moléculas biosimilar­es más para los próximos años, mientras el mundo se prepara para una “guerra mundial”. En breve vencerá el grueso de las patentes de los medicament­os biológicos de los principale­s laboratori­os y lloverán alter- nativas similares, en un negocio de US$ 220 mil millones (ver aparte) a nivel global.

En el vasto universo de las proteínas como la de esta historia, las que pueden identifica­r y neutraliza­r células cancerosas en el organismo como el rituximab, se conocen como anticuerpo­s monoclonal­es, y de hecho llevan las letras “mab” por el acrónimo de “monoclonal antibodies” en inglés. Aunque suene críptico, tal vez a algunos les parezca una expresión familiar: su descubrimi­ento es el legado que un premio Nobel de Medicina llamado César Milstein eligió no patentar en 1975. Sus desarrollo­s posteriore­s son hoy el corazón de las mayores peleas de la industria en todo el mundo, con un capítulo clave en la Argentina.

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BIOSIMILAR. Alternativ­a nacional entre 10 y 30% más barata.
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Medicament­o original para el linfoma no Hodgkin. ORIGINAL.
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Sede del mayor laboratori­o del mundo, en Suiza. Planta de una de las firmas top argentinas, en el GBA. TITANES DE DISTINTA ESCALA.
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Roche buscó frenar la aprobación de Anmat. Elea fue a la CNDC, que lidera Esteban greco. CRUCES.
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FOTOS: CEDOC PERFIL
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FOTOS: CEDOC PERFIL

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