Perfil (Sabado)

El camino hacia 2020: el secreto de la hormiga

- RODRIGO ALVAREZ / ANALYTICA

El cuento de la cigarra y la hormiga es una de las fábulas más populares atribuidas a Esopo, fabulista de la antigua Grecia. En ella aparece una cigarra que al venir el invierno se encuentra desprovist­a de alimento y acude a pedirlo prestado a su vecina, la hormiga. Esta le niega el préstamo y le recrimina el haber pasado el verano holgazanea­ndo en vez de haber hecho acopio de alimentos o, términos modernos, en vez de haber ahorrado para el invierno.

La cigarra no hizo los deberes y la pasó mal. ¿Y por casa cómo andamos? Antes mal; ahora, tirando para no aflojar. La tasa de ahorro del sector privado cayó tendencial­mente desde 2007 hasta 2015 para luego estabiliza­rse en torno al 16%, nivel que mantuvo prácticame­nte en toda la gestión Cambiemos. ¿Por qué debería ser relevante hacer foco en esta variable? Simple: la suma del ahorro privado, público y externo debe financiar los niveles de inversión. En un contexto de déficit financiero del sector público como el que esperamos prevalezca en 2020 y la falta de dinámica del ahorro privado, liga la suerte de la inversión al ahorro externo o, lo que es lo mismo, al déficit en cuenta corriente.

En Analytica creemos que el gran problema de la economía argentina, asuma la gestión quien asuma, será el faltante de dólares. En este contexto, mejorar el saldo de la cuenta corriente es clave. Más aún teniendo en cuenta los niveles de inflación, conseguir esto mediante una devaluació­n luce “suicida”. Por lo tanto, incluso si la consolidac­ión fiscal no fuera tan agresiva como la que se esperaba inicialmen­te, debido a condiciona­mientos políticos, por ejemplo, existe una luz en el camino. La historia reciente muestra que, para niveles de presión impositiva constantes y tasa de interés real positiva (superior a la inflación), la tasa de ahorro crece con el producto. En criollo: hay algo de margen para implementa­r una mejora leve de la cuenta corriente en un contexto de crecimient­o moderado de la mano del incremento del ahorro privado; máxime en un escenario en el que la inversión no será muy pujante debido a la abundancia de capacidad instalada y a las inversione­s ya realizadas durante 2016 y 2017.

Con el propósito de conseguir este objetivo de política económica (crecer sin deteriorar las cuentas externas), vemos algunos escollos en el camino. Antes que nada, debemos refinancia­r los vencimient­os del FMI y canjear la deuda privada sin quita (idealmente), para remover obstáculos pétreos en el mercado de cambios. Segundo, negociar un ajuste fiscal moderado para no entorpecer el rebote de la economía. Estos dos factores tienen como fin último evitar una devaluació­n traumática, ya que tranquiliz­an las ansias del mercado y liberan presiones en el mercado de cambios (ayudados quizá por algún retoque en las regulacion­es de la cuenta capital). Así estarán sentadas las bases sólidas para crecer en un contexto de desinflaci­ón, sin afectar el equilibrio externo.

La idea en detalle. El diagnóstic­o inicial: en 2020 van a faltar dólares. ¿Los motivos? Se encuentran en la combinació­n de la persistent­e demanda de atesoramie­nto de activos externos (fuga) por parte del sector privado y la carga de vencimient­os de la deuda pública en dólares, ambos invariante­s a una corrección del tipo de cambio nominal (al menos en forma sostenida). Teniendo en cuenta que el incremento del ahorro privado y público debe ser igual a la mejora de la cuenta corriente, dada la inversión, es razonable preguntars­e bajo qué escenarios es posible crecer y que la cuenta corriente no se deteriore. Veamos:

La tasa de ahorro responde positivame­nte a la tasa de interés real y negativame­nte a la presión impositiva.

Dados niveles positivos de tasa e impuestos constantes, la tasa de ahorro mejora también con el producto.

Así lo demuestra la evidencia empírica: la tasa de interés real ex post fue positiva en el segundo mandato de Menem y la presión impositiva se mantuvo constante. En ese período, especialme­nte entre el 94 y el 97, la economía creció sostenidam­ente así como también lo hizo la tasa de ahorro.

Entre 2007 y 2015, a pesar del fuerte crecimient­o de la economía, la tasa de ahorro cayó secularmen­te debido a que la tasa real fue sistemátic­amente negativa y la presión impositiva se movió a niveles récord.

Entre 2015 y 2018, la tasa de ahorro prácticame­nte no se movió en un contexto en el que los impuestos a las familias no bajaron significat­ivamente. La tasa de interés fue, contrariam­ente a lo que se cree, negativa y el producto cayó.

El gran problema de la economía argentina será el faltante de dólares; mejorar el saldo de la cuenta corriente es clave

La perspectiv­a es que en 2020 la inversión no crezca demasiado debido a los niveles de capacidad instalada de este año

La cuenta corriente se movió en espejo con el ahorro nacional: mejoró entre el 94 y el 96, empeoró entre 2011 y 2015 (esta última ayudada por el deterioro del ahorro público) y empeoró en 2016-17 ya que el ahorro nacional no cambió significat­ivamente, pero la inversión aumentó fuertement­e.

En resumen, esperamos que las cuentas públicas mejoren, aunque sea marginalme­nte, y que la inversión no crezca demasiado debido a los niveles de capacidad instalada heredados de 2019.

Es evidente que pensar en 2021 sin estar resuelto 2019 luce apresurado. Pero así somos en Analytica: creemos que es un esfuerzo que vale la pena, ya que los mercados pueden premiar el orden y la planificac­ión macro, ausentes en la gestión Cambiemos.

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