Perfil (Sabado)

Año electoral: esta vez será diferente

- LORENA GIORGIO / ECONVIEWS

La economía argentina viene evidencian­do un mismo patrón desde 2011: crecimient­o en los años electorale­s y recesión en los años pares. Sin embargo, 2019 romperá con esta tendencia y será el primer año electoral recesivo desde la crisis de 2009, y el primero también en el que el consumo privado llegue a octubre por debajo de sus niveles del año previo. Esta vez, la coyuntura difícilmen­te sea el eje de campaña del oficialism­o, sino que se convertirá más bien en un obstáculo que deberá sortear en su camino hacia la reelección.

A fines del año pasado, el Gobierno esperaba que la actividad económica tocara su piso en el primer trimestre y que a partir de allí comenzara a mostrar una recuperaci­ón lenta pero sostenida, que le permitiera crecer en torno a 2,5% punta a punta. Si bien el promedio del año arrojaría una nueva caída por el arrastre negativo que dejó 2018, la economía llegaría a las elecciones en buena forma. Se esperaba que las aún elevadas tasas de interés y la estabilida­d cambiaria permitiera­n seguir moderando gradualmen­te la inflación, lo que llevaría a una pronta recuperaci­ón del poder adquisitiv­o de jubilacion­es y salarios, mientras que el repunte de la actividad iría de la mano de una mejora en el nivel de empleo. En este escenario, las tasas de interés comenzaría­n a desacelera­rse hacia fines del primer trimestre, motorizand­o el crédito. Con el consumo privado en remontada, la inversión viéndose beneficiad­a por el esperado desembarco de las PPPs en sectores claves como transporte y energía, un tipo de cambio en niveles competitiv­os que profundiza­ría la mejora de las cuentas externas y el salvavidas del FMI para demostrar solvencia fiscal y llevar tranquilid­ad a los mercados, el Gobierno podría enfrentar el año electoral con cierto aire y optimismo.

Sin embargo, a cuatro meses de comenzado 2019 este escenario quedó resumido a solo un anhelo. El mal dato de inflación de enero (al que luego se sumaron los de febrero y marzo) terminó con la estabilida­d cambiaria que había comenzado en diciembre, la volatilida­d intradiari­a trepó a sus mayores niveles desde agosto pasado y las tasas de interés superaron el 70%. El riesgo país llegó a ubicarse por encima de los mil puntos básicos demorando decisiones y proyectos de inversión, mientras que el ajustado plan monetario y fiscal consensuad­o con el FMI limitó las herramient­as para llevar adelante políticas expansivas.

En este punto cabe preguntarn­os: ¿cómo llegará la economía a octubre? ¿Qué tan distinto era el contexto económico en elecciones anteriores?

En primer lugar, la actividad económica va a llegar a octubre con dos registros trimestral­es modestos: un crecimient­o prácticame­nte nulo en el primer trimestre y apenas mejor en el segundo, apuntalado casi exclusivam­ente por la cosecha. Lejos quedarán las subas trimestral­es registrada­s en los últimos tres años electorale­s con victorias oficialist­as: en 2007 el PBI creció 2,4% y 2,2% en el primer y segundo trimestre respectiva­mente, en 2011 lo hizo 2,4% y 0,9%, y en las últimas elecciones legislativ­as 0,4% y 1,3%. El escenario esta vez es más bien parecido al de 2013, cuando se registró una caída de 0,1% en el primer trimestre y un alza de 0,7% en el segundo.

Más allá de la actividad económica general, un indicador (tal vez el principal) monitoread­o muy de cerca en años electorale­s es el consumo privado. En efecto, es usual observar políticas fiscales o monetarias expansivas, planes de facilidade­s de pagos, préstamos a tasas subsidiada­s, u otras políticas de ingreso para incentivar el consumo antes de las elecciones. Por ejemplo, en 2007, 2011 y 2015 el gasto primario a PBI se incrementó en 1,9, 3,2 y 1,7 puntos porcentual­es, respectiva­mente. O bien, como reflejo de una política monetaria expansiva, en 2007 y 2015 el crédito al consumo creció 0,7 puntos del PBI.

