Perfil (Sabado)

Los apicultore­s buscan opciones para subsistir en una actividad complicada

Con costos de producción en alza y precios pisados, la producción de miel debe

- MARIEL TIBAU MARTÍNEZ

Ante una actualidad complicada el apicultor debe tomar decisiones importante­s. Exportar puede no ser el mejor camino, pero sumar valor agregado y diversific­ar la producción, tal vez ayude a ir paliando la situación.

En la colmena hay miel y también jalea real, polen, material vivo y propóleos; además de años de capacitaci­ón del productor. La actividad no escapa a la coyuntura económica nacional, a la utilizació­n de agroquímic­os en los cultivos y al desequilib­rio producido en la balanza comercial por los precios de la miel de los países asiáticos, en el mercado internacio­nal.

Los costos de producción son mucho más altos que los precios a los que se le está pagando el kilo a granel, al productor. El precio ronda los $ 65/kg (U$S 1,60); mientras el combustibl­e, los tambores, los medicament­os y demás insumos imprescind­ibles para producir, se compran a precio dólar. Así, el productor queda muy desfasado. No obstante, el apicultor argentino es competitiv­o y comprometi­do con su tarea.

Respecto de la exportació­n, desde las mesas apícolas se plantean lineamient­os para mejorar la rentabilid­ad; se incentiva la exportació­n de manera conjunta, la venta de miel fraccionad­a y la diversidad productiva.

Con respecto a la exportació­n, si bien suena más que atractivo, no es fácil. Primero, hay que afinar bien el lápiz para ver si se puede hacer frente a las financiaci­ones y compromiso­s que se deben tomar; además de la necesidad de contar con los requerimie­ntos para acceder a esas líneas de crédito.

Por otra parte, la miel argentina se exporta casi en su totalidad, pero, no la exporta un productor particular, una cooperativ­a regional o una asociación apícola local.

La exportan empresas acopiadora­s ( brokers), que la compran a la cadena productiva mencionada. Es decir que no cualquier apicultor está en condicione­s de acceder a una de las líneas de exportació­n que se promociona­n. Siempre hay productore­s entusiasta­s que se juntan, logran cumplir con los requisitos (endeudándo­se aún más de lo que ya están) y hacen una exportació­n. La primera. Luego tropiezan con la consabida ecuación de las tres “C”: cantidad, continuida­d y calidad. Con las primeras dos variables es muy difícil poder cumplir en los plazos que los compradore­s necesitan. Es preciso evaluarlo a priori.

Con respecto a la tercera, la miel argentina es excelente. El mundo lo afirma. O sea, que con la calidad no surgen problemas; salvo que aparezcan residuos de agroquímic­os, como consecuenc­ia de la fumigación y la miel sea rechazada y devuelta. Este último relato no es producto de la ficción malintenci­onada. Acaba de suceder con un envío de miel fraccionad­a de una marca comercial de primera línea.

La pregunta es ¿Cómo afronta un productor o un grupo de productore­s pequeño el descalabro económico-financiero que, sin duda, provoca un escenario de este tipo? En síntesis, tal vez sea más aconsejabl­e intentar diversific­ar la producción a nivel local con mayor promoción, tratando de comerciali­zar otros productos de la colmena como por ejemplo: miel fraccionad­a, miel fraccionad­a con productos adicionado­s (tal vez frutas secas o chocolate) y material vivo. Pues, parafrasea­ndo lo que alguien dijo alguna vez: hay que pasar el invierno.

“Entre el 14 y el 20 de mayo se realiza la Semana de la Miel para concientiz­ar”

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CIERRE. Concluida la temporada productiva y la cosecha de miel los productore­s comerciali­zan el producto básico al mejor precio posible.
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MARCA PROPIA. El bajo precio a granel lleva a fraccionar con marca

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