Perfil (Sabado)

NADIE SE SALVA

El tren es el transporte más ecológico y el avión, el más contaminan­te. Durante su estadía en un hotel o al trasladars­e en auto, los turistas también emiten CO2.

- PHILIPP LAAGE*

El tren es el transporte del futuro, por su baja emisión de dióxido de carbono, muy por debajo de los autos y de los aviones, los más dañinos para el medio ambiente. Pero el turista también contamina, incluso en el hotel.

La activista Greta Thunberg ha dado un mensaje muy claro: se debe hacer algo contra el cambio climático. No mañana. Ahora. Y es algo que está estrechame­nte vinculado a las vacaciones, porque cuando se viaja, aunque uno no lo sepa, también se están generando gran cantidad de gases de efecto invernader­o. Desde que estallaron las protestas de “Fridays for future” los viajeros ahora también se preguntan: ¿acaso eso también está mal?

Si se ven las estadístic­as, este siglo la temperatur­a global debería aumentar como máximo 1,5 grados para evitar una catástrofe, tal como dicen los expertos del IPCC (acrónimo inglés del Grupo Interguber­namental de Expertos sobre el Cambio Climático). Para lograrlo es fundamenta­l reducir las emisiones de dióxido de carbono, CO2, y de otros gases de efecto invernader­o. Si se analizan los viajes, no se puede calcular hasta la última coma lo que se emite, pero sí hacer un promedio de lo que se genera a través del transporte, el hotel y las actividade­s en el lugar visitado. Lo que genera mayores emisiones, por lejos, es el transporte.

El medio de locomoción más ecológico es el tren, mientras que el avión es el más dañino, explica Michael Müller-Gönert del Club de Transporte Ecológico de Alemania VCD. “De ser posible, los veraneante­s deberían viajar en tren”, señala. En Alemania la red de ferrocarri­les incluso ofrece en su web un “chequeo ecológico” para el tramo que uno precisa. Por ejemplo, si se tiene planeado viajar desde Berlín hasta Praga, se emitirán 8,3 kilos de CO2. En coche, 54,8 kilos y en avión, 107,9 kilos. Para lograr estas cifras se toman promedios generales.

Quienes parten de vacaciones en coche he pueden medir sus emisiones con bastante precisión. La combustión de un litro de gasolina equivale a la emisión de 2,34 kilos de CO2, según datos de Alemania VCD, el organismo que mide el impacto ecológico de los transporte­s. En promedio un coche de pasajeros normal emite 140 gramos de CO2 por pasajero por kilómetro (pkm). Un tren de larga distancia emite entre 30 y 40 gramos para el mismo trayecto.

En la escala de medios de transporte, el avión es el más

perjudicia­l para el medio ambiente, ya que emite, en promedio, 201 gramos por pasajero por kilómetro.

“El CO2 es directamen­te proporcion­al al consumo de combustibl­e”, explica Dietrich Brockhagen de Atmosfair, una organizaci­ón que cuenta con una base de datos de todos los aviones a nivel global. El consumo de combustibl­e está ligado, además, a la carga y a la cantidad de asientos de cada aeronave. Por eso, aclara el físico, en un tramo

corto podría consumirse incluso más combustibl­e que en uno medio. Atmosfair multiplica la emisión de

CO2 por el factor tres debido a que contempla todo el resto de sustancias que impactan en el clima. Si se habla del impacto de los viajes en avión, el cálculo de Atmosfair incluye el efecto de calentamie­nto del CO2 y el resto de las sustancias, trasladada­s a CO2.

Además se contemplan otros efectos. Si bien una persona, como veraneante, no tiene que estar al tanto de todas las variables a tener en cuenta, puede re recurrir a la web de Atmosfair o a otras páginas de cálculos de efectos climáticos que existen en la red y con pocos clicks sabrá a cuál es la huella de CO2 que deja con sus u recorridos. Un ejemplo teórico: si se e viaja en economy desde Berlín hasta Nueva York, ida y vuelta, en un Boeing 747-400 se genera por pasajero una emisión de dióxido de carbono (y otras sustancias nocivas) de 2,722 toneladas, a las que se suman las emisiones vinculadas a la estadía en un hotel o al coche alquilado.

Hacer estos cálculos es sumamente ilustrativ­o, sobre todo cuando se habla de transporte. Este simple ejemplo de Nueva York muestra que un breve viaje a la Gran Manzana ya está por encima de lo que se debería emitir de CO2 en un año. ¿Y entonces...?

“Las conclusion­es las puede sacar cada uno”, sostiene Brockhagen.

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FOTOS: SHUTTERSTO­CK
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DEUTSCHE PRESSE AGENTUR A TODA MAQUINA. Un auto emite cuatro veces más dióxido de carbono que un tren y un avión; y el doble que un automóvil.
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