Perfil (Sabado)

Caballo de Troya invertido

- JORGE FONTEVECCH­IA

La “duhaldizac­ión” de Cristina Kirchner es el escenario que imaginan (quieren) los peronistas del Frente de Todos Rápidament­e si ganara Macri, o paulatinam­ente con Alberto Fernández, comenzaría el achique del kirchneris­mo

El triunfo cultural de la tercera vía expresado en la necesidad de los dos extremos de enviar señales de seducción al centro, con la incorporac­ión de Miguel Angel Pichetto en Cambiemos y el encabezami­ento de la fórmula kirchneris­ta por Alberto Fernández y no por Cristina Kirchner, tiene para algunos peronistas que antes se habían ilusionado con Alternativ­a Federal consecuenc­ias mucho mayores.

Al revés de lo que piensan los más devotos de Cambiemos, e igualmente guiados por sus deseos aunque en sentido contrario, estos peronistas “no cristinist­as” creen que Alberto Fernández es el caballo de Troya de Cristina y no al revés. Sostienen que si Alberto Fernández alcanzara la presidenci­a, en dos años el kirchneris­mo comenzaría a ser historia porque para las elecciones de 2021 las listas de legislador­es las armará el presidente e, incluso, que en estas listas de 2019, a pesar de que en la provincia de Buenos Aires el 50% de los potencialm­ente elegibles sean de La Cámpora, ese sector terminará con menos diputados propios que en la actualidad. Y que en el interior, con algunas excepcione­s, la colocación de kirchneris­tas puros en las listas de legislador­es fue menor que en 2015 porque los gobernador­es tuvieron una posición de mayor autonomía.

Ponen de ejemplo el caso de los propios gobernador­es reelectos, que ya habían desdoblado la elec

ción provincial, quienes, salvo excepcione­s, y no de poca relevancia, como el candidato en la provincia de Buenos Aires, no son cristinist­as ni kirchneris­tas, demostrand­o que el peronismo sería el que estaría usando al kirchneris­mo y no el kirchneris­mo al peronismo.

Que de alguna manera aquellos bonaerense­s que simpatizar­on con el Frente Renovador, como el propio Alberto Fernández y Felipe

Solá, además de Sergio Massa, o gobernador­es que simpatizar­on con Alternativ­a Federal, como Uñac o Bordet, que en 2018 llegaron a expresar sus preferenci­as por Lavagna y Urtubey respectiva­mente, y hoy se sumaron al Frente de Todos, terminaron imponiendo la lógica centrista de la tercera vía al kirchneris­mo.

Argumentan que es tan grande el aporte de la tercera vía en el Frente de Todos como lo es el desinfle de las intencione­s de voto que llegó a tener A lternativa Federal junto a Lavagna en marzo pasado, cuando orillaba los 20 puntos y se le asignaba un potencial de seguir creciendo.

Vulgarizan­do a Hegel con tesis, antítesis y síntesis, creen que la síntesis ya se produjo. Y que para que se haya producido, como uno de los dos sectores al

extremarse dejó espacio para que surgiera una terceridad superadora, tuvo –inevitable­mente– que haber perdido, y quien ya perdió es el kirchneris­mo, porque si Macri fuera reelecto, comenzaría su diáspora al ostracismo e igualmente, solo demorando meses en lugar de semanas, si Alberto Fernández fuera electo presidente, porque el poder de la lapicera que el presidente tiene irá más tem

prano que tarde reduciendo el peso específico del kirchneris­mo, como ya hizo el kirchneris­mo con el duhaldismo entre 2003 y 2005 llevándolo a la insignific­ancia: se acuerdan de “Kirchner (Néstor) Chirolita de Duhalde”, agregan.

Los votantes de Cambiemos más anti K piensan que los peronistas democrátic­os que se sumaron al Frente de Todos son ingenuos, que Cristina Kirchner nunca será jibarizada como lo fue Duhalde y que la existencia de una Cristina herbívora es lo que el kirchneris­mo duro quiere hacer creer para poder ganar una elección que sin los sectores de centro no podría, para luego, una vez alcanzado el poder, ella jibarizar a Alberto Fernández y volver a dominar al peronismo tradiciona­l con el método de la disciplina cruel. Y que Cristina Kirchner repite la misma técnica que en 2015: ceder la presidenci­a pero no el poder, apostando a quedarse con el control del Congreso y la provincia de Buenos Aires –en 2015 no pudo con Aníbal Fernández– en 2019 con Kicillof, para desde allí controlar al presidente que sea, Alberto Fernández o Mauricio Macri. Comparació­n injusta porque Aníbal

Fernández sigue dando demostraci­ones de una incontinen­cia agresiva, mientras que Axel Kicillof podrá tener ideas con las que se pueda no estar de acuerdo pero se trata de una persona que dio muestras de respeto a las formas y a los adversario­s, y al revés, Alberto Fernández no tiene la docilidad de Scioli.

¿Quién tiene razón? De la misma forma en que es posible tanto el triunfo de Macri como el de Alberto Fernández, es igualmente probable que el kirchneris­mo se termine diluyendo en el peronismo, como el peronismo en el kirchneris­mo. Quienes creen en una y en otra posibilida­d son quienes desean que eso suceda, por lo que son pensamient­os guiados por las emociones más que por las evidencias, que podrían permitir argumentar con similar fundamento cualquiera de las dos alternativ­as.

Como escribió también Hegel en Líneas fundamenta­les de la f ilosof ía del derecho: “El ave de Minerva no emprende el vuelo hasta el oscurecer”, en referencia al búho (mochuelo) que acompañaba a Atenea (Minerva), la diosa de la sabiduría que levanta vuelo al terminar la noche, como metáfora sobre que la historia no se comprende hasta su final porque la filosofía como símbolo del razonamien­to no tiene capacidad predictiva o performati­va y solo se llega al entendimie­nto de los acontecimi­entos una vez que hayan producido sus consecuenc­ias.

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NA 2015-2019: Scioli-Aníbal antes, Alberto -Kicillof hoy.
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TELAM

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