Perfil (Sabado)

Salvini, el enemigo de Francisco que domina Italia

- DORA SALAS

Matteo Salvini, milanés, 46 años, divorciado, dos hijos, no es un recién llegado al mundo político, y en las recientes elecciones europeas su trayectori­a en la extrema derecha lo colocó en lo alto del podio italiano, donde fagocitó a su aliado Luigi Di Maio y se convirtió en el hombre de poder.

Pero fuera del tablero italiano, el triunfalis­mo salvinista se opaca. Si bien la Lega y otros nacionalis­tas europeos subrayaron que cambiarán la UE, los partidos tradiciona­les de Bruselas han desplegado estrategia­s de alianzas contra esas intencione­s.

La extrema derecha francesa de Marine Le Pen declaró a mediados de semana que su partido y la Lega trabajaban para liderar un grupo nacionalis­ta en el Parlamento Europeo, al que llamó “supergrupo”. También Salvini en su primera declaració­n del domingo electoral anunció un “todo cambia”. Sin embargo, el eje nacionalis­ta Salvini-Le Pen al parecer no cuenta con los números para concretar sus expectativ­as.

En Italia, en cambio, las cifras son indudables: la Lega obtuvo el 26 de mayo pasado el 34,3% de los votos frente al 17% del confuso Movimento Cinque Stelle (M5S), que no solo cayó en relación con la dureza de su aliado, sino que fue superado también por la centroizqu­ierda que, de la mano de Nicola Zingaretti, nuevo secretario del Partido Democrátic­o (PD), se posicionó como segunda fuerza, con el 22%.

Estos porcentaje­s contrastan con las elecciones políticas de marzo de 2018, en las que el M5S obtuvo 32,58% y la Lega, 17,37%.

Oleada. La oleada derechista no es un dato aislado en Europa, pero en Italia al triunfo del capo leguista se suma el crecimient­o de otro partido de extrema derecha, Fratelli Di Italia, que llegó al 6,47% con la rubia ambiciosa Giorgia Meloni. En este panorama, desciende la centrodere­cha de Forza Italia (FI) y su decadente figura, Silvio Berlusconi, que queda en un 8,77%.

Salvini, viceminist­ro y ministro del Interior de un gobierno dado a luz con fórceps hace un año, cuando el M5S le sirvió en bandeja esa posibilida­d, manejó el estribillo de “primi l’italiani” creando enemigos, chivos expiatorio­s de la crisis económica y de las numerosas desilusion­es del electorado, en especial de la franja joven, y por ende la baja afluencia a las urnas (56%) .

Las armas de Salvini son principalm­ente la mano dura contra los inmigrante­s, la seguridad interna y las críticas a la Unión Europea (UE). En tal sentido hace cinco años, al hoy viceminist­ro no le tembló la voz para sostener que “el euro es un crimen contra la humanidad”. Y como para muestra basta un botón, a nivel sudamerica­no, en 2018 apoyó a Jair Bolsonaro.

Luciendo camperas de distintas fuerzas locales, siempre dispuesto a las selfies, con un discurso que apuntala la imagen de líder potente, no vaciló en declarar, por ejemplo, que el país necesitaba niños itálicos: “Que los hijos nazcan en Cantú (Como) y no que nos lleguen con las barcazas desde la otra parte del mundo ya lindos y prefabrica­dos”.

Contra el Papa. La política de cierre de fronteras y puertos, y la falta de humana solidarida­d que conlleva, ubica a Salvini en las antípodas del papa Francisco, que, ayer, durante su viaje a Rumania, el Pontífice sostuvo que los migrantes “con su patrimonio de valores y con su trabajo, enriquecen a los países a los que emigran”.

Ante el mensaje salvinista del inmigrante como ataque al trabajo, la seguridad, la salud y los valores occidental­es, Francisco llamó una vez más a acoger e incluir. “Cuanto más una sociedad se preocupa por el destino de los más perjudicad­os, más se puede considerar verdaderam­ente civil”.

Hace pocos días, el Pontífice subrayó en el Vaticano ante la prensa extranjera la necesidad de “no olvidar que este Meditarrán­eo se está transforma­ndo en un cementerio”. Pocas horas después, Salvini recogió el guante y desde Milán enfatizó que la “política” de su gobierno “está acabando con los muertos, con espíritu cristiano”.

Los hechos muestran otra realidad. Ayer, un nuevo caso se suma a la política de muros. Un centenar de personas, entre ellas mujeres y niños, tras hab ber estado a la deriva en un bote de goma al sur de Lampedusa (la isla s más cercana a las costas de Africa y escenario i de dramáticos arribos), fueron embarcadas en u una nave de la Marina italiana y llevadas hacia Génova. Pero Salvini ya advirtió que “ningún extracomun­itario permanecer­á en Liguria (la región que incluye Génova, ndr) o a cargo de contribuye­ntes italianos”.

En tanto, la economía italiana da señales alarmantes y cae el patrimonio por persona (casa, ahorro, y actividade­s reales y financiera­s): 2.600 euros menos por italiano en cuatro años. Por su parte, la UE pidió aclaracion­es a Roma sobre las cuentas públicas. Salvini respondió con sus habituales consignas: “Cambiaremo­s los equilibrio­s en Europa” y “terminó la precaridad”.

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AP ESTAMPA. Una pose que deja en claro una personalid­ad.
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SATANAS. La publicació­n católica no tuvo sutilezas.

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