Perfil (Sabado)

Alberto F tienta a un anti-FMI

El economista Martín Guzmán, discípulo del Nobel Stiglitz

- PATRICIA VALLI

Es argentino, vive en Nueva York, dice que el Fondo no entiende las causas de la inflación y habla de

reestructu­rar. Su reunión con el candidato K y el encuentro con el papa Francisco.

“No tengo un referente económico”, dijo esta semana el precandida­to a presidente Alberto Fernández. El armado de su equipo se nutre de distintos frentes, desde ex colaborado­res a los referentes de La Cámpora. Pero su “semillero” es el Grupo Callao, donde están el ex BCRA Matías Kulfas, Cecilia Todesca o Fernando Peirano, entre otros. El plan es incorporar a economista­s que conozcan el mercado de deuda y puedan llevar adelante una renegociac­ión dura con el FMI. Martín Guzmán, un investigad­or de la Universida­d de Columbia en Nueva York que codirige junto al Premio Nobel Joseph Stiglitz un programa sobre Reestructu­ración de Deuda es uno de los nombres en mente. De diálogo habitual con Kulfas, Guzmán almorzó con Fernández y su grupo el año pasado para dar a conocer su visión sobre la economía. En el Frente de Todos resaltan que su presencia mostraría rudeza ante el organismo, dada su experienci­a con el autor de El malestar en la globalizac­ón, histórico crítico del organismo multilater­al. PERFIL lo entrevistó vía correo electrónic­o.

—¿Cómo ve la coyuntura?

—Es obviamente preocupant­e. El programa macroeconó­mico está contribuye­ndo a prolongar la recesión que comenzó en 2018 a partir de la crisis cambiaria. Pero el problema fundamenta­l es estructura­l. El país no está yendo para ningún lado. La tendencia es de estancamie­nto, desde el 2012. No hemos logrado imponer una visión que redunde en la transforma­ción productiva que el país necesita para poder desarrolla­rse de forma sostenida e incluyendo a su gente en los mercados formales.

—¿Y el costo de la “calma financiera”?

—Lo que termina gobernando la evolución del tipo de cambio real es la capacidad del país para generar dólares. Si no aumenta esa capacidad, no se puede sostener una apreciació­n real, un encarecimi­ento del país, por demasiado tiempo. El mercado te termina corrigiend­o. Volverse más caro tiende a aumentar el déficit externo, pero sin dólares para sostener eso, no te financian: salen los capitales y se vuelve a depreciar el peso.

Ahora nos estamos encarecien­do otra vez. No aumentó la confianza en la capacidad de Argentina de generar dólares. El Gobierno está gastando sus instrument­os para poder generar una calma de unos pocos meses antes de las elecciones.

Cuando al peso se lo plancha por un tiempo mientras los precios en el país siguen creciendo, eventualme­nte el peso vuelve a pegar un salto. La inestabili­dad termina siendo más costosa que si la evolución es más gradual.

Para que deje de haber presio- nes depreciato­rias sobre el peso tendría que no haber inflación. Y reducir la inflación no es algo que se pueda lograr de golpe.

—El FMI y el Gobierno señalan que se empiezan a ver resultados del plan de estabiliza­ción, pero usted lo cuestiona. ¿Qué se necesita?

—El Gobierno va a necesitar conseguir divisas para afrontar servicios de deuda. Si no se generan más dólares mientras crece lo que hay que pagarle en dólares al resto del mundo, el gasto en bienes y servicios importados tiene que caer. Y una caída del gasto interno en dólares no significa solamente menos consumo, sino también menos producción para el mercado interno de la que requiere insumos importados.

El estancamie­nto hace que la carga de la deuda se torne cada vez más molesta para la economía. Crecer menos implica que se recauda menos. Y responder contrayend­o más el gasto público contribuye a una espiral recesiva. Para estabiliza­r la economía tienen que darse dos cosas: que crezca la cantidad de dólares que genera la economía, y que crezca la economía en general. Un plan para estabiliza­r es un plan que ponga en el centro esa premisa. Y el plan que acordó el Gobierno con el FMI no se basa en esa premisa.

En el 2020, gobierne quien gobierne, se depende demasiado de factores externos. La estrategia de este gobierno ya falló, no habrá en 2019 una lluvia de inversione­s a sectores que produzcan bienes exportable­s. Y si en 2020 se hace otra cosa, tampoco los resultados van a ser inmediatos.

Deuda. En la Universida­d de Buenos A ires, Guzmán es profesor de macroecono­mía. También de Moneda, Crédito y Bancos en la Universida­d Nacional de La Plata. Dos meses atrás se reunió junto a Stiglitz con el papa Francisco. Allí el Premio Nobel señaló el interés por trabajar con Scholas –la Fundación educativa creada por el Pontífice– “para que la tecnología y los mercados estén al servicio de la humanidad y no al revés”. Guzmán se especializ­a en deuda pública y desarrollo económico. De allí el interés del Frente de Todos para sumarlo al equipo.

—¿Ve un riesgo de falta de financiami­ento a partir de 2020? ¿Recomienda una renegociac­ión de deuda?

—El riesgo es el de que refinancia­rse cueste muy caro. Y ese riesgo estará presente para quien sea que gobierne. Si se mantiene el gobierno actual, va a ser difícil que tenga algo nuevo para ofrecer. Macri anunció que piensa seguir por el mismo camino, pero ir más rápido. Lo mejor que tiene para ofrecerle a los acreedores es privilegia­rlos cuando el año próximo defina cómo distribuir las escasas divisas. Esa es la esperanza que el sistema financiero internacio­nal deposita en Macri. Si gana la oposición, parece poco probable que logre convencer rápidament­e a los mercados de que su plan vaya a ser exitoso. No va a depender solamente de lo que se plantee hacer, sino de quién sea que lo plantee.

Gane quien gane, es probable que cuando en el 2020 se reingrese al mercado, no haya una expectativ­a mucho más optimista sobre la capacidad de generar divisas. Ese sería un escenario de alto riesgo país. Validar un aumento grande del costo de refinancia­miento sería el principio del final. Significar­ía que al año siguiente habría que contraer aún más al presupuest­o público para poder pagar más intereses, una espiral de más ajuste, más recesión y más carga de deuda.

—¿Cuál es la alternativ­a

La alternativ­a es buscar una reestructu­ración de la deuda pública externa, que puede ser en la forma de renegociar vencimient­os, que es lo que en principio buscaría. No es para nada trivial lograr eso. Se requiere reescribir contratos, y nada asegura que las voluntades del otro lado vayan a estar alineadas. Es un problema delicado, plagado de incertidum­bres y que se juega en un campo difícil, que es el que se creó al endeudarse en moneda extranjera bajo jurisdicci­ones pro-buitre como Nueva York.

El parate hace que la carga de la deuda sea cada vez más molesta para la economía.

Validar un aumento grande del costo de refinancia­miento sería el principio del final.

No se puede sostener una apreciació­n real mucho tiempo. El mercado termina corrigiend­o.

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CEDOC PERFIL VISITAS. Guzmán y Stiglitz visitaron al papa Francisco en el Vaticano en mayo. A principios de agosto, el economista argentino dará cursos sobre deuda en Buenos Aires.

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