Perfil (Sabado)

UN CLAN GITANO

La principal teoría apunta a una relación prohibida entre el asesor del diputado nacional y la hija del hombre que conducía el auto. Para los investigad­ores, el caso está esclarecid­o y solo resta saber los roles.

- LEONARDO NIEVA

Los investigad­ores apuntan a una venganza por una cuestión sentimenta­l que involucrar­ía a la hija del principal acusado con Miguel Yadón.

¿Un romance secreto, el rumor de un embarazo y una sentencia de muerte? Ni sicarios contratado­s ni mafias que atentan contra la democracia. Para los investigad­ores, el móvil del ataque a tiros contra el diputado nacional Héctor Olivares (61) y su asesor Miguel Marcelo Yadón (58) sería algo más lineal: una burda venganza por una cuestión de índole privada.

Según los detectives, los principale­s sospechoso­s están todos presos. Para ellos, solo resta determinar el rol de cada uno. Son seis: Juan Jesús Fernández (42), alias “el Gitano”; Juan José Navarro Cádiz (25), alias “el Cebolla”; Luis Cano (65); Rafael de la Santísima Trinidad Cano Carmona (50); Miguel Navarro Fernández (55) y Estefanía Fernández Cano (24).

El Gitano sería el hombre que baja pr i mero del Volkswagen Vento desde el que provienen los disparos que matan a Yadón y hieren de gravedad a Olivares, el jueves pasado a las 6 de la mañana en la Plaza de los Dos Congresos. Es el padre de Estefanía, una joven que cobró relevancia en la causa a partir de su detención.

Según los datos aportados por los testigos, esta joven habría mantenido una relación sentimenta­l con Yadón, el asistente del diputado radical y también funcionari­o (era el coordinado­r del Fondo Fiduciario del Transporte Eléctrico del gobierno de La Rioja). ).

Estefanía tefanía está ca

sada con un guitarrist­a flamenco. Tiene dos hijos. Para su familia –de origen gitano–, este amorío habría significad­o una traición. Y en esta comunidad, la felonía –dicen– se paga con sangre. Jesús Fernández habría respetado ese mandato. “Lo voy a matar”, aseguran que habría jurado en una reunión familiar que se llevó a cabo en un pool de la zona, pocas horas antes del crimen.

Ramiro Rúa, abogado defensor de la familia gitana, esbozó ayer una teoría completame­nte opuesta a la versión oficial: “Estefanía no conoció jamás a Yadón. No se trata de un homicidio por cuestión de género, ni de amantes. No lo conoce ni tuvo relación. Tampoco tuvo relación el padre ni con su hermano ni con las otras personas que están detenidas. Y no está embarazada”.

Si efectivame­nte la joven no conocía a la víctima fatal como asegura el letrado, el análisis de los teléfonos celulares y correos electrónic­os de los involucrad­os será determinan­te para saber si los principale­s involucrad­os mienten. Según esta teoría, los acusados se habrían confundido de blanco.

Lo que sí está fuera de discusión es que Fernández es el hombre que maneja el VW Vento. En el video está claro que el tirador espera el paso del asesor y que apenas aparece frente a ellos gatilla sin pensar en el daño colateral. Por eso, termina hiriendo a Olivares.

A decir verdad, el Gitano no parece un hombre astuto. Además de utilizar su propio auto en una zona repleta de cámaras de seguridad y guardarlo en un garaje cercano donde lo deja siempre, se le ocurrió escapar a Entre Ríos, un día después de una espectacul­ar fuga de presos en Rosario. Los controles en los principale­s accesos a la provincia habían sido reforzados por ese motivo. Fernández viajaba como acompañant­e en un viejo Renault 19 que conducía Miguel Navarro, el padre de Juan José Navarro Cádiz, el supuesto tirador. En el auto, y probableme­nte para despistar, también iba un nene de 7 años, hijo del conductor.

Según fuentes policiales, el vehículo fue intercepta­do a las 8.40 en la ciudad de Concepción del Uruguay, en la calle Bruno entre el puente de la Escuela Goretti y 26 del Oeste. Los dos ocupantes se arrodillar­on frente a un árbol con las manos esposadas. Habían perdido.

Casi a la misma hora fue detenida Estefanía, acusada de encubrir a su padre. Se cree que el Gitano pasó por su casa después de dejar el Vento en el estacionam­iento.

A la madrugada apresaron a Luis Cano (65), otro integrante del clan familiar. Al igual que en el caso de Estefanía, sospechan que habría protegido a uno de los acusados. Lo arrestaron en un departamen­to de la avenida Rivadavia al 1600, frente a la Plaza de los Dos Congresos.

Rafael Cano Carmona, cuñado del dueño del auto, fue el primero en caer. No está clara su participac­ión. En el vehículo involucrad­o encontraro­n una cédula azul a su nombre.

¿Quién tiró? Todo indica que se trataría de Juanjo Navarro, el Cebolla, uno de los seis detenidos. Este joven de 25 años sería el otro ocupante del auto involucrad­o. Y el que aparece en otra de las cámaras de seguridad descartand­o los casquillos a unos metros de la escena del delito.

“Fue un crimen por códigos de sangre, mal llamados códigos de honor”, entendió ayer la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, y advirtió: “De no haberse resuelto rápidament­e habría causado una crisis muy profunda de carácter político, porque hay un diputado herido”.

Si bien todavía existen dudas acerca del móvil, los investigad­ores coinciden en que el caso está cerrado. Sin dudas, no se trató de un ataque premeditad­o. Detrás no hay una mafia ni un atentado contra la democracia.

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CEDOC PERFIL
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PRESOS. El Gitano Fernández conducía el auto desde el que partieron los disparos. Fue capturado en Entre Ríos (arr.). Izq.: con su hija Estefanía, también detenida.

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