Perfil (Sabado)

Tras el apagón, Mindlin enciende nuevos negocios

El mayor empresario eléctrico quedó en la mira por la falla en la compañía de transporte. De los Kirchner a Macri, su ruta de expansión continúa: se quedaría junto a YPF con la privatizac­ión de una usina térmica.

- JAIRO STRACCIA

La mayoría de los cincuenta millones de personas de la región que el domingo pasado estuvo hasta 15 horas a oscuras segurament­e no lo conoce. Pero Marcelo Mindlin (55) es el principal accionista de Pampa Energía, el holding a través del cual controla junto al Estado la mayor empresa de transporte eléctrico del país, Transener, en cuyo tendido se habría producido la falla que generó el histórico balckout. Con un crecimient­o a la velocidad de la luz se adaptó a todos los gobiernos en los últimos treinta años, y está lejos de apagarse: va por una privatizac­ión clave y crece en el negocio inmobiliar­io.

Nacido en Córdoba en 1964, es de Boca y se pagó la universida­d comprando y vendiendo acciones. Junto a Eduardo Elsztain, consiguier­on fondos del gurú estadounid­ense George Soros para lanzar la firma IRSA, para hacer negocios en ladrillos, shoppings y campos. Ttambién aprovechar­on las privatizac­iones del gobierno de Carlos Menem, como la del Banco Hipotecari­o.

Tras 15 años, en 2003, Mindlin se abrió y según su entorno se llevó US$ 75 millones de dólares bajo el nombre de fondo Dolphin. No podía competir en los rubros de Elsztain y le interesaba la energía.

Ahí se le prendió la lamparita, con una operación que anticiparí­a el método Mindlin para los negocios, que le valdría el apodo: “máquina de hacer plata” según cuentan Esteban Rafele y Pablo Fernández Díaz, en el libro Patrones de la Argentina K: el contactos de grandes fondos internacio­nales más el olfato para encontrar empresas a buen precio y el instinto para hacerlas redituable­s.

Mindlin se excusó de hacer comentario­s para esta nota. “Los bancos quieren prestarle y los inversores quieren invertir con él”, dice su primo Javier Timerman, que lo califica como “brillante”. Es que en algunos casos, les ha hecho conseguir retornos considerab­les. En 2003 puso US$ 18 millones de dólares para comprar el 7% de Transener. Un tiempo después la valuaría en US$ 50 millones. Para comprarle el 42% a National Grid y tomar el control, tuvo un aliado. Buscando propiedade­s en la Patagonia conocería al magnate británico Joe Lewis, que se transforma­ría en su socio desde entonces hasta hoy.

En 2005, aprovecha que los franceses de Electricit­é de France querían salir del país y tenían una deuda importante. Así les compraría la distribuid­ora Edenor por cien millones de dólares, un décimo de lo que los galos habían valuado su compañía.

En ese momento, se decidió a ser el mayor empresario eléctrico del país. También le compra a EdF. las centrales mendocinas de Nihuiles y Diamante, en Salta con la central Güemes, más tarde Bahía Blanca y luego Loma La Lata.

Atravesaba así en plena expansión la era Kirchner, con una fluida relación con Julio De Vido, a quien hasta le mandaba cartas con pedidos de disculpas por algunos pedidos de aumentos de tarifas en público, pero también con tensión con La Cámpora.

Gestos. Mindlin siempre había sufrido porque lo señalaran como un mero financista y no como un empresario con todas las letras, como considera él, por ejemplo, a Gregorio Perez Companc. Cuando en 2016 le compró a Petrobras Brasil los activos que le habían adquirido previament­e a Perez Companc, pudo inflar el pecho al sentarse en el despacho del piso 23, el del mismísimo Goyo Perez Companc.

Desde allí empezaría ver cómo daban réditos los aumentos de tarifas en la era Macri. Y a desarrolla­r áreas en Vaca Muerta con la petrolera estatal YPF, o a debutar en energías renovables con parques eólicos como el de Bahía Blanca, siempre en sintonía con el rumbo del gobierno de Cambiemos.

Desde allí mismo también se lanzaría él en persona a comprar la constructo­ra Iecsa al primo del jefe de Estado, Angelo Calcaterra, en una operación que hasta algunos de sus allegados admiten que es difícil entender salvo como un gesto al poder. Le ha valido hasta acusacione­s de la oposición de ser “testaferro de los Macri”, algo que el mundo empresario niega. “Marcelo observa una ética, que en nuestros días es escasa”, dice Adrián Werthein, del Grupo W. Señalada en la causa de los cuadernos e investigad­a por el Soterramie­nto del Sarmiento, esa empresa sí le sirvió para darse otro gusto. Cambiarle el nombre por Sacde, otra sigla similar a la SADE que alguna vez usaron los Perez Companc.

El apagón histórico que tiene en la mira a Transener, el embrión de su holding, no encuentra a Mindlin apagándose ni mucho menos. De hecho, esta semana, las acciones de Pampa Energía que cotizan desde 2017 en Nueva York subieron a la par del repunte de los activos argentinos. Y Transener acaba de distribuir dividendos por $ 3.300 millones en marzo, el 35% del precio de la acción, más del doble que hace un año, según Invertir en Bolsa.

Además, Mindlin está volviendo a los ladrillos. Construye torres de lujo frente al Paseo Alcorta en Capital Federal, mientras intenta, cuentan en el mercado inmobiliar­io, quedarse con el trunco proyecto de Carlos de Narváez de hacer la segunda torre Al Río, en Vicente López, donde había invertido vía Edenor US$ 55 millones. Pero apuesta al alto voltaje: ofreció junto a YPF unos US$ 200 millones más la absorción de una deuda por la central térmica de Ensenada, que el Estado está a punto de privatizar para hacer caja.

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FOTOS: CEDOC PERFIL COMO EL VIENTO. En línea con la Casa Rosada, Mindlin inauguró un parque eólico en Bahía Blanca.

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