Pero este año la política fiscal contractiv­a adoptada en el marco del acuerdo con el FMI llevará a que el

El 2019 romperá con la tendencia y será el primer año electoral recesivo desde la crisis de 2009 Se espera que el consumo llegue a octubre un 5% por debajo de sus niveles de 2018, y la inversión tampoco ayuda

gasto primario caiga en torno a 1,5 puntos del PBI, mientras que la tasa de interés de referencia segurament­e se mantendrá por encima del 50% durante prácticame­nte todo el año y el crédito al consumo caerá en un año electoral por primera vez desde 2003 (1,5 puntos del PBI). Los salarios reales tampoco jugarán a favor del consumo privado: la fuerte acecambiar­ia y la disparada del riesgo país frenaron la mayoría de los nuevos proyectos (en particular, PPPs), por lo que la inversión privada también caerá en un año electoral (en torno a 8%) por primera vez desde 2009, cuando el riesgo país promedió unos 1.200 puntos básicos.

En síntesis, la economía no va a jugar a favor del Gobierno en las próximas elecciones y por eso difícilmen­te tenga un lugar central en la campaña, como sí lo tuvo en elecciones pasadas. La coyuntura actual es más bien parecida a la de 2013, con algunos números acercándos­e incluso a los de 2009, años en los que la oposición ganó fuerza en el Congreso. El Gobierno deberá entonces hacer énfasis en la mejora de fundamenta­ls, que son paradójica­mente los cambios estructura­les que no se ven a simple vista y constituye­n los “cimientos” de la economía (mejora en las cuentas externas, avances hacia la consolidac­ión fiscal, corrección de precios relativos, etc.) en lugar de apuntar a la coyuntura, o bien apelar a otros factores extraeconó­micos para lograr convencer al electorado.

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CEDOC PERFIL DIFICULTAD­ES. No será fácil para Macri este año mostrar logros económicos.
 ??  ?? leración de la inflación en lo que va del año retrasó su repunte mensual hasta el segundo semestre y recién comenzarán a registrar subas interanual­es a fin de año. En promedio, los salarios reales caerán en torno a 7% en todo el año, bastante por encima de la caída de 0,5% de 2009, la última registrada en un año electoral. Por el contrario, los salarios le ganaron ampliament­e a la inflación en 2007, 2011, 2013, 2015 y 2017.
Por otro lado, el tipo de cambio real, que suele apreciarse en años electorale­s incrementa­ndo el poder de compra en dólares de los consumidor­es, se mantendrá en septiembre en niveles similares a los de diciembre del año pasado. El escenario será muy diferente al de 2007, 2011 o 2015 (con tipo de cambio paralelo), cuando la apreciació­n real acumulada entre enero y septiembre de cada año alcanzó el 3,3%, 11,5% y 3,0%, respectiva­mente.
En este contexto, se espera que el consumo llegue a octubre un 5% por debajo de sus niveles de un año atrás, mostrando también una gran debilidad en su trayectori­a trimestral. La inversión tampoco llegará a octubre con el pie derecho. La inestabili­dad
leración de la inflación en lo que va del año retrasó su repunte mensual hasta el segundo semestre y recién comenzarán a registrar subas interanual­es a fin de año. En promedio, los salarios reales caerán en torno a 7% en todo el año, bastante por encima de la caída de 0,5% de 2009, la última registrada en un año electoral. Por el contrario, los salarios le ganaron ampliament­e a la inflación en 2007, 2011, 2013, 2015 y 2017. Por otro lado, el tipo de cambio real, que suele apreciarse en años electorale­s incrementa­ndo el poder de compra en dólares de los consumidor­es, se mantendrá en septiembre en niveles similares a los de diciembre del año pasado. El escenario será muy diferente al de 2007, 2011 o 2015 (con tipo de cambio paralelo), cuando la apreciació­n real acumulada entre enero y septiembre de cada año alcanzó el 3,3%, 11,5% y 3,0%, respectiva­mente. En este contexto, se espera que el consumo llegue a octubre un 5% por debajo de sus niveles de un año atrás, mostrando también una gran debilidad en su trayectori­a trimestral. La inversión tampoco llegará a octubre con el pie derecho. La inestabili­dad

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