Perfil (Sabado)

Truchez individual, podredumbr­e general

- JAVIER CALVO

Ahora que nadie conoce a Marcelo D’A lessio –supuesto abogado, falso experto en narcotráfi­co, seguro lobista y extorsiona­dor presunto en nombre del fiscal Carlos Stornelli– y que todos se despegan del juez Luis Rodríguez, convendría no detenernos solamente en ellos para aprovechar e iniciar un proceso irreversib­le de transparen­cia en la Justicia Federal.

Vayamos primero a ciertos detalles “anecdótico­s”. Gran par te de las a fir maciones que hizo el ahora detenido D’Alessio respecto a su supuesto poder e influencia han quedado expuestas como mentiras. ¿Es imposible que haya hecho negocios con su mitomanía? No sería el primero ni el último.

Ahora bien, eso no quita que Stornelli no tenga que dar ciertas explicacio­nes delicadas. Por ejemplo, qué tipo de relación tenía con D’Alessio, con quien compartió reuniones en Pinamar y en el quinto piso de Comodoro Py, donde funciona su fiscalía, y cantidad de mensajes amigables por Whatsapp. Curioso, porque en los tribunales federales de Retiro la ima- gen de Stornelli dista bastante de la del cantante brasileño Roberto Carlos y su millón de amigos.

El fiscal principal de la causa por corrupción más importante de la historia argentina también debería aclarar los motivos por los cuales tardó casi una semana en denunciar ante la Justicia a D’Alessio, pese a lo gravísimo que significab­a que lo estuviera mencionand­o como el destinatar­io de un chantaje en una investigac­ión judicial. Acaso estuviera lento de reflejos o solo escuchara las voces laudatoria­s que tanto le deben.

Con el juez Rodríguez sucede algo similar. Acusado por la viuda del fallecido secretario privado de Kirchner de cobrarle una coima de US$ 10 millones para sobreseerl­o, los mismos que miraban para otro lado en Py y en el Consejo de la Magistratu­ra ahora le apuntan con todo. Y hasta salen causas en las que había aplicado el mismo modus operandi y nadie se había dado cuenta… Además del caso del enriquecim­iento de Muñoz & Flia, se suman los desfalcos por la mina de Río Turbio (donde chocó feo con Stornelli), la súbita prosperida­d del número dos de Carlos Zannini y la infinita generosida­d del detenido José López para llamativas obras en la Tucumán de Alperovich.

A partir de estos destapes, que se agregan a los fallos impresenta­bles del jubilado Oyarbide (desnudado por el ex contador K en relación a peritajes falseados sobre el patrimonio de Néstor y Cristina), resurge fuerte la movida de reabrir causas por corrupción ya cerradas en vista de las irregulari­dades detectadas en su resolución judicial.

Claro que serían los mismos habitantes de Comodoro Py de los últimos años los que se harían cargo de la resurrecci­ón de esas investigac­iones. Ni a Francis Ford Coppola se le hubiera ocurrido recurrir a semejante desatino para ficcionar la cuarta entrega de El Padrino.

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