Perfil (Sabado)

La crisis de Puerto Rico excede a la cuestión de los chats

Más allá de las charlas que se filtraron y que hicieron renunciar al gobernador de Puerto Rico, las crisis educativas y de salud son dos de los símbolos que demuestran la magnitud de la corrupción que se vive desde hace años en la isla.

- LUIS JOEL MENDEZ GONZALEZ *Esta crónica pertenece al portal de historias www.escriturac­ronica.com

El mar Caribe llora al ver cómo Puerto Rico permanece en recesión económica desde hace más de una década, a tal punto que su deuda fue declarada impagable por el gobierno estatal en 2015. La crisis educativa es una de las pruebas más fuertes de la corrupción que aquí se vive. La ex secretaria de Educación Julia Keleher fue arrestada, hace diez días, por cargos de corrupción, luego de cerrar 167 escuelas injustific­adamente.

Más de 500 planteles en toda la isla fueron cerrados desde 2015. Entre ellos, la Escuelita Cerro Gordo Lao, ubicada en el municipio de Moca, al noroeste de la isla, donde estudié durante seis años.

La institució­n está localizada en la zona rural de Puerto Rico, en un pueblito predominan­temente católico. Montañas verdes resaltan en sus praderas, donde viven 30 mil hombres y mujeres, de los 3 millones que viven en la isla.

Se trata de uno de los 79 municipios de un Estado Libre Asociado a los Estados Unidos, territorio no incorporad­o con gobierno propio, aunque supervisad­o a lo lejos por el gobierno federal norteameri­cano.

La nubosidad del día no es suficiente para ocultar su apariencia a olvido: letreros tendidos con olor a tiempo perdido por causa de la humedad, verjas verdes ahora mohosas por el impredecib­le clima del monte.

Aquí es común oír relatos de familias enteras, que, durante generacion­es, estudiaron en esta escuela. No es para nada extraño toparse con una maestra que diga: “Yo le di clases a tu papá, eres idéntico a él”.

El hedor a excremento de caballo se ha apoderado de los alrededore­s de esta escuela en la que se educaron, durante más de cuatro décadas, miles de niños mocanos de clase media-trabajador­a y clase baja, gracias a una educación pública asequible y gratuita.

El comedor en el que alguna vez niños y niñas recibían su único plato de comida al día, hoy, se encuentra totalmente destruido. En su interior, un espeso manto de hongo blanco cubre el suelo, agua inunda la totalidad del área y bejucos descienden del techo hasta adherirse a las paredes.

Equipos electrónic­os que alguna vez fueron utilizados se encuentran totalmente hechos pedazos. Fotocopiad­oras, impresoras y computador­as cuyas partes puedo ocultar dentro de la palma de mi mano.

Mis fosas nasales se intoxican por un fuerte olor cítrico provenient­e de un pequeño charco de tinta roja, verde y azul. Me arrodillo, palpo la sustancia y veo dos o tres marcadores tirados a poca distancia de un pedazo de metal viejo, mohoso y frío.

¿Por qué los maestros tenían que esperar durante meses para que el Departamen­to de Educación les enviase una nueva caja de marcadores, cuando ahora se encuentran desparrama­dos por todas partes?, me pregunto.

Mientras me encuentro de rodillas, me percato de que los

vientos del huracán María, en septiembre de 2017, arrancaron parte del techo del salón. Las pérdidas provocadas por el fenómeno atmosféric­o se estiman en 90 mil millones de dólares que el gobierno local ha recibido con cuentagota­s.

Y es que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha expresado que su administra­ción ha enviado 92 mil millones a la isla. Decanos de la prensa, sin embargo, dicen que en realidad solo o se han recibido 45 mil milloillon­es de dólares. En el salón permanece clava clavado en la pared un diplo diploma otorgado el 13 de oc octubre de 2011. Pese a la d distancia, logro leer que f fue entregado a la comu comunidad escolar por las “excelentes “e ejecutoría­s y logros alcanzados dos”, ejemplo a seguir par para el resto de las escu cuelas del territorio n no incorporad­o a los E Estados Unidos.

El sol s golpea mi rostro a eso de las 12.48 del mediodía. Mi hermano se encuentra conmigo y me dirijo con él hacia la cancha de la escuelita. El camina sobre las líneas que bordean el lugar favorito de los que juegan básquet. La pintura color amarillo, verde y vino no se ha desgastado con el paso del tiempo.

Me siento en un banco de cemento sostenido por cuatro cajas de plástico. Frente a mí, permanece en pie un árbol repleto de flores que recuerdo haber visto cuando entré por primera vez al plantel hace más de diez años.

Mi hermano me mira desde el otro lado de la cancha con su rostro sudado y me dice:

“Joy, ¿aquí est udiaste? ”. “Sí, bebé, durante mucho tiempo, este fue mi lugar favorito”.

Una tenue brisa con olor a monte azota el árbol, flores caen delicadame­nte sobre el suelo y poco a poco la nubosidad se esfuma. La apariencia a olvido de la que durante tantos años el árbol ha sido testigo, ante la entrada del sol, pasa a esfumarse por un instante eterno.

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PROTESTAS. El proceso puertorriq­ueño contó con el involucram­iento de personajes como Ricky Martin, quefue parte de las protestas públicas.
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A la corrupción imperante se suma una crisis educativa profunda, que consistió en el abandono y el cierre de muchas institucio­n eseducativ­as de la isla.
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EDUCACION.
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FOTOS: JOEL MENDEZ GONZALEZON­ZALEZ
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