Los apicultores buscan opciones para subsistir en una actividad complicada
Con costos de producción en alza y precios pisados, la producción de miel debe
Ante una actualidad complicada el apicultor debe tomar decisiones importantes. Exportar puede no ser el mejor camino, pero sumar valor agregado y diversificar la producción, tal vez ayude a ir paliando la situación.
En la colmena hay miel y también jalea real, polen, material vivo y propóleos; además de años de capacitación del productor. La actividad no escapa a la coyuntura económica nacional, a la utilización de agroquímicos en los cultivos y al desequilibrio producido en la balanza comercial por los precios de la miel de los países asiáticos, en el mercado internacional.
Los costos de producción son mucho más altos que los precios a los que se le está pagando el kilo a granel, al productor. El precio ronda los $ 65/kg (U$S 1,60); mientras el combustible, los tambores, los medicamentos y demás insumos imprescindibles para producir, se compran a precio dólar. Así, el productor queda muy desfasado. No obstante, el apicultor argentino es competitivo y comprometido con su tarea.
Respecto de la exportación, desde las mesas apícolas se plantean lineamientos para mejorar la rentabilidad; se incentiva la exportación de manera conjunta, la venta de miel fraccionada y la diversidad productiva.
Con respecto a la exportación, si bien suena más que atractivo, no es fácil. Primero, hay que afinar bien el lápiz para ver si se puede hacer frente a las financiaciones y compromisos que se deben tomar; además de la necesidad de contar con los requerimientos para acceder a esas líneas de crédito.
Por otra parte, la miel argentina se exporta casi en su totalidad, pero, no la exporta un productor particular, una cooperativa regional o una asociación apícola local.
La exportan empresas acopiadoras ( brokers), que la compran a la cadena productiva mencionada. Es decir que no cualquier apicultor está en condiciones de acceder a una de las líneas de exportación que se promocionan. Siempre hay productores entusiastas que se juntan, logran cumplir con los requisitos (endeudándose aún más de lo que ya están) y hacen una exportación. La primera. Luego tropiezan con la consabida ecuación de las tres “C”: cantidad, continuidad y calidad. Con las primeras dos variables es muy difícil poder cumplir en los plazos que los compradores necesitan. Es preciso evaluarlo a priori.
Con respecto a la tercera, la miel argentina es excelente. El mundo lo afirma. O sea, que con la calidad no surgen problemas; salvo que aparezcan residuos de agroquímicos, como consecuencia de la fumigación y la miel sea rechazada y devuelta. Este último relato no es producto de la ficción malintencionada. Acaba de suceder con un envío de miel fraccionada de una marca comercial de primera línea.
La pregunta es ¿Cómo afronta un productor o un grupo de productores pequeño el descalabro económico-financiero que, sin duda, provoca un escenario de este tipo? En síntesis, tal vez sea más aconsejable intentar diversificar la producción a nivel local con mayor promoción, tratando de comercializar otros productos de la colmena como por ejemplo: miel fraccionada, miel fraccionada con productos adicionados (tal vez frutas secas o chocolate) y material vivo. Pues, parafraseando lo que alguien dijo alguna vez: hay que pasar el invierno.
“Entre el 14 y el 20 de mayo se realiza la Semana de la Miel para concientizar”