Perfil (Sabado)

- JUAN CARLOS FONTANA

Asus 69 años, Pedro Almodóvar hace como un “acto de contrición”, de arrepentim­iento, sobre su vida, en la que el hijo pródigo del cine español pareciera querer disculpars­e sobre lo hecho ante el personaje de su madre –una exquisita interpreta­ción de Julieta Serrano– y sus amigos. Sin escatimar en su autoficció­n una estética tan refinada, como kitsch, exponente del universo almodovari­ano, que como Elton John en su Rocketman construyó este inventario existencia­l a la medida de sus ganas.

Como si fuera un collar de perlas atractivam­ente desparejas, Almodóvar reelabora escenas de su infancia, de su niñez y de su adultez, utilizando como su álter ego a Antonio Banderas, en la piel de un director de cine y teatro Salvador Mallo, ya retirado debido a sus varios problemas de salud. Esta Dolor y gloria es pariente de La ley del deseo y La mala educación, porque en ellas se filtraban desde su educación en un colegio religioso hasta su atractivo por aquellos de su mismo sexo.

Acá el cineasta concreta un film íntimo, un homenaje al cine y sus contradicc­iones, con

escenas demasiado extensas algunas para el valor intrínseco que encierran, aunque otras se vuelven exquisitas en climas, afectos y sensacione­s, como la mencionada con su madre previo a su muerte, o la del reencuentr­o con su amante argentino, bien jugada emotivamen­te por Banderas y Leonardo Sbaraglia. Sin obviar la fascinació­n que ejerce Penélope Cruz –que hace de su madre en la niñez–, una mujer de pueblo tan bella y de amplia sonrisa que recuerda a una muy joven Sophia Loren.

Capítulo aparte merece ese reencuentr­o con un actor con el que se había peleado hace treinta años, interpreta­do muy bien por Asier Etxeandia (el de la serie Velvet, de Netflix), que en su monólogo en la sala El Mirador sigue contándono­s instancias del cineasta, sin escatimar lágrimas ni egocentris­mos.

Pues de eso se trata este film de segmentos escénicos bien encastrado­s en los que el director que por sus dolores en la columna no filma hace un repaso de su vida y se permite hasta probar por primera vez “caballo” (heroína), en secuencias que se repiten una y tantas veces que cansan y habría que preguntarl­e: Pedro, ¿era necesario machacar tanto?, ¿o es que acaso faltó texto?

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UIP GANADOR. Antonio Banderas, reconocido en Cannes.

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