Historias de amistades que ya superaron las cinco décadas
La fecha se estableció por la llegada del hombre a la Luna, que cumple 50 años. Cuatro relatos reviven esas relaciones duraderas.
Hace cincuenta años, ya se conocían y compartían sus vidas como amigos. Pero aún el 20 de julio no había sido instituido como el día oficial en el que, en el país, se celebra ese vínculo entre dos o más personas y que es tan importante como los de sangre. La llegada de la misión Apolo 11 a la luna convirtió ese día especial en el calendario. Y cinco décadas después, amigos que lo son desde entonces recuerdan sus historias y por qué se eligieron.
Rubén Barciocco tuvo un argumento contundente para convencer a su amigo Edgardo Marini de que aceptara de su parte la donación del riñón que necesitaba para seguir viviendo. “Le dije que yo soy hijo único, que mi hermano era él. Me puse firme y no me pudo decir que no”, recuerda Barciocco a PERFIL sobre Marini, quien gracias a la operación pudo mejorar su calidad de vida y disfrutar de más tiempo de su familia y sus amigos.
A metros de la cancha de fútbol, junto a un roble que ya casi no tiene hojas, recuerda a su amigo: “Yo también quiero que me lleven ahí, así miramos los partidos juntos”, asegura emocionado.
Para siempre. Alberto Cormillot lleva 58 años de médico, pero antes, en el Liceo Naval donde estudió, conoció a sus compañeros de vida que lo acompañan, algunos, desde hace más de seis décadas. “Son mis más cercanos, aunque nos dedicamos a actividades bien diferentes. Son con quienes nos reunimos con el mismo disfrute que desde entonces. Tratamos de hacerlo sin pausa cada dos o tres meses”, cuenta. Y hay momentos, resalta, “donde la amistad y el cariño están por sobre toda adversidad”. En 1978, su amigo (el CEO de Perfil Network) Jorge Fontevecchia era perseguido por los militares. Cormillot recuerda “las horas muy intensas” en las que lo resguardó, lo que consolidó su vínculo “para siempre”.
La amistad entre Manuel “Manolo” Sánchez de la Rosa y María “Maruja” Molina llegará en 2020 a los 65 años. Se conocieron en la década del 50 en el Rincón Andaluz, una institución porteña que reúne a inmigrantes de esa región de España. “Yo quería que ella fuera mi novia, pero se metió con un abogado argentino”, se lamenta entre risas. “A esta altura ya somos como hermanos. Nos conocemos muchísimo y también viajamos a España juntos varias veces”. “Siempre nos llevamos muy bien, pero el problema es que de grande él se ha vuelto medio ‘facho’ y yo sigo siendo ‘roja’”, lo carga Molina. “Peor: ella es peron ista”, devuelve él.
Marcela Tinayre es amiguera y disfruta de esos vínculos mantenidos a través de los años. “Nos unió la vida misma, con algunos desde el colegio y el barrio. Los viajes, la complicidad, la nobleza, la lealtad, el saber escucharse, el reírnos, lágrimas, kilos de más”, resume sobre sus “incondicionales”, entre quienes suma a varios que ya superaron las cinco décadas de vínculo. “Ellos tienen la inteligencia de la vida diaria, por eso los elijo mil veces”.