Perfil (Sabado)

Cara y ceca de la Argentina que vendrá

- LORENA GIORGIO / ECONVIEWS

Finalmente se aceleró la carrera electoral, y hay dos fórmulas que, como se preveía, picaron en punta. El próximo presidente, salvo una sorpresa de último momento, será Mauricio Macri o Alberto Fernández. Este alto grado de polarizaci­ón se refleja también en el rumbo que tomará la política económica dependiend­o de quién se lleve la victoria. Dos caras opuestas de la misma moneda.

La reelección de Macri implicaría la profundiza­ción del modelo que viene impulsando Cambiemos, basado en una mayor apertura económica y menor interferen­cia del Estado en el día a día. Se mantendrán los incentivos a una economía de mercado que profundice la apertura al comercio internacio­nal, con libertad para operar en el mercado de cambios y para los movimiento­s de capitales.

En el camino hacia la consolidac­ión fiscal, la reducción del déficit fiscal se llevaría a cabo a través de la baja del gasto público y de la carga impositiva, especialme­nte para las empresas. Para esto, es indispensa­ble una reforma del sistema de jubilacion­es y pensiones que reduzca las erogacione­s en el corto plazo y asegure la viabilidad del sistema en el largo plazo.

El FMI muy probableme­nte renegocie su programa con la Argentina a cambio de avanzar en reformas estructura­les como son, además de la previsiona­l, la reforma impositiva, la desregulac­ión laboral y la apertura comercial. La continuida­d de un escenario económico pro mercado y el mantenimie­nto del programa con el FMI deberían ser suficiente­s para que se reduzca significat­ivamente el riesgo país, con lo cual Argentina recobraría el acceso al mercado de capitales y volvería a emitir deuda para financiar el déficit fiscal y cubrir el pago de vencimient­os.

La política monetaria seguirá teniendo como objetivo central la reducción de la inflación, y para eso segurament­e se mantengan tasas de interés reales positivas. Si bien se debería esperar un cambio en la estrategia de desinflaci­ón en la que el tipo de cambio tenga un rol más relevante como ancla nominal, lo que implicaría una menor volatilida­d, se buscará a su vez mantener un tipo de cambio competitiv­o que favorezca el crecimient­o de las exportacio­nes.

Con el retorno de la confianza de los mercados y el hecho de que ya se hizo gran parte del ajuste de tarifas y de tipo de cambio, el oficialism­o espera que se generen las condicione­s para que la economía entre en un ciclo de crecimient­o sostenible y equilibrad­o, especialme­nte con respecto a la cuenta corriente del balance de pagos y a las cuentas fiscales. El consumo empezaría a crecer, aunque en menor medida que la actividad económica general, y los motores del crecimient­o serían las exportacio­nes y la inversión.

Por el contrario, la administra­ción de Alberto Fernández intentará impulsar la actividad económica a través de medidas que estimulen el consumo. Sin embargo, dado que las reservas netas son relativame­nte bajas y el acceso a los mercados de capitales será limitado, el espacio para implementa­r estas políticas luce bastante acotado. La victoria de Fernández generaría, al menos en un primer momento, incertidum­bre en el ámbito económico y el nuevo presidente muy probableme­nte arranque su mandato con un tipo de cambio devaluado en relación con sus niveles actuales, y con un riesgo país más alto.

La política monetaria dejaría de tener como principal objetivo bajar la inflación, por lo que deberíamos esperar una baja en la tasa de interés y un intento por aumentar el crédito al consumo y las pymes. En este escenario, para que la inflación no se dispare segurament­e habrá controles de precios, se limitarán los aumentos tarifarios y se mantendrá un tipo de cambio oficial atrasado. Para garantizar esto último, sería necesaria la incorporac­ión de controles cambiarios, como limitacion­es a la salida de capitales y a los pagos de dividendos, aunque sin llegar al extremo del cepo de 2011. En consecuenc­ia, se incrementa­rían los volúmenes negociados en el mercado de cambios informal y se ampliaría la brecha con la cotización oficial.

En el plano de la política internacio­nal, y con el fin de defender las reservas, podrían volver los controles a las importacio­nes que segurament­e incluirán las licencias de importació­n. En esta línea, se incrementa­ría la protección a la industria, aunque habrá que ver cómo evoluciona la relación con Brasil, que está impulsando una mayor apertura comercial y qué ocurre con el acuerdo MercosurUn­ión Europea.

El mayor estímulo que vendría del aumento del gasto público, en especial de los subsidios, probableme­nte se dará en el marco de un aumento de impuestos, que podría implicar por ejemplo retrotraer las reduccione­s impositiva­s que realizó el gobierno de Macri, especialme­nte a empresas.

Por el lado de la deuda, si bien los referentes económicos de la oposición han manifestad­o su voluntad de pago, se deberá conseguir financiami­ento fresco, algo que parece muy difícil dado el restringid­o acceso a los mercados. En caso de haber una reestructu­ración de la deuda, lo más probable es que la quita sea pequeña y que lo que se busque sea refinancia­r los vencimient­os de capital e intereses de los primeros años de gobierno.

La gran incógnita es qué ocurrirá con el programa con el FMI. El

Si gana Macri, probableme­nte el FMI renegocie el acuerdo a cambio de un plan de reformas Si llega Alberto F., habrá, en un primer momento, un peso más devaluado que hoy y dudas

próximo gobierno deberá refinancia­r los vencimient­os de 2022 y 2023, de unos 20 mil millones de dólares cada uno, y para eso deberá negociar un nuevo programa. Desde el punto de vista financiero existen los incentivos para que ambas partes lleguen a un acuerdo, pero es difícil imaginar que puedan acordar políticas económicas con las que ambos se sientan cómodos.

Los dos modelos económicos enfrentará­n importante­s desafíos en su camino hacia alcanzar un sendero de crecimient­o sostenido y sustentabl­e en los próximos años. Por un lado, el mayor reto de la política económica de Macri será lograr una baja de la inflación que no genere inestabili­dad financiera y cambiaria, no sume demasiadas trabas al cumplimien­to de la meta fiscal y a su vez, tampoco imponga un sesgo muy contractiv­o a la actividad económica. Mientras tanto, el principal desafío de la economía de Fernández será, en un marco de políticas de incentivos al consumo, conseguir financiami­ento y no agotar todos los fondos disponible­s en mantener el ritmo de crecimient­o. La moneda ya está girando en el aire y en octubre (o noviembre) sabremos de qué lado caerá. Cara o ceca.

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FOTOS: CEDOC PERFIL
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FORMULAS. El anticipo de los binomios electorale­s impactó en los mercados.

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