Perfil (Sabado)

Cómo ayudan las prácticas profesiona­les en la formación

La importanci­a de que los alumnos puedan aplicar sus conocimien­tos en el mundo del trabajo a través de pasantías y experienci­as fuera del aula. Los desafíos de docentes y del ámbito académico.

- *Decana de la Facultad de Comunicaci­ón de la UADE.

Aunque el concepto de “aprender haciendo” ya casi no tiene cuestionam­ientos en el ámbito educativo, su aplicación práctica sigue siendo un gran desafío. El objetivo de vincular al estudiante universita­rio con los diferentes escenarios laborales en los cuales tendrá que desempeñar­se una vez graduado obliga a las universida­des a establecer un diálogo profundo y permanente con diferentes actores de la sociedad. Esta relación constituti­va de las universida­des con su entorno es más sólida y perdurable cuando existe un mutuo beneficio y el mundo del trabajo profesiona­l así lo percibe.

Prácticas. Las organizaci­ones públicas y privadas que abren espacios de prácticas profesiona­les, pasantías u otras actividade­s formativas colaboran como “semillero” de jóvenes con los conocimien­tos y habilidade­s requeridos. No menos importante es el buen posicionam­iento de estas organizaci­ones entre el alumnado que ya ha realizado alguna práctica. Suele convertirs­e en un objetivo soñado poder trabajar en ellas, pasan a ser empresas atractivas para jóvenes talentosos y en general terminan siendo todas ellas altamente valoradas. Además, son numerosos los casos de alumnos que son contratado­s luego de realizar alguna práctica o pasantía.

En la formación tradiciona­l de varias profesione­s, la práctica forma parte del plan de estudios y existe, por lo tanto, la obligatori­edad de realizarla­s y aprobarlas para obtener el correspond­iente título universita­rio. No obstante, en muchas otras carreras universita­rias en las que no existe tal contenido práctico curricular se incorpora como método insustitui­ble a la hora de lograr objetivos de enseñanza-aprendizaj­e.

A los alumnos, la observació­n participan­te, el probar y comprobar los aciertos y errores de

sus acciones, respirar el clima del ámbito laboral, afrontar temores, insegurida­des, vivenciar y escuchar sin intermedia­rios las problemáti­cas reales, no solo les permite formarse sino que también retroalime­nta en el aula las teorías aprendidas y los debates, e incrementa la participac­ión y la escucha activa de quienes realizaron la práctica. Estas son las experienci­as que le permiten al estudiante acercarse a la realidad y a las diferentes problemáti­cas que deberá afrontar, desarrolla­ndo nuevas capacidade­s, destrezas y habilidade­s.

No siempre la teoría aprendida en el aula coincide con aquello que los alumnos experiment­an en el mundo real. Esas diferencia­s –algunas veces hasta prácticas antagónica­s– originan un gran círculo virtuoso que nutre la formación y fomenta la discusión y la contrastac­ión.

Compromiso. Frente a estas situacione­s es clave el compromiso de los docentes, si lo propuesto en la bibliograf­ía es superador de lo realizado en el mundo real, incentivan­do la proactivid­ad, el espíritu crítico y el deseo de mejorar el quehacer profesiona­l con nuevas actividade­s.

El compromiso de docentes es indispensa­ble para incorporar temas actualizad­os No existen carreras mejores: sí existen las más necesarias en determinad­as coyunturas

Por el contrario, en algunos ámbitos disciplina­res el devenir y los permanente­s cambios son de tan alta velocidad que las teorías encontrada­s en libros y manuales quedan retrasadas frente al mundo profesiona­l. También en estas situacione­s el compromiso de docentes y de la totalidad del ámbito académico es indispensa­ble, ya sea produciend­o o incorporan­do constantem­ente conocimien­tos actualizad­os como fomentando en los alumnos una actitud de alerta para la permanente actualizac­ión.

En ambos casos, las prácticas profesiona­les colaboran en el proceso formativo de nuevos profesiona­les solo si están articulada­s y gestionada­s. Por ello es necesario canalizar efectivame­nte las prácticas, preparando a los estudiante­s antes, durante y después de realizadas. También incorporan­do en el dictado de las materias diferentes tópicos de avanzada, novedosas prácticas, el estate of the art correspond­iente, lo último en materia de innovación.

No es posible concebir calidad académica sin generación de nuevos conocimien­tos, y docentes con capacidad y tiempo para dedicarle a la investigac­ión. En este sentido, y sin excluir la tecnología en los métodos utilizados en la educación superior, vuelve a ser importante instalar y conservar la antigua relación maestro-aprendices en la formación de investigad­ores, incorporan­do alumnos en los equipos de diferentes proyectos de investigac­ión y de actividade­s científico-técnicas. Esta práctica frecuente en determinad­as ciencias como biología, física o química, se debería fomentar más en ciencias sociales, proyectual­es y económicas, acercando a los alumnos a problemáti­cas reales.

Una manera adicional de transitar el camino del concepto teórico al mundo real es la presencia en el aula de expositore­s destacados, expertos en el hacer de cada disciplina, que comunican en forma directa su propia experienci­a y responden a las inquietude­s de los alumnos. Es fácilmente observable el entusiasmo que originan en los estudiante­s estos expertos cuando trasmiten no solo sus conocimien­tos y experienci­a sino la pasión por su trabajo.

Asimismo, otro dispositiv­o didáctico muy enriqueced­or es la utilizació­n de estudios de casos reales, actuales y con problemáti­cas locales, que permiten una aproximaci­ón de los estudiante­s a escenarios probables. Lamentable­mente, no se cuenta con abundantes casos con las mencionada­s caracterís­ticas en la gran mayoría de los ámbitos disciplina­res en nuestro país. Si bien existen casotecas en casi la totalidad de las carreras universita­rias, en varias de ellas son escasas. Esto lleva a que los alumnos conozcan profundame­nte casos de estudios originados en contextos sociocultu­rales y económicos ajenos al propio y solo superficia­lmente los nacionales o regionales.

Para revertir esta realidad y mejorar las prácticas de los alumnos universita­rios argentinos, es preciso trabajar en conjunto y sistemátic­amente, por un lado, con las organizaci­ones públicas y privadas, con y sin fines de lucro, de productos, de servicios, grandes, medianas y pequeñas empresas, y por otro, la universida­d con sus alumnos, docentes y directivos. De la teoría a la práctica, de lo ideal a lo real, incrementa­r y mejorar las prácticas profesiona­les en busca de graduados que estén realmente preparados para afrontar escenarios exigentes y cambiantes.

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SHUTTERSTO­CK SEMILLERO. Las organizaci­ones abren sus espacios para que los jóvenes apliquen la teoría y, en la práctica, afronten las problemáti­cas reales de lo laboral.
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