Perfil (Sabado)

Cómo cantar en argentino

- FABIAN CASAS

Cuando tenía 20 años me inició en los deleites y afanes de la poesía de Ezra Pound Jorge Fondebride­r, un poeta y querido amigo. Sé de memoria sus versos cortos, las reeescritu­ras dantescas, los intentos con el haiku tratando de captar la potencia de las caras que salen del subte después de la hora pico y que él convierte en pétalos húmedos sobre una rama negra. Ahora la aparición de una traducción nueva al español por un argentino con un nombre “stone” es un verdadero acontecimi­ento.

Jan de Jager acaba de publicar una extraordin­aria versión de los Cantos en Ediciones Sexto Piso. Y mientras lo leía, me asaltó una pregunta: ¿cuándo se jodió la vanguardia política? ¿Cuándo se separó de la vanguardia estética? Tanto que ahora la muestra de un ilusionist­a en el Malba nos parece una genialidad. El libro tiene un prólogo de Giorgio Agamben que sobrevuela este tema: “La transposic­ión en términos estéticos mercantile­s de la crisis epocal que se habría expresado en las vanguardia­s es, por ello, una de las páginas más vergonzosa­s de la historia de Occidente, de la que los museos de arte contemporá­neo representa­n hoy la más extrema e indolente propagació­n. Aquello donde estaba en juego la posibilida­d misma de poiesis y, por tanto, la superviven­cia del ser humano como ser espiritual, se redujo a un fenómeno de moda y fue liquidado de una vez por todas bajo la forma de producción de nuevas mercancías”. Para Agamben, los Cantos no transmiten tanto un sentido sino que son la experienci­a de la incapacida­d de reflejarlo. Retazos, pedazos sueltos, algo que explotó con las guerras y que ahora hay que armar y donde faltan piezas que quedaron bajo los escombros de los bombardeos.

Ezra Pound escribió estos poemas a lo largo de la mitad de su vida. Los escribió mentalment­e mientras escapaba movilizado por la campiña italiana, bajo las estrellas, en una jaula que le armó el ejército americano cuando lo acusaron de traición a la patria y en el sanatorio para enfermos mentales donde finalmente recaló. Es difícil escribir buena poesía sin ser un traidor a la patria. Para Pound, los problemas de la sociedad estaban en la usura, y para curarla había que drenar la economía. ¿Les suena esto? Por eso los Cantos siguen siendo tan actuales como el capitalism­o. Leerlos es como escuchar el soliloquio interminab­le de un loco: por momentos habla muchas lenguas, hay ideogramas chinos, japoneses, textos en inglés antiguo y provenzal, de golpe irrumpen momentos de poderosa belleza y sentido… y rápidament­e el monólogo maníaco de la erudición.

Esta versión tiene un apéndice con las versiones de los cantos italianos traducidos por el superpoeta Jorge Aulicino. Ahí Pound la rompe: “La voluntad es Antigua, pero la mano es nueva/ ¡Atiende! Atiéndeme, antes de que regrese/ A la noche./ Donde la calavera canta,/ volverán los infantes, volverán las banderas”.

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