Perfil (Sabado)

Sociedad fragmentad­a

El proceso de división que se inició en los setenta se cristalizó desde 2001. Preferenci­as electorale­s.

- CA RLOS DE ANGELIS*

Apartir de los años noventa la sociedad argentina ha ido acelerando su camino hacia la fragmentac­ión. Es un proceso que se inicia en los setenta, pero que a partir de 2001 se cristaliza y naturaliza: ya es borroso para la memoria el tiempo en que las cosas eran diferentes. Esta dispersión va mostrando su reflejo en la política, incidiendo en la preferenci­a electoral.

Subsuelos.

Cuando a la oposición se la cuestiona porque “no se juntan”, el primer análisis habla del orgullo de los dirigentes y de su falta de diálogo. Pero más allá de que estas caracterís­ticas puedan ser reales, cuando se observa debajo de la superficie se perciben mundos sociales que se han ido distancian­do no solo en términos económicos, sino en estilos de vida, la forma en que obtienen informació­n política, y en definitiva cómo construyen sus prácticas sociocultu­rales. Diversos procesos han disociado a una población que supo conocer una notable homogeneid­ad en base al paraguas de la “clase media urbana”, a diferencia de la mayoría de los países de la región.

La primera gran línea de ruptura es la irrupción de una pobreza que rompe el entramado social para convertirs­e en estructura­l. Esto reproduce franjas importante­s de población que dependen de las ayudas del Estado para sobrevivir y de la producción de estrategia­s de autoayuda como el trueque. Este sector que supera el tercio de la población se ha establecid­o en alrededore­s de las grandes ciudades (no solo en la provincia de Buenos Aires, sino en Córdoba, Santa Fe, Rosario, Tucumán, etc.) tras la noción de instalarse en zonas de bajo costo en términos de renta urbana, pero cerca de posibles fuentes de empleo, y acceso al transporte público que les permita obtener servicios de salud y educación. Hoy ese espacio se transformó en la columna vertebral del voto de Cristina Kirchner y es lo que explica en buena parte su permanenci­a en el tiempo.

Viento en contra.

En un es- calón cercano en la pirámide, pero a años luz en términos simbólicos, se encuentra la clase media baja (C3 y D1). Ubicada geográfica­mente en los barrios antiguos de las ciudades de todo el país y en los dos primeros cordones del conurbano bonaerense, se constituye en uno de los sectores más afectados por la situación económica actual por la combinació­n de los aumentos de los servicios públicos y una inserción laboral muy endeble con ingresos variables.

Con sentimient­o subjetivo de clase media, son espacios que se ven afectados por el debilitami­ento de los servicios públicos y el consiguien­te empeoramie­nto de las condicione­s de vida. Suele competir por los servicios de salud y educación con los más pobres y de allí nacen algunas posturas volcadas a la derecha, como el rechazo a los migrantes y la defensa de políticas de mano dura contra la delincuenc­ia por sentirse menos protegidos por las fuerzas de seguridad. También braman contra los planes y asignacion­es estatales de los más pobres ya que no se perciben sujeto de las políticas estatales. Este sector integró el 54% de Cristina Kirchner en 2011, pero tan solo dos años más tarde dio su voto a Sergio Massa en la PBA y en 2015 muchos municipios históricam­ente peronistas vieron triunfar a candidatos de Cambiemos. Hoy se dispersan entre las diversas variantes del peronismo –incluso podrían optar por un Alfredo Olmedo– y algunos muy enojados podrían volver a votar a Cristina. Como se observa, se han convertido en una incógnita electoral, ¿podrán ejercer el voto castigo, o pervive cierto antikirchn­erismo?

Aspiracion­es.

Ascendiend­o en la pirámide se encuentra la clase media típica (C2). No disfruta de los privilegio­s de la elite del ABC1, pero se identifica con ella en sus aspiracion­es, y la determinac­ión por acceder por ejemplo a la educación superior. Ubicados en los centros urbanos, fueron vitales en el triunfo de Mauricio Macri en 2015 en la segunda vuelta –el mejor ejemplo es Córdoba–, aunque parte de este apoyo se dispersó dos años después. No obstante, un desprendim­iento de los más jóvenes con formación universita­ria de este sector se convirtió en núcleo intenso K.

Esta clase media, si bien no tiene las incertezas de la media baja, ha visto sus consumos privatizad­os desde los años de Menem, convirtién­dose en un espacio muy susceptibl­e a las devaluacio­nes de la moneda frente al dólar ya que allí se vuelcan sus ahorros y sus deseos de ascenso social. Lejos de las marchas y de los cacerolazo­s de 2012 y 2013, también están enojados porque sus ingresos se redujeron al punto de hacerles tambalear accesos ya considerad­os básicos como la televisión por cable, la educación privada o viajes al exterior. Por momentos parte de este sector recuerda al Michael Douglas de la película

Un día de furia, pero luego duda frente al posible ballottage Mauricio Macri-Cristina Kirchner.

Cumbres borrascosa­s.

Finalmente, en la cúspide de la pirámide se ubica un sector que no supera el 8% de la población, pero constituye el apoyo más fiel de Mauricio Macri, el famoso ABC1. Empresario­s, profesiona­les y comerciant­es integran una elite que sostiene con ahínco la filosofía de un país gobernado por no peronistas, más allá de cierta decepción con la política económica del Gobierno. Hubiera preferido una agenda más aguerrida del corte del gasto público, baja de impuestos, achicamien­to del Estado, etc., pero disculpa a la actual gestión y cree en que en el segundo mandato de Macri se pueden enmendar las cosas desde el primer minuto. No obstante, algunos pueden llegar a ver con simpatía a candidatos cruzados de la libertad económica. Más allá de todo hay que considerar que la franja inferior de este sector está cayendo en la escala social, como el caso de los comerciant­es o pymes que han sufrido el debilitami­ento del mercado interno, pero a pesar de esto acompañará­n al oficialism­o.

Las particione­s señaladas son palpables en la geografía política argentina, pero también se le suman otras como la diferencia de visión po- lítica según la edad. Mientras los más jóvenes se han volcado por el kirchneris­mo y por las opciones más de centroizqu­ierda e izquierda, los mayores dieron su voto fundamenta­l para el triunfo cambiemist­a. Es que el ejercicio del voto es complejo y multidimen­sional, por lo que elementos simbólicos, ideológico­s y las expectativ­as asociadas pueden ejercer un efecto magnético, incluso por encima de la dinámica económica.

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IMAGEN: PABLO TEMES PATRIA ERRATICA
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