El Gobierno se concentra en defender la megacausa
El ala judicial macrista evitó salir a defender al fiscal Stornelli. Esquivan el fuego cruzado de los tribunals y solo quieren que no se caiga la causa a su cargo. La única que salió a defenderlo publicamente fue Carrio.
Muchos consideran que Stornelli juega al limite de lo legal buscando arrepentidos
El Gobierno pretende hacer una carambola: que la investigación del Gloria-gate siga su curso, en especial la parte que apunta contra el kirchnerismo, sin la necesidad de bancar explícitamente al fiscal Carlos Stornelli. Con esa suerte de prescindencia aparente, el macrismo busca que el desbande de internas y carpetazos judiciales no lo salpique. Esa actitud potencia la sensación de desgobierno dentro de Comodoro Py. Especialmente tras el golpe palaciego realizado contra el ex presidente de la Corte Suprema Ricardo Lorenzetti.
Los asesores más directos de Mauricio Macri directamente desconfían de Stornelli: lo perciben como una figura ligada a la corporación de jue- ces y fiscales que habita desde hace años en los tribunales de Retiro. Ese grupo está integrado por el consiglieri presidencial José Torello; el secretario de Legal y Técnica Pablo Clusellas; y el diputado del Parlasur Fabián “Pepín” Rodríguez Simón, ideólogo del decreto que intentó poner de forma exprés a Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti en la Corte Suprema.
“Es Py puro, es Lorenzetti. No es santo de mi devoción”, describe un allegado a los Newman. Archienemigos internos del presidente de Boca, Daniel “Tano” Angelici, representan el ala menos dispuesta a negociar con el establishment de Comodoro Py. En lugar de pactar, promueven la creación de una especie de Justicia de diseño. Por ejem- plo, intentaron federalizar por la ventana cinco tribunales orales.
Stornelli a su vez es amigo y fue compañero del “Tano” Angelici en la comisión directiva de Boca Juniors. Pese a esa cercanía, el fiscal y ex minis- tro de Seguridad bonaerense de Daniel Scioli jura que el presidente xeneize “no se mete conmigo”.
Desde el Gobierno, nadie levantó la voz en defensa del Stornelli, denunciado de ha- ber mandado a extorsionar a un empresario en la causa de los cuadernos. Tampoco lo hizo el ministro de Justicia, Germán Garavano. Aun entre los que confían en la honestidad del fiscal, muchos consideran que juega al límite de lo legal en su búsqueda de arrepentidos de corrupción kirchnerista. ¿Por ejemplo? Su involucramiento con un personaje tan oscuro como Marcelo D’Alessio.
Ante el silencio cauteloso del núcleo PRO, Elisa Carrió se puso a la vanguardia del stornellismo. La jefa de la Coalición Cívica le dio crédito a la teoría de que los presos kirchneristas armaron una operación para embarrar la investigación del dúo Stornelli y el juez Claudio Bonadio. Lo hizo basándose en pinchadu- ras telefónicas de la cárcel de Ezeiza, tomadas en una causa ajena sobre narcotráfico. Según explicó la diputada, las transcripciones de las charlas le habrían llegado de forma anónima.
No fue la única dirigente que favoreció al fiscal. El procurador general de la Nación, Eduardo Casal, tomó un posición parecida. Con una línea por lo general amigable hacia la Casa Rosada, el sucesor de Alejandra Gils Carbó rechazó el inicio de una investigación interna contra Stornelli. Casal negó el pedido que le había hecho el juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla. “No es función del Procurador realizar las medidas que ordena”, le respondió Casal al juez que puso la lupa sobre Stornelli.