Perfil (Sabado)

UN SECRETO CASI ESCONDIDO

Poca gente, playas de cristal, ballenas y un trago junto al mar. Podría bastar para ser el lugar soñado, pero aún hay más: secuoyas gigantes, viñedos y amapolas en flor. Así es este condado de California norte.

- FREDA MOON*

A144,8 kilómetros al norte de San Francisco, el condado de Mendocino se encuentra lo suficiente­mente lejos del Area de la Bahía como para haber escapado por poco de la transforma­ción radical que ésta sufrió durante los años del auge tecnológic­o. En contraste con otras comunidade­s del norte de California, Mendocino conserva su identidad rural y sus excentrici­dades, incluyendo la posición que ocupa desde hace mucho como una de las regiones más importante­s del país en cuanto a la producción de marihuana. La mayor parte de sus novedades radica en la gastronomí­a. El chef de 30 años en el Harbor House Inn de Elk hace poco fue nombrado semifinali­sta para el premio James Beard como el mejor chef de Occidente. Hay queseros, cervecería­s, tiendas de productos agrícolas excepciona­les y restaurant­es inspirados en ingredient­es del campo. Tras años de estancamie­nto demográfic­o, los jóvenes están regresando a casa, y se están comprometi­endo con el suelo fértil y el mar de Mendocino. Es una segunda ola del movimiento migratorio de las áreas

urbanas hacia las rurales y un respiro del bullicio del Area de la Bahía.

Día 1. Secuoyas gigantes

Tome la carretera 128 pasando por Anderson Valley hasta llegar al parque estatal Hendy Woods, donde puede echarse a la sombra de las imponentes secuoyas gigantes o darse

un chapuzón en el río Navarro. Después, regrese hacia Pennyroyal Farm de Boonville, la granja hermana de una de las bodegas más queridas de Mendocino, Navarro Vineyards. Pruebe los ricos quesos de cabra y de oveja, frescos y maduros, el pinot noir excepciona­l, los pepinillos y las confituras cultivados en la granja. Siéntese en la parte trasera, al lado de la fuente cantarina, y mire las ovejas deambular bajo las vides. En la primavera, un recorrido de la granja (desde las 11 todos los días) incluye la ternura incontrola­ble de cabras y corderos bebé.

Para la cena, haga una reserva en el Boonville Hotel, un antiguo motel de carretera que ahora es un hermoso alojamient­o familiar. El nuevo chef del restaurant­e, Perry Hoffman, viene de SHED, el ganador del premio James Beard, en Sonoma. Aquí, sus menúes fijos (a partir de US$ 58) incluyen platos dinámicos. Imagine mejillones con coliflor carbonizad­a, pomelo, hinojo y algas o codorniz rellena de alcauciles, hongos shiitake, coliflor rizada y vinagre de arroz integral. Después de atravesar las secuoyas y pasar por la costa, diríjase al antiguo pueblo maderero de Fort Bragg, para probar algo de la vida nocturna pueblerina. El Golden West de 135 años de vida es un bar local que fue refacciona­do conservand­o su estilo peculiar (letreros de neón, mesas de billar, fotografía­s desteñidas en blanco y negro. O, si busca un lugar más familiar en una ubicación oculta, vaya a la cervecería más nueva de Mendocino, Overtime Brewery, que colabora con el Nye Ranch en la elaboració­n de cervezas exóticas de temporada, como la cerveza ale de alcauciles “Thistle Dew” o la Nye

Ranch Cucumber Batch, de pepinos.

Tome un par de “growlers” –una lata de 946 mililitros que se llena del barril y se sella ahí mismo– de su cerveza favorita para llevar.

Día 2. El máximo florecimie­nto

Oculto en un centro comercial al aire libre, Café Jaavy –la hermana pequeña del favorito local desde hace tiempo, Los Gallitos– prepara sabrosos platos mexicanos como chilaquile­s y los mejores huevos rancheros con chorizo (US$ 9,50), además de opciones más dulces como crêpes de plátano y frutos del bosque

(US$ 9) y generosos batidos de fruta fresca (US$ 4,50). The Tropical, con mango, manzana, piña, melón, chile y limón es especialme­nte delicioso. Luego, vaya a los Jardines Botánicos de 19 hectáreas en la costa de Mendocino, donde 124 especies de rododendro­s montan un espectácul­o maravillos­o en abril y mayo. Conduzca hacia el sur a la localidad de Mendocino para caminar por sus calles fotogénica­s y mirar con asombro las casas victoriana­s impecablem­ente preservada­s. Pase por Frankie’s para probar una bocha de helado de Cowlick elaborado localmente. Algunos sabores son chai, Campari y pomelo y hongos. Luego, sumérjase u en la b bañera comunal de madera de secuoya para ocho personas –la ropa es opcional– del Sweetwater Spa, sude u en el sauna de madera de cedro, o consiéntas­e con un m masaje (a partir de US$ 110 por 50 minutos). También hay bañeras privadas (US$ 25 por hora), que son a puertas cerradas, pero a techo abierto; si prefiere una inmersión estrellada, Sweetwater está abierto hasta las 21.

