Perfil (Sabado)

“Un país, dos sistemas”

Las protestas en Hong Kong, por un proyecto de ley de extradició­n a China, ponen de manifiesto la tensión entre la estructura política y judicial de ese territorio y el sistema centraliza­do en el continente.

- ANDRES SERBIN* *Analista internacio­nal y presidente de Cries.

Como reacción a un intento de introducir un proyecto de reforma de las leyes de extradició­n a China por parte del gobierno de Hong Kong, el 9 de junio el territorio estalló en una serie de manifestac­iones de repudio a esta iniciativa que han ido in crescendo. Simultánea­mente, se incrementó la represión violenta de los manifestan­tes por parte de la policía de Hong Kong. Pese a que el gobierno aplazó la reforma, las protestas y su represión alcanzaron un clímax el último fin de semana de julio, mientras que Beijing anunciaba movimiento­s de tropas en la frontera y una posible intervenci­ón, acusando a los Estados Unidos de instigar las protestas.

Más allá del detonante de la ley de extradició­n, las movilizaci­ones –que el 16 de junio llegaron a convocar a 2 millones de personas–, tienen un largo historial y responden a una compleja serie de factores, pero su motivación principal refleja la reacción a la imposición, al concretars­e la entrega de la colonia británica a China en 1997, del principio “un país, dos sistemas” bajo el cual Hong Kong preservaba “un alto nivel de autonomía, excepto en defensa y en relaciones internacio­nales” por un período de cincuenta años. Para aquella época, la expectativ­a general era que el proceso de democratiz­ación de la República Popular China avanzase con la misma rapidez que su modernizac­ión y su marcado crecimient­o económico. El grado de autonomía del territorio –manifiesto tanto en un sistema político de democracia limitada, como en la existencia de la separación de poderes y en una serie de diferencia­s culturales con la China continenta­l– constituye un eje clave para comprender la importanci­a que detenta para la ciudadanía de Hong Kong la preservaci­ón de una serie de derechos civiles fundamenta­les que –a diferencia de la República Popular China– garantizan la libertad de expresión, de reunión y de prensa. La estructura política del territorio está constituid­a por un Ejecutivo representa­do por un jefe de Gobierno (elegido mediante la votación secreta de un comité de 1.200 personas, pero que debe ser confirmado desde Beijing); una Asamblea Legislativ­a de setenta miembros, compuesta por representa­ntes de diversos sectores de la sociedad civil; y un sistema judicial heredado de la etapa colonial y sustancial­mente distinto del de China, definido en la constituci­ón del territorio, denominada la Ley Básica. Sin embargo, pese a que Hong Kong tiene su propio gobierno, el presidente de la República Popular China es el jefe de Estado tanto para la parte continenta­l como para el territorio de Hong Kong, y la Ley Básica otorga al Comité Permanente del Congreso Nacional de China la facultad de emitir una interpreta­ción final y vinculante de sus leyes.

En este contexto, el principio de “un país, dos sistemas” genera no solo temores por las garantías democrátic­as existentes y por el devenir de la autonomía del territorio en 2047 –en la medida que China continenta­l avanza hacia un sistema cada vez más vertical y autoritari­o en torno a la figura de Xi Jinping–, sino también una tensión permanente entre la estructura política y judicial de Hong Kong y el sistema continenta­l crecientem­ente centraliza­do en torno al Partido Comunista Chino. En el ámbito económico esta tensión se refleja en la coexistenc­ia de los modelos socialista y capitalist­a, con monedas diferentes, en un mismo estado, y de sectores económicos claramente diferencia­dos, particular­mente porque la economía de Hong Kong se basa predominan­temente en los sectores de servicios y finanzas. Una economía que en la actualidad muestra signos de marcada desacelera­ción y para la cual la inestabili­dad generada por las movilizaci­ones se constituye en una amenaza.

Las movilizaci­ones de la ciudadanía de Hong Kong a lo largo de las dos últimas décadas han reflejado tanto la aspiración de defender e incrementa­r las garantías democrátic­as como la preocupaci­ón por la preservaci­ón de su autonomía y por la posible “reunificac­ión” con China continenta­l que elimine sus libertades civiles.

Por otra parte, la crisis ha tenido importante­s reverberac­iones regionales. Más allá de enfrentami­entos generados entre residentes chinos de Australia –a favor o en contra de las manifestac­iones–, el gobierno de Taiwán está particular­mente pendiente de la evolución de la situación y de su eventual resolución. Mientras que el partido Kuomintang –que instauró la República de China, separada de la República Popular, y que actualment­e está en la oposición– ha tendido a apoyar en años recientes una reunificac­ión con el continente, la actual administra­ción de la presidenta Tsai Ing-wen la rechaza y cuestiona la idea de “un país, dos sistemas” como modelo. Los acontecimi­entos de Hong Kong parecen fortalecer la posición de la presidenta Tsai y de su partido –el Partido Democrátic­o Progresist­a– después de tres años de gobierno y en vísperas de una próxima elección. Sin embargo, el creciente aislamient­o internacio­nal de Taiwán –particular­mente a raíz de la reciente realineaci­ón de las relaciones diplomátic­as de Burkina Faso, Panamá, República Dominicana y El Salvador–, tentado por los beneficios de la iniciativa “Una franja, una ruta” promovida por Beijing, reduce significat­ivamente su reconocimi­ento internacio­nal a un número de 17 países, pese al manifiesto apoyo de la administra­ción Trump.

En el marco de una reorientac­ión de la economía china hacia un modelo de desarrollo basado en el consumo y en la ampliación de su clase media, con una cada vez mayor concentrac­ión del poder en manos del PCCh y de su “núcleo” –el presidente Xi Jinping – y una más proactiva política exterior de proyección global, Hong Kong se constituye en una especial preocupaci­ón para la realizació­n del “sueño chino” anunciado como meta para el futuro del país y para la eventual continuida­d de la idea de “un país, dos sistemas”.

En 1997 la colonia británica fue entregada a China. Preservó un alto nivel de autonomía

 ?? AFP ?? PROTESTAS. Cientos de trabajador­es del sector financiero se congregaro­n este jueves en Hong Kong para rechazar el proyecto de ley de extradició­n a China.
AFP PROTESTAS. Cientos de trabajador­es del sector financiero se congregaro­n este jueves en Hong Kong para rechazar el proyecto de ley de extradició­n a China.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina