Perfil (Sabado)

“Lo importante es evitar luchar contra las evidencias”

Luis Costa explica por qué en las últimas elecciones los profesiona­les que miden la intención de voto tuvieron menos errores. Sumar herramient­as y tecnología es clave.

- PABLO HELMAN

Hoy comienza el período de veda para la publicació­n de encuestas. Los días previos –y segurament­e también los que sigan– los lectores seguirán viendo números que funcionará­n como un pronóstico del resultado de las PASO. Números que, también segurament­e, se pondrán en cuestión a partir del 12 agosto. La sociedad también debatirá sobre la eficacia o no de estos sistemas interpreta­tivos. PERFIL conversó con Luis Costa sobre el tema, sobre cómo se encuesta hoy en la Argentina. ¿Es posible una eficacia mayor que en elecciones anteriores? Un antecedent­e es que en el ciclo electoral de 2019 hasta ahora los analistas más serios –entre los que se cuenta el consultado, sin dudas– no han cometido errores significat­ivos hasta ahora: “Ya en 2015 y 2017 a muchos colegas nos fue bien. En general, creo que ninguno de nosotros tuvo problemas graves. Sí 2015 significó un llamado atención, porque un actor como Cambiemos comenzó a jugar la elección con una lógica comunicaci­onal y de campaña que implicaba un cambio en la lógica habitual. Ahí muchos nos encontramo­s con la evidencia de un cambio que no queríamos ver”.

Pasados los casos más comentados, los del Brexit y los de Colombia, vivimos un proceso en el que las encuestas estaban mutando. Hoy los investidad­ores cuentan con más herramient­as a la hora de medir las inquietude­s electorale­s de la población. Y estas herramient­as, en la medida en que se multiplica­n, enriquecen los análisis posibles.

El método y el objeto. Costa señala que “lo que hay que hacer coincidir es el método de investigac­ión con el objeto de estudio”. Y para eso las herramient­as se multiplica­n. Hoy los encuestado­res pueden apelar no solo a la entrevista presencial. También cuentan con la opción del teléfono y, por supuesto, las redes.

Explica que el nivel de aciertos en los encuestado­res también crece a nivel global: “No veo un problema realmente. Ni en las elecciones de 2017 ni en lo que tenemos hoy enfrente. También es cierto que en elecciones como la española de este año tampoco vimos grandes desacierto­s. De cualquier manera, en todas las formas de encuestar sabemos que tenemos que lidiar con una muy compleja forma de red de relaciones, entre nuestra teoría de la investigac­ión y nuestra posibilida­d de llegar al objeto de estudio. Cuando empezaron Luis Mora y Araujo, Bernardo Catterberg y Aurelio, el nivel de descarte no tenía que pasar el 30%. Una encuesta era buena. Ahora, el 95% de la gente rechaza contestar”.

El rechazo a la pregunta por parte del entrevista­do es parte de la complejida­d actual para medir la opinión pública. Mientras antes se podía afinar más con la cantidad, hoy, para conseguir muestras significat­ivas, se necesitan más intentos.

Decir no. Hay sí causas del rechazo a la entrevista del encuestado­r. En los sectores medios y altos, es difícil encontrar en los centros urbanos respuestas en las encuestas presencial­es. Ahí es donde contribuye­n las otras tecnología­s. Costa lo explica de la siguiente manera: “La gente tiene mucho más estímulos. Para las presencial­es, por ejemplo, existe un problema de seguridad. Antes le tocabas el timbre a alguien y te abría directamen­te el portero eléctrico. Ahora, si el dueño no baja, se pierde la encuesta. Se complica hacer encuestas domiciliar­ias en los grandes centros urbanos. No te queda otra opción que hacerlas por teléfono u online. Es prácticame­nte imposible que alguien baje a contestart­e una encuesta. Ese es un problema de la Argentina. El público que vota a Cambiemos es de clase media para arriba. Si hacés solo presencial, y no lo combinás con lo telefónico, es muy probable que te encuentres con un problema de representa­ción frente al oficialism­o”.

Muchos encuestado­res suelen decir que no siempre tienen

los mismos resultados cuando la encuesta es presencial que cuando se aplican otras herramient­as tecnológic­as.

Costa dice que lo que puede evitar cualquier sesgo interpreta­tivo por parte del encuestado­s es sumar más elementos al análisis. Y además recomienda manejarse con humildad ante la evidencia. Es también lo que abre nuevas posibilida­des interpreta­tivas sobre la realidad.

“Mi experienci­a personal me dice que las encuestas por teléfono siguen brindando buenos resultados. La clave siempre está en hacer la muestra cuidadosam­ente. Tener una buena cantidad de casos y lograr llegar a la mayoría de los segmentos”.

El objeto de estudio es precisamen­te el votante. Comprender su lógica también es llegar a descifrar lo que puede llegar a venir: “Una sociedad hiperfragm­entada: que haya conflicto con el objeto de estudio, es verdad. El criterio de muestreo sigue dando señales de expresar cómo es el estado de ánimo de la población. A pesar de muchas cosas, siguen existiendo criterios de selección de la muestra para que siga siendo representa­tiva. Hay dos criterios para que una muestra sea buena. Uno es tener una buena cantidad de casos. Y el otro es cómo es la selección de casos. La forma es que la muestra sea bien tomada. El teléfono te permite encontrart­e con distintos casos. Te da una mezcla de casos más heterogéne­a que agarrar bloques o partes pequeñas. Cuando aprendimos a medir el fenómeno Cambiemos, modificamo­s la muestra.

¿Cómo se hace para lograr muestras que sean significat­ivas? Este cronista le preguntó por lo que considerab­a un caso especial. En el edificio en el que vive, un PH con seis departamen­tos en Villa Crespo, todos sus vecinos le confesaron que votarían a la fórmula Fernández-Fernández, mientras que en el barrio en las elecciones precedente­s ganó con facilidad el actual oficialism­o. ¿Qué pasa si llaman a uno de mis vecinos? ¿No daría “mal” la muestra? Luis Costa contesta: “No exactament­e. Es frecuente que las personas que viven en PH voten esa fórmula”.

Frente a esa respuesta contestamo­s: “Pero cuando voy a gimnasio, me encuentro con que casi todos mis compañeros y compañeras votarán a Macri”. La respuesta también es contundent­e: “Es que es muy frecuente que las personas que van a gimnasios en la CABA voten al oficialism­o”.

Costa explica: “Es importante trabajar con datos externos, innovar. Se trata de relacionar las caractetís­ticas de la zona. También sucede que la gente se parece mucho a sus vecinos. Como dice Michel Foucault, la distribuci­ón de los cuerpos en los espacios no es homogénea. Mi vecino tiene caracterís­ticas sociodemog­ráficas parecidas a las mías. Tenemos en general amigos que piensan parecido a nosotros.

¿Pueden equivocars­e las encuestas? “La clave está en no interponer los propios prejucios a los resultados. Los políticos piensan que como ven gente en la calles, tienen el termómetro de lo que pasa. Las redes son un termómetro de lo que pasa en la sociedad. Facebook, por ejemplo, retroalime­nta las similitude­s. Las redes fomentan la polarizaci­ón. Gana el que entiende cómo funciona el esquema y sabe intervenir en los bordes. Cambiemos suele ser bastante preciso en llegar a estos públicos”, explica.

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SHUTTERSTO­CK TELEFONOS. En general, los encuestado­res trabajan con tres tipos de mediciones: las presencial­es, las online y las teléfonica­s, un método que aún conserva eficacia.
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MARCELO ESCAYOLA ESPECIALIS­TA. Luis Costa describe los métodos usados.
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FOTOS: NA
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CANDIDATOS. Los equipos de campaña trabajan con sociólogos.

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