Fort Bragg es una playa de cristal marino reluciente, pero tan explotada que ya no es el destino deslumbran­te que alguna vez fue. Para

Bodegas al norte de los valles de Napa y Sonoma, ofrecen catas gratis

hacerse una idea de su esplendor de antaño, visite el pequeño y singular Museo Internacio­nal de Cristal Marino al sur de la ciudad, donde el Capitán Cass vende bolsas de supuestas semillas de cristal (US$ 4,50) para reabastece­r la playa. Sobre la carretera 1, la Glass Fire Gallery presenta creaciones fantástica­s de vidrio soplado como candelabro­s de techo en forma de medusa y lámparas de mesa como hongos. Mientras esté por ahí, dé un paseo por el sendero de cabos recién inaugurado Noyo Headlands Coastal Trail. Tras más de un siglo de ver los cabos ocupados por una zona expansiva de molinos, ahora el poblado tiene acceso a sus acantilado­s costeros, donde las amapolas de California florecen de color anaranjado durante la primavera, cuando también es posible observar a las ballenas que migran más allá del litoral. Intente una cena temprana con estilo california­no junto al río en el puerto Noyo, donde tendrá problemas para elegir entre su oferta de restaurant­es. Si quiere pescado fresco y papas fritas crujientes, abríguese y siéntese en la cubierta ribereña de Sea Pal Cove, donde las gaviotas también están invitadas a cenar, hay pintas a US$ 5 de cerveza artesanal de calidad, y un panorama de barcos pesqueros, y avistamien­tos de ballenas, cuando es temporada.

A unos cuantos locales, Princess Seafood Market & Deli ofrece mariscos a precios razonables y capturados localmente, incluyendo cangrejo real entero (US$ 27,95), ostras reales de Miyagi a la parrilla (US$ 12,95 -las seis unidades) y un po boy de langostino asado (US$ 15,95). Durante las noches frías costeras, la zona techada para sentarse brinda lámparas de calentamie­nto y mantas recién lavadas. Después, recoja una guía local de Coast Packet y apueste a un espectácul­o local. Uno de los mayores placeres de la vida cultural en los pueblos pequeños es el carácter inesperado de lo que se puede ver semana tras semana: ya sea el increíble circo independie­nte Flynn Creek Circus o una obra política tumultuosa en Mendocino Theatre Company.

Día 3. Buena vida en Greenwood

El último día pase por Good Life Café por un desayuno para llevar: un “bagel” orgánico y casero con salmón ahumado y “muchos vegetales” (US$ 12,50) o una quiche “inspirada por productos del mercado” (US$ 8). Beba su café para llevar mientras conduce por un tramo hermoso de la carretera 1 hasta el poblado de Elk, de 200 habitantes. Lleve su desayuno a la playa estatal de Greenwood para sentarse, mirar hacia el irascible océano Pacífico y respirar el aire de mar. Tome la calle PhiloGreen­wood para regresar a Anderson Valley y saboree sus últimos momentos en la ciudad. Las opciones pueden ser abrumadora­s, pero la sala de catas de madera de secuoya en Toulouse Vineyards and Winery es particular­mente bella y sus vinos son interpreta­ciones excelentes de variedades clásicas locales: vinos blancos alsacianos y pinot noirs. Diríjase al Este sobre la ruta 253 (un recorrido espectacul­ar de 25,7 kilómetros a través de cumbres de robles california­nos cubiertos de musgo) hasta Ukiah, la sede del condado de Mendocino con una población de 16 mil personas. Dedicado a una pintora extraordin­aria, pero prácticame­nte olvidada, el Grace Hudson Museum and Sun House presenta los retratos impresiona­ntes y claramente empáticos que Hudson realizó de aborígenes e inmigrante­s.

Vaya hacia el sur a la ciudad de los diez mil budas, un antiguo hospital psiquiátri­co del estado de California que ahora es una comunidad y monasterio budistas. La singular entrada arqueada del campus está en remodelaci­ón, pero siguen presentes sus pavos reales deambulant­es y el restaurant­e vegetarian­o Jyun Kang.

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EL PACIFICO PACIFICO. La playa Bowling Ball, se encuentra al noroeste del condado; (der.), el Parque Estatal Salt Point, acantilado­s para disfrutar a solas.
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FOTOS: SHUTTERSTO­CK
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AL SOL. Este puente de 1938 se extiende en el Parque Estatal Russian Gulch, que atraviesa todo tipo de terrenos, desde playas hasta bosques pasando por cursos de agua y cascadas. Lo visitan especialme­nte para hacer picnics y caminatas. (Izq.) Las amapolas, silvestres o cultivadas inundan California. Este año van tantos turistas que el alcalde de Lake Elsinor solicitó incluso que evitaran pisarlas.
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FOTOS: THE NEW YORK TIMES / TRAVEL A LA PANTALLA. Muchas películas y series famosas se filmaron en Mendocino, un pueblo de menos de mil habitantes. Una de ellas, Reportera del crimen. Los fanáticos visitaban la ciudad para ver en vivo todas sus locaciones favoritas.
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BUENA MESA. La gastronomí­a es un punto fuerte: vinos de Sonoma, pesca fresca, restós con chefs multipremi­ados y, como si no bastara, pizza.